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Entrevista:Pasqual Maragall | Presidente de la Generalitat | RELEVO EN LA GENERALITAT DE CATALUÑA

"Aznar lleva a España contra las rocas"

Pregunta. Su programa contiene unas 500 medidas. ¿Cómo se jerarquizan?

Respuesta. Enseñanza, sanidad y estilo de gobierno. La jerarquía es: nuevo Estatuto, financiación y medidas sociales; éste es el núcleo del acuerdo.

P. ¿Cuál es el punto de partida?

R. Enseguida lanzaremos un plan de actuación para los primeros 100 días. Partimos de un patriotismo civil no basado en el linaje, sino en el futuro. Un patriotismo como el francés, el americano, el ruso... Los que han hecho revoluciones. Los que le han dicho al pueblo: "Tú mandas". El pueblo se ha hecho nacional en la medida en que ha visto que su Estado le reconocía una mayoría de edad. Sí, es verdad que el Estatuto y la Constitución ya los reconocen, pero hace falta que la gente siga viendo lo que vio en los principios de las grandes revoluciones, un salto de gigante en materia de reconocimiento de derechos. ¿En qué derechos? En todos aquellos que, superada la primera etapa, que fue muy positiva, han aparecido como los nuevos problemas no resueltos: el envejecimiento y los servicios relativos al envejecimiento, las guarderías, la necesidad de un sistema más similar al escandinavo. ¿Por qué los jóvenes no se van de casa en Cataluña y en España? Porque no tienen vivienda y fundamentalmente porque la vivienda de alquiler no existe en este país, el de Europa que menos alquileres tiene. Nosotros proponemos que la mitad de las 42.000 viviendas que proyectamos construir sean de alquiler.

"El Concierto vasco es una referencia; pero no pedimos ese sistema, sino los resultados"
"Nos proponemos construir 42.000 viviendas, la mitad de ellas de alquiler"
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P. ¿Como lo van a hacer?

R. Lo primero que hay que hacer es desgravar los alquileres.

P. Pero la vivienda es el motor de la economía en España, ¿no teme que se resienta?

R. Hay una miopía brutal, tanto de la derecha catalana como de la española, consistente en enfatizar que los ciudadanos posean una vivienda. Y tal como está el mercado de alquiler, claro que la quieren tener, porque es la mejor inversión. Esta tendencia es la que hay que romper. ¿Y esto qué tiene que ver con el patriotismo? Pues mucho. Porque sólo cuando la gente vea que su vida personal, afectiva, en el día a día, si se va de casa o no se va, si se casa o no se casa, si tiene hijos o no los tiene, si tiene que cuidar ancianos o no... Cuando vea salidas a todo esto se dará ese nuevo patriotismo civil que las izquierdas, que nosotros, queremos.

P. ¿Otra medida de choque será la educación?

R. Sí, tiene mucho que ver, evidentemente. El mercado de la vivienda es tan sensible, tan fino, que se degrada de forma rapidísima el valor de las propiedades en aquellos bloques en los que se sospecha que vive gente que no podrá pagar, normalmente inmigrantes. Y la vivienda tiene que ver con la escuela. Una parte de estos efectos perniciosos, que son acumulativos y muy rápidos, se producen y se expresan en la queja de la ciudadanía: "Mi hijo antes iba a una escuela que estaba bien y ahora ya no lo está". Los inmigrantes llegan todo el año y, de alguna forma, desestabilizan la escuela.

P. En este sentido, ha habido algunas poblaciones catalanas que han distribuido la inmigración de forma equitativa. Esto en una ciudad como Barcelona comporta unos problemas bastante graves de movilidad de alumnos, de redistribución... ¿Van a enviar hijos de inmigrantes a los colegios religiosos de los barrios altos?

R. Esto requiere depositar una nueva confianza en los ayuntamientos, que hasta ahora no ha existido. Las autoridades locales deben tener más peso en las comisiones de matriculación, porque son las únicas que pueden hacer los cálculos de trayectos o de redistribución territorial. Los ayuntamientos deben dejar de sentir que no tienen la confianza de la Generalitat, como ha sucedido en los últimos años.

P. ¿Todo esto se financiará con un concierto a la vasca?

R. Pretendemos alcanzar progresivamente los mismos resultados en 10 años. Progresivamente.

P. ¿La financiación autonómica es fundamental para aplicar este programa de actuación del Gobierno o es una cuestión de principio?

R. No son cosas contradictorias. Abordar el programa con una financiación suficiente es una cuestión política.

P. Pero, dentro del presupuesto actual de la Generalitat, que alcanza los tres billones de las antiguas pesetas, ¿no hay margen para hacer cosas?

