Música cubana y flamenco tradicional de sangre y hierro
El diario The New York Times ha hecho su repaso de lo que allí llaman the highs, los puntos álgidos de la producción cultural del año que termina. Por lo que respecta a música popular, se publican cuatro listas de otros tantos críticos del periódico, cada una con 10 títulos. La correspondiente a Ben Ratliff, el más ecléctico de los expertos del periódico, está encabezada por Lágrimas negras, el disco conjunto de Bebo Valdés y Diego El Cigala. Se trata de un extraordinario reconocimiento para un disco que todavía no ha sido lanzado en Estados Unidos, aunque sí ha sido el más inesperado éxito de 2003 en España, reforzado por la posterior edición de un cuidado DVD.
Según Ratliff, "el señor Valdés, el pianista que ayudó a moldear la música cubana durante los últimos 60 años, se encuentra con El Cigala, cantante que hace flamenco tradicional de sangre y hierro, usando boleros como medio para fundir lenguajes y emerger con una tercera vía maravillosamente realizada".
En la lista de Ratliff, el disco de Bebo y Cigala está por encima de grabaciones de jazz (Wayne Shorter, Miroslav Vitous, The Bad Plus), rock de Detroit (The White Stripes), rock mexicano (El Gran Silencio, Café Tacuba), R & B y rap (Missy Elliott, Anthony Hamilton, R. Kelly). Los demás especialistas de The New York Times consultados son Jon Pareles, Kelefa Sanneh y Neil Strauss; respectivamente, han elegido como mejor disco del año a Fever to tell, de los neoyorquinos Yeah Yeah Yeahs!, Chocolate factory, del vocalista de R & B R. Kelly, y el doble Speakerboxxx/Love below, del dúo de Atlanta Outkast.
Cuba y el flamenco
Lágrimas negras es la materialización de una intuición largamente acariciada: que la colaboración de artistas cubanos y músicos flamencos, en igualdad de condiciones, podría generar resultados insólitos. Existían precedentes de voces aflamencadas atacando repertorio antillano -y también hay aires flamencos recreados por agrupaciones cubanas- pero fueron experimentos puntuales, hechos apresuradamente o por motivos coyunturales.
Fernando Trueba, que ya había propiciado el acercamiento del pianista dominicano Michel Camilo y el guitarrista flamenco Tomatito, contó para Lágrimas negras con un inoxidable repertorio de sones, boleros y coplas. La experiencia de Bebo Valdés, que también "habla" jazz, se aunó con la predisposición de Diego El Cigala a salir fuera del territorio específicamente flamenco. La agilidad de los demás acompañantes, de ambos lados del Atlántico, proporcionó la argamasa para que Lágrimas negras pudiera, como se dice en la jerga habanera, "caminar".
Babelia
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