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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Confianza empresarial

La confianza en que los negocios irán a mejor es uno de los pilares del crecimiento. Sin confianza, las mejoras en las condiciones económicas objetivas, como el abaratamiento del dinero, la flexibilidad laboral o el aumento del consumo, no se traducen en más inversión y se atasca la creación de empleo. Pues bien, parece que los empresarios españoles disponen de una reserva cuantiosa de confianza. El Barómetro de Empresas publicado ayer en el suplemento Negocios revela que éstas pronostican en 2004 un ejercicio mucho mejor que el vivido durante el año que se acaba: el 80% de las empresas consultadas espera aumentar la producción, el 40% piensa que crecerá el empleo, el 77% pronostica que crecerán sus beneficios y el 63% declara que elevará la inversión. Son porcentajes que reflejan una atmósfera de notable optimismo económico, muy superior al registrado en años anteriores.

Las empresas tienen sus razones para explicar este optimismo. El tirón de la demanda interna, que parece inagotable, es la causa principal; el empuje de la construcción, estimulada artificialmente desde el Gobierno, es otro argumento poderoso. No es extraño que el optimismo más acusado se detecte en las empresas constructoras ni que aumente la valoración del equipo económico del Gobierno. No hay que olvidar tampoco que las expectativas de crecimiento del consumo se apoyan en una evolución firme del empleo, aunque ensombrecida por la elevada tasa de temporalidad.

Pero los empresarios también aprecian causas de inquietud. Les preocupan la inflación y la eventual subida de los tipos de interés, y deploran la escasa iniciativa del Gobierno en un ámbito tan decisivo para el futuro como la inversión en I+D. El diferencial de precios con Europa está minando la competitividad de la economía de forma tan persistente como indolora, quizá por eso el Gobierno se resiste a emprender políticas antiinflacionistas activas que vayan más allá de los discursos. Pero lo que sin duda tendría un efecto más peligroso e inmediato sobre el crecimiento es un cambio de tendencia en la evolución reciente del coste del dinero. Si el BCE se decide a elevar los tipos de interés durante el año entrante, los efectos pueden trasladarse con cierta rapidez a la economía española, en forma de menor disposición al consumo o, por ejemplo, a la adquisición de viviendas. Son los riesgos de una estrategia demasiado dependiente de la demanda y de la construcción.

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