R. El problema no es el presupuesto actual. El problema son los cajones vacíos. Tengo la convicción de que hay muy poco dinero y muchas cosas que pagar. Entre otras, las últimas inversiones realizadas por lo que ellos [CiU] llaman el método alemán, como la nueva línea 9 de metro, que la están financiando los constructores. Eso significa que tendremos que pagar muchos intereses.

P. Si otras comunidades prósperas, como Madrid o Baleares, se apuntan a su tesis, ¿qué queda para la Hacienda española?

R. El sistema diferencial vasco ha sido siempre un punto de referencia para los catalanes. Pero no pedimos el sistema, pedimos los resultados, y los pedimos a medio plazo. Si fuera para mañana, y si fuera un concierto, yo entendería el desconcierto de algunos. La reforma del sistema de financiación que ha hecho el Gobierno del PP es desastrosa, porque antes estaba prevista una revisión periódica, y ahora no. Por tanto, tendremos que ir a por un sistema diferente. Este sistema renovado debe cumplir con una equidad que ahora no se observa y, al mismo tiempo, una solidaridad que hay que cumplir. Por supuesto, será difícil. Habrá tiras y aflojas. Los alemanes se enzarzan cada año, cuando hay absoluta transparencia de balanzas fiscales. Aquí, Rodrigo Rato [vicepresidente primero y ministro de Economía] se ha negado porque dice que publicitar las balanzas fiscales "enconaría los ánimos". Lo que encona los ánimos es lo contrario: la oscuridad, la falta de transparencia, porque entonces todo el mundo está titulado para decir las cifras que le pasan por la barretina.

P. Tampoco los Gobiernos del PSOE publicaron esas balanzas.

R. Probablemente entonces ni se pedía. Es un error. La transparencia es la base de la solidaridad y de la equidad.

P. ¿Cómo contesta a la inquietud de algunos según los cuales "si los catalanes quieren más financiación, será a costa de las comunidades menos prósperas"?

R. No me extraña esta reacción. Pero ya hace años que explico que la esencia de la solución es el principio de pagar por renta y recibir por población, con algunas correcciones. Con el matiz de que las inversiones, por lo menos en las grandes áreas metropolitanas -Madrid, Barcelona, Valencia, etcétera- debe ser equivalente por habitante. Esto ha conducido hacia una fórmula que es la de hacer la inversión más proporcional al PIB que a la población, y no como ocurre ahora, en que un 30% de las inversiones libres del Estado se concentra o pasa por una comunidad determinada. Estos principios se aceptan. Se me dice: "Correcto, pero también tiene que haber una financiación especial para las comunidades autónomas con retraso estructural". Estoy de acuerdo, pero esto debe periodizarse en el tiempo y tendiendo a un aterrizaje suave. De lo contrario, es decirles a las autonomías que sufren esta situación que siempre estarán subvencionadas, cuando de lo que se trata es de que salgan de la situación de retraso. Es lo que ocurre en Alemania y en toda la Unión Europea con la política de fondos estructurales. Habrá mucha discusión, pero nos entenderemos.

P. La aparición del tripartito "catalanista y de izquierdas" ha supuesto un terremoto...

R. Ha provocado una euforia muy considerable en un espectro de población que va mucho más allá de los votantes del tripartito. Porque incluso muchos votantes de otras opciones políticas se percatan de que finalmente somos un país normal, un país europeo normal que no tiene una sola cara, que no tiene un solo acento, que es capaz de enviar el Gobierno a la oposición y la oposición al Gobierno. Tenemos el orgullo de formar parte de un país que es capaz de cambiar de gobierno.

P. En este Gobierno faltan mujeres. Usted se comprometió a un mínimo del 40%.

R. Nosotros [se refiere al PSC] pretendemos cumplir con la cuota que nos corresponde. Y también entendemos que los partidos un poco más pequeños tengan más dificultades. Éste es un Gobierno sin precedentes. Se ha hecho sobre la base de sumar una serie de propuestas que mutuamente nos parecen razonables. Estamos creando una tradición de Gobiernos de coalición, que es la que existe en toda Europa.

P. Además de esa euforia, el terremoto ha causado inquietud entre gentes progresistas del resto de España. Dicen que su mensaje es de más nacionalismo, no de izquierdas.

