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OPINION DEL LECTOR
Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Las alegrías de CIEGSA

Hay dudas sobre la actuación financiera de CIEGSA; hay dudas sobre la política que la Consejería de Educación ha llevado a cabo en los últimos años. De esta gestión hay numerosos responsables, pero de la misma habría que pedir cuentas, entre otros, al máximo factótum, Eduardo Zaplana, al último consejero, Manuel Tarancón, al director general de Centros previo (hoy emigrante en otro ramo de la Administración), Herminio García, y, en fin, a quienes tenían encomendada la tarea de ejecutar el mapa escolar. Desde 1996, dice el actual secretario de Educación, hasta 256 colegios e institutos se han completado. Si tanto numerario se ha desembolsado, si tantos reparos se ponen por parte del Síndic de Comptes, si tanta perplejidad provocan los presupuestos y las obras, ¿qué cabe pensar de la proliferación de barracones? Por la misma época en que se erigían esos colegios de nueva planta, muchos contenedores se instalaban para acometer -decían- las urgencias edilicias.

En abril de 2002, la consejera de Educación de Cataluña, Carme Laura Gil, anunciaba el inicio de las obras de 76 centros escolares: con éstas y con otras construcciones se podía garantizar, añadía, la desaparición de los barracones prefabricados al empezar el curso 2004-2005. La historia ha desmentido ese vaticinio tan presuntuoso. Ni su Gobierno cesante verá cumplido dicho compromiso ni las condiciones reales lo permiten: aquel gabinete había abandonado la instrucción pública dejándola desasistida, con unos niveles materiales ínfimos. Hace un año, justamente, pudimos oír unas dudosas cuñas radiofónicas en las que las autoridades valencianas de entonces compendiaban su gestión en Educación. Se detallaban planes y se declaraban inversiones: los programas marchaban, el mapa escolar decían cumplirlo y los desembolsos crecían con el fin de asegurar la formación para todos, respetando, añadían, la libertad de enseñanza. Qué lejos queda todo eso, qué extraña resulta ahora aquella cantinela, cuando las carencias de Educación siguen sin resolverse, cuando los barracones aún perduran y cuando el Síndic de Comptes muestra su perplejidad, incluso su estupor, ante los sobrecostes y la desenvoltura edilicia de nuestros gobernantes.

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