Científicas españolas logran crear óvulos a partir de células sanguíneas
La técnica muestra parecidos con la clonación y ha sido ensayada en Portugal y Brasil
Dos científicas españolas han obtenido buenos resultados con una novedosa técnica para generar óvulos en mujeres que de otro modo no podrían producirlos. La técnica empieza de modo muy similar a la clonación, pero no pretende en ningún momento crear un embrión clónico, sino sólo un óvulo que contenga el material genético de la mujer, y que luego pueda ser fecundado in vitro por métodos convencionales. Los ensayos se han hecho en Portugal y Brasil para evitar problemas legales, pero las científicas van a pedir permiso en febrero para hacerlos en España. La ley española de Reproducción Asistida prohíbe la clonación, pero no había previsto este tipo de método.
De 110 ensayos, los científicos consiguieron 38 óvulos con número normal de cromosomas
"La pareja podrá tener un hijo con una dotación genética como si fuese suyo"
La técnica se conoce como semiclonación, o haploidización, y desde hace dos años ronda por un pequeño número de laboratorios en fase de pruebas experimentales. Consiste en tomar una célula sanguínea de la mujer estéril y extraerle el núcleo, que contiene el genoma completo. Ese núcleo se introduce luego en el óvulo de una donante a la que previamente se ha extraído su propio núcleo.
Hasta ahí el proceso es similar a una clonación. Pero entonces se induce la división del genoma del óvulo (meiosis), con lo que éste se queda con la mitad del material genético, al igual que los óvulos normales. Luego ese óvulo se fecunda con un espermatozoide de la pareja, que aporta la otra mitad del genoma para formar un embrión.
"Cuando una mujer no tiene óvulos, la única opción actualmente es recurrir a un óvulo de donante. Si desarrollamos esta técnica, a partir del óvulo de donante, la pareja podrá tener un hijo con una dotación genética como si fuese suyo. Es decir, que la mitad de los cromosomas provengan del padre y la mitad de la madre, aunque ésta no tenga óvulos", explica Nieves Cremades, directora del laboratorio de Ginecología del Hospital Universitario de Alicante. Cremades ya consiguió en 1998 el nacimiento de la primera niña en España concebida de un padre sin esperma.
Cremades explicó en el último congreso de la Asociación para el Estudio de la Biología de la Reproducción, celebrado en Granada el mes pasado, los resultados de las investigaciones que lleva a cabo en Portugal. "Tomamos 110 óvulos de donante, les quitamos el núcleo y le introdujimos el núcleo de un linfocito T [célula blanca de la sangre] de la mujer infértil", explica. Los científicos indujeron luego la haploidización con un compuesto químico. Los linfocitos T son células que se generan continuamente y que se encuentran de forma abundante en la sangre.
De los 110 óvulos de donante, Cremades y el investigador portugués Mario Sousa consiguieron que 38 se convirtiesen en haploides. Es una cifra muy alta. Para conseguir clonar a Dolly, los científicos utilizaron 277 embriones. Cremades concluye: "Parece que en el citoplasma [medio exterior al núcleo] del óvulo hay algo que induce la haploidización de forma natural, pero no sabemos qué es".
En el último año, varios grupos de investigación se han sumado a la investigación tras ver su potencial terapéutico y económico. El objetivo es que los padres con problemas de infertilidad no necesiten recurrir al semen y a los óvulos de donante y tengan hijos genéticamente suyos.
Otra de las pocas científicas que han investigado la haploidización es Carmen Mendoza, del departamento de Bioquímica de la Universidad de Granada. Mendoza publicó en la revista Human Reproduction un estudio en el que junto a Jan Tesarik, español de origen checo y uno de los mayores expertos en la materia, construyeron tres embriones con esta técnica. Los embriones siguen congelados en Brasil.
Mendoza y Tesarik utilizaron una técnica diferente a la de Cremades. Ellos, tras la clonación introdujeron un espermatozoide del marido, con lo que se formaba una célula triploide, con el triple de material genético de un óvulo normal. Entonces, y de forma casi espontánea, los científicos han visto que los genomas se combinan y expulsan parte de su dotación. "Hemos observado que todo ocurre de forma relativamente sencilla, porque es algo natural", explica Mendoza. Cremades, por su lado, no llegó a fecundar los óvulos creados.
Mendoza explica que una vez conseguidos los embriones es difícil dar el paso para implantarlos en una mujer. "Es muy arriesgado. Puede que algo salga mal sin que sepamos por qué. Aún faltan muchos estudios por hacer".
La técnica se ha aplicado con éxito en animales, pero la experiencia en clonación indica que este tipo de estudios no son inmediatamente extrapolables al ser humano.
El enésimo debate para la bioética
La semiclonación no está expresamente prohibida en las leyes internacionales. El Convenio de Asturias de Bioética, suscrito por España, prohíbe la creación de embriones y la clonación. Pero los investigadores no creen que sea aplicable a este caso. "Esto no es clonación. Esto es usar la técnica de la clonación para conseguir un embrión hijo de un padre y una madre, que no es un clon", argumenta Carmen Mendoza. Ésta es contraria a la investigación con embriones para obtener células madre. Mendoza pertenece al comité de bioética de la Junta de Andalucía y afirma que pedirá permiso para continuar en Granada con los ensayos.
Nieves Cremades va más lejos que Mendoza y no quiere que nadie asocie su trabajo con la clonación. Cremades ha investigado en Portugal y, afirma, no ha tenido pegas. Ahora espera traerse las investigaciones a Alicante. "Voy a pedir permiso a la Comisión Nacional de Reproducción Humana Asistida [el órgano asesor de Sanidad] para que me permitan hacerlo aquí". Cremades prevé pedir permiso en febrero, pero barrunta que antes de las elecciones no tendrá respuesta. Cremades no llegó a fecundar los óvulos creados.
La haploidización no sólo puede servir para las mujeres estériles, sino también para los hombres. En este caso, el núcleo de un linfocito del hombre se inyecta en un óvulo de la mujer. Se forma así una célula triploide que, después de la activación, se convierte en haploide y expulsa la mitad del material genético de la madre.
Los problemas que han observado los científicos es que los cromosomas del óvulo y del espermatozoide no siempre se asocian bien. En un artículo publicado en la revista Reproductive Biomedicine, Tesarik, de la clínica Margen, de Granada, concluye: "La mayoría de los problemas de la haploidización están bien definidos y se pueden abordar".
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