R. No es cierto. Ocurre que el centro de gravedad de la política española se ha ido desplazando no hacia menos nacionalismo, sino hacia otro nacionalismo, que no es el de los llamados nacionalismos periféricos. Esto provoca que cualquier cosa que pase ahora en el terreno de la afirmación catalana aparezca como radical. Pero los radicales no somos nosotros, el radical es el Gobierno español, que además ha buscado en la radicalización de los contrarios una parte de la justificación para la suya. Por eso, aunque nosotros no lo seamos, nos acusan de extremistas. Quieren justificar su propio extremismo.

P. ¿Esta tensión durará?

R. Sólo hasta las elecciones generales, que se harán en esta clave. El Partido Popular lo ha anunciado muy claramente con las últimas medidas legales. Aznar ha explayado todo su nacionalismo y ha aumentado la tensión desde que tiene mayoría absoluta. Pero esto empieza a terminarse con el cambio en Cataluña. Miren, Esquerra Republicana ha manifestado claramente su intención de contribuir al vuelco de la mayoría española e incluso de la gobernación española. Esto tiene antecedentes, como la presencia de Jaume Carner, enviado por Esquerra, en los primeros Gobiernos de Azaña, quien le calificó de su mejor ministro. Negoció el Estatuto con extrema sabiduría. Se ha acabado el sofisma impuesto estos años por Convergència i Unió según el cual Cataluña, para ser Cataluña, debía abstenerse de participar en la nación española, y todos los que lo hicieran eran sospechosos. Un partido más catalanista, Esquerra, ha roto el tabú. Lo que coloca a CiU en posición difícil, intentar ser más catalanista y más de izquierdas que Esquerra, lo que no podrá mantener.

P. Otra ola del terremoto. El ministro Zaplana le ha insinuado la amenaza de cárcel, como a Ibarretxe.

R. Companys fue a la cárcel. Pero no volverá a pasar. El Gobierno de Aznar se equivoca. Pretende recrear la situación de marzo de 2000, cuando consiguió la mayoría absoluta gracias a la ruptura de la tregua por parte de ETA, asesinando a Fernando Buesa. Ahora la situación es diferente, hay que reconocer que la política antiterrorista ha dado resultados, en parte también porque la cooperación europea ha sido más importante.

P. ¿Confía en una victoria de Zapatero?

R. Sí.

P. Pues las encuestas no la auguran.

R. Pero ¿ustedes creen en las encuestas?

P. Nosotros preguntamos. Su alianza con Esquerra e Iniciativa ¿no beneficia la cruzada del PP en torno a "la unidad de España en peligro" y a la imagen de Rajoy?

R. Será su opinión, no la mía. La gente normal ya no cree en fantasmas. Ve hechos y resultados. Y el hecho es que las comunidades españolas más pobladas, Andalucía y Cataluña, tienen Gobiernos presididos por socialistas. Esto inducirá a pensar con mayor ecuanimidad y a un menor impacto de las amenazas del Gobierno de Aznar.

P. Zapatero le ha ayudado, ¿cómo le ayudará usted?

R. No sólo yo, nuestro aliado Josep Lluís Carod [secretario general de ERC] ya lo ha hecho, ha ido a Madrid a explicarse y ha manifestado su voluntad de apoyar un Gobierno de izquierdas en España, incluso de participar en él.

P. Pero cuando usted habla de su incomodidad con la España actual, mucha gente tiembla, piensa que no se refiere al modelo aznarista, sino al hecho mismo de España.

R. Hay que preguntarse por qué se ha producido este cambio en Cataluña y por qué se producirá en el conjunto de España. En buena medida porque los ciudadanos se han dado cuenta de que la gobernación de Aznar lleva a España contra las rocas. Su concepción provoca la incomodidad de muchas autonomías y de muchos autonomistas de diferentes orígenes ideológicos. España quiere parecerse a la Alemania federal. ¿Federalismo con diferencias? No está escrito que el federalismo no pueda exhibir diferencias. Es más, el Estado autonómico ya las recoge, y la más grande es el concierto.

P. Pero el concierto siempre ha sido acusado de ser un factor de insolidaridad.

R. Está en la Constitución. ¿Es insolidaria la Constitución? España ha construido un sistema político de corte federal, no federal nominalmente, en el cual también se admiten diferencias de carácter cultural, lingüístico y fiscal. Bueno, pues es un sistema federal con una admisión de las diferencias. La igualdad no consiste en hacer a todo el mundo igual, sino en respetar los derechos de todo el mundo por igual.

P. ¿Cómo mantener en estas circunstancias siempre ruidosas de precampaña de las generales el arranque de una obra de gobierno sustentado en una coalición a la que será difícil mantener la coherencia de sus discursos y hacer cada cual campaña al mismo tiempo?

