Vuelve el paro
El paro ha crecido en 2003 por tercer año consecutivo. Tras los datos correspondientes a diciembre (el peor mes de los últimos 10 años), los desempleados registrados en el Inem superan en 23.419 a los existentes en 2002. Son 1.711.487 las personas registradas como paradas, lo que supone el 9,04% de la población activa, ligeramente inferior al 9,14% del año anterior, pero muy lejos de ese pleno empleo que el partido en el Gobierno ha asumido como objetivo programático.
La evolución del desempleo en los tres últimos años está empañando un balance hasta ahora favorable en el comportamiento del mercado de trabajo. Además de los descensos ininterrumpidos del paro desde 1995, la economía española ha registrado ritmos de creación de empleo significativos, absorbiendo el crecimiento de la población activa. Los muy favorables datos de afiliación a la Seguridad Social han dado cuenta de ello hasta el pasado mes de diciembre.
La otra señal adversa es, efectivamente, el descenso en ese mes de 277.340 afiliaciones a la Seguridad Social. Una inflexión en la tendencia (el año concluyó con un aumento del 2,5% sobre 2002) que probablemente se explica por las prácticas irregulares de empresas que dan la baja antes de las vacaciones para volver a contratarlas después. La sensibilidad de las cifras globales a esas prácticas sigue denotando una excesiva dependencia de nuestra economía de sectores que tratan de hacer de ese abaratamiento legalmente discutible una de sus principales ventajas competitivas. Con el resultado, claro está, de una manifiesta desprotección de los trabajadores afectados.
El Gobierno se preocupa más de disimular lo que las cifras indican que de combatir esas prácticas. Sin embargo, aunque sea cierto que las cifras de diciembre no permiten extrapolaciones exageradas, no puede ignorarse que la precariedad de las modalidades de contratación y la fragilidad de la protección siguen siendo notas características que han acompañado al crecimiento del empleo en los últimos años. El objetivo de crecimiento cuantitativo de puestos de trabajo no debería excluir la imprescindible mejora de su calidad.
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