El 'gore' más desastrado
He aquí una mezcla cuanto menos incendiaria: primera película de un músico de heavy metal, Rob Zombie, y deudora, desde el punto de vista argumental, de la interminable serie de películas que homenajean, copian o sencillamente fusilan La matanza de Tejas o La casa... se muestra, no obstante, desde el punto de vista formal más cerca de un filme de vanguardia que de los habituales estándares de este tipo de insondables memeces. Solarizaciones, virados en color, imagen fragmentada e inestable, utilización ejemplar de la ironía dramática son sus personalísimos rasgos de estilo, inesperada flor artística en el lodazal del gore más desastrado.
Sin embargo, en lo que cuenta para un amante de estas cosas, la película se comporta como un cuidadoso a la par que malsano y enfermizo catálogo de perversiones: exhibe sin tapujos el sadismo patriarcal que es lo más habitual del subgénero de casas trampa y visitantes inocentes; juega desembozada aunque también bastante púdicamente con los atractivos sexuales que le presta la debutante Sheri Moon, e incluso hace un guiño a los espectadores de los setenta resucitando a la malograda Karen Black. Finalmente exhibe una escalofriante escenografía y unos personajes, medio cyborgs, medio humanos, cosas que a uno le sugieren preguntas sin respuesta posible. Y deja constancia de una mirada perturbadora, y perturbada: Zombie podrá ser cualquier cosa, pero el día que se ponga a hacer cine habrá que tenerlo en cuenta... si su enfermizo imaginario se lo permite, claro.
LA CASA DE LOS MIL CADÁVERES
Director: Rob Zombie. Intérpretes: Sid Haig, Billy Moseley, Sheri Moon, Karen Black, Chris Hardwick. Género: terror, EE UU, 2003. Duración: 88 minutos.
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