R. Seremos coherentes, en lo fundamental. Por supuesto, en unas elecciones cada cual lanza sus ideas y tiene derecho a hacerlo, no faltaría más.

P. ¿Su pronóstico?

R. El escenario es el de una parcelación bastante importante de las opiniones, la inexistencia de la mayoría absoluta y, por tanto, la necesidad de una mayoría parlamentaria plural.

P. ¿Con CiU apartada del poder autonómico?

R. En los grandes acuerdos multipartidistas referentes a la estructuración de las leyes fundamentales de este país, el Estatut y, en su momento, la Constitución, muy probablemente habrá una cierta convergencia de Convergència con la mayoría, tanto aquí como en Madrid. No sin problemas. El clima cambiará, a mejor.

P. Usted es también el presidente de los electores de CiU.

R. De todos... Se lo dije el viernes a mis compañeros en la comisión ejecutiva: no dejo de ser el presidente del PSC, pero paso a ser el presidente de algo más amplio, por lo que mis amores se tendrán que repartir. Quiero ser el presidente de todos los catalanes y, por tanto, también de todos los que han votado a Convergència.

P. En la oposición, está muy activo el líder del PP catalán, Josep Piqué.

R. Piqué puede apostar por quedarse en Cataluña, lo que daría a la situación política catalana también otro cambio, porque hasta ahora, pese a la voluntad de algunos diputados populares, el PP ha trabajado evocando los intereses generales, pero sin lograr un espacio político autónomo. No sólo creo que eso es posible, sino que apostaría a que lo será.

P. Estos días han pasado por el Parlamento catalán dirigentes socialistas vascos que envidiaban la existencia de Esquerra y dirigentes nacionalistas vascos que envidiaban un socialismo como el catalán...

R. Creo que todos los partidos vascos buscan salir de la situación en la que está el país. Todos. Cada uno a su manera. Creo que el mejor servicio que puede prestar Cataluña es plantear francamente, y casi diría amigablemente, su propuesta. Es importante que Cataluña pase de la queja a la propuesta porque en la medida en que esto sea percibido como una propuesta, no de ruptura, mejorarán las cosas. Cataluña puede contribuir generando una discusión honesta sobre el contenido del Estado de las autonomías. Ello puede ayudar también a la solución del problema vasco. Indirectamente, no porque nosotros tengamos que decirles lo que tienen que hacer ni proponer nuestro modelo de partidos como el mejor, sino porque en la medida en que el problema de la diversidad española aparece como más general y más tranquilo, se percibe como más solucionable, menos trágico.

P. ¿Qué significa que el catalán sea cooficial en toda España?

R. Esto se ha entendido mal. Esto del catalán en España no quiere decir que todo el mundo pueda ir a Andalucía, hablar en catalán y que le entiendan. Esto no tendría sentido alguno. Se trata de que el Estado español defienda el catalán, porque si sólo lo defienden los catalanes, puede ser visto como una manía, o como una especie de egoísmo, o como una especie de reafirmación de la propia personalidad, que lo es. Pero estamos en un Estado que, según la Constitución, es plurinacional. Como decía hoy [por el viernes] Josep Lluís Carod, hay más catedras de catalán en universidades inglesas o suecas que en las españolas.

P. ¿Y esto en qué se debe traducir?

R. Estoy hablando de gestos y de afirmaciones politicas y culturales. Todo esto ya irá viniendo, pero mientras tengamos la dictadura de estas escuelas de pensamiento histórico que afirma que el catalán no desapareció porque el Gobierno español o el Estado español lo impusiera, sino porque a los catalanes les interesaba comercialmente..., cosa que también es verdad pero no la verdad, dicho así es una mentira, es una perversión de la realidad. Tiene que haber un nuevo clima, y lo crearemos, catalán-castellano.

P. ¿El proceso de normalización, de consolidación del catalán, irá acompañado de medidas punitivas, de sanciones...?

R. Yo no creo que esto sea necesario. Yo creo más en la incentivación que en la prohibición o el castigo. Los castigos consiguen todo lo contrario a lo que pretenden conseguir.

Pasqual Maragall, ayer en el despacho presidencial, tras la toma de posesión.
Pasqual Maragall, ayer en el despacho presidencial, tras la toma de posesión.CARMEN SECANELLA
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Maragall (PSC), Saura (ICV-EUiA) y Carod (ERC) saludan desde el balcón del Palau de la Generalitat.SUSANNA SÁEZ

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