Chirac anuncia una ley contra el velo y las grandes cruces en la escuela
El presidente francés rechaza crear una festividad judía y otra musulmana en los colegios
Miles de estudiantes de las escuelas francesas habrán de renunciar al velo o al pañuelo islámicos, la kipá o la cruz católica en el próximo curso. Así lo anunció ayer el presidente de la República, Jacques Chirac, el mismo día en que una chica de 12 años fue expulsada de un colegio de Thann, en el este de Francia. Con un tono mesurado, pero muy firme en el fondo, el primer mandatario confirmó la promulgación de una ley que proscribirá los signos religiosos "ostensibles" en los centros públicos y garantizará la vuelta a la escuela "mixta", es decir, aquella en que chicos y chicas comparten actividades, "incluidos los deportes". El presidente pidió también "tolerancia cero" para las conductas antisemitas.
Chirac retuvo todas las prohibiciones sugeridas por el comité encabezado por el mediador de la República, Bernard Stasi, pero no admitió la única compensación que a aquellos se les había ocurrido: la equiparación de una festividad judía y otra musulmana a las católicas. "Ya hay demasiadas fiestas", sentenció el presidente. Desde un punto de vista académico, no le falta razón. El calendario francés incluye largas interrupciones vacacionales y un descanso en mitad de cada semana. Como los demás miércoles, ayer tampoco hubo clases, porque existe la tradición de dejar este día libre para que las familias puedan ocuparse, si lo desean, de la educación religiosa de la prole. Chirac sólo garantiza que ningún estudiante será molestado por tomarse libre el día de su fiesta religiosa, siempre que el centro sea avisado.
Esta lógica organizativa conduce a que el calendario de fiestas gire en torno a algunas de tradición católica, además de otras civiles y patrióticas. Chirac no podía ceder porque la comisión había propuesto también reconocer fiestas religiosas en el trabajo, cuando el Gobierno, empeñado en aumentar el tiempo laborable, había decidido suprimir la festividad del lunes de Pentecostés. Además de la defensa del laicismo en la función pública Chirac anunció estas disposiciones:
- Signos y vestimentas. Se prohíben las vestimentas y signos que manifiesten "ostensiblemente" una confesión religiosa, en las escuelas y centros de enseñanza media de carácter público. Se permiten "los signos discretos", por ejemplo una cruz "de tamaño no excesivo", una estrella de David o un pequeño Corán.
- Enseñanza de religión. Al margen de lo que hagan las escuelas confesionales, en las demás "es primordial desarrollar la enseñanza del hecho religioso", para "enraizar el respeto, la tolerancia, el espíritu de diálogo con el conocimiento y la comprensión de los demás".
- Empresas. Habrá una concertación social para que las empresas puedan reglamentar vestimentas y signos religiosos de los empleados. Si no hay concertación, se hará por ley.
- Discriminación. Habrá "una autoridad independiente encargada de luchar contra todas las formas de discriminación", que será instalada a principios del año próximo.
- Paridad hombre/mujer. Más adelante se tomarán medidas que mejoren la igualdad profesional entre las mujeres y los hombres, considerándolas "la nueva frontera de la paridad". Está implícito el mensaje de que si la izquierda intentó la paridad en la política, él la prefiere en el mundo laboral y profesional.
¿Por qué hace Chirac todo esto? Su equipo había escogido a 400 representantes de comunidades religiosas y asociaciones cívicas para que escucharan al presidente en El Elíseo. Ante este auditorio habló de responder a los "factores de tensión" que amenazan a la República, y enumeró: la globalización "desestabiliza a los individuos, les empuja a veces al repliegue"; las grandes ideologías, "el oscurantismo, el fanatismo", ganan terreno; se agravan las diferencias entre barrios ricos y pobres. En este contexto, romper la neutralidad religiosa del Estado es un peligro. El mensaje va dirigido contra el funcionamiento de las comunidades religiosas o étnicas en los países anglosajones: Chirac prefiere atarse al palo mayor del barco de una República que no reconoce comunidades ni "discriminaciones positivas".
Por eso evocó también la obligación de los extranjeros de integrarse en Francia, aprendiendo su lengua y comprometiéndose a respetar sus normas, y recordó los criterios de "mérito y capacidad" como los únicos que se reconocen en la República: un reproche muy claro al popular ministro del Interior, Nicolas Sarkozy, por su idea de nombrar un "prefecto musulmán".
A favor de Chirac reaccionaron dirigentes religiosos que se sienten próximos a él. Por ejemplo Dalil Boubakeur, presidente del Consejo del Culto Musulmán, quien llamó a los musulmanes "a la sabiduría, a la reflexión y a la calma". Su voz es minoritaria dentro del organismo que dirige: para la Unión de Organizaciones Islámicas de Francia (UOIF), Chirac pretende reducir las libertades.
Por el contrario, el secretario general del Episcopado consideró que el laicismo del presidente "parece dialogante y no combativo" y le parece tranquilizador que se puedan llevar cruces o medallas pequeñas. No hay crucifijos en las escuelas públicas ni constancia de incidentes por estudiantes que llevan cruces. Casi todos los conflictos se deben a los pañuelos o velos islámicos, amén de algunos incidentes antijudíos.
Un código laico para funcionarios
"Debemos reafirmar con fuerza la neutralidad y el laicismo del servicio público". Esta fue una de las frases más contundentes del presidente francés, Jacques Chirac, en su discurso de ayer sobre el laicismo, que da origen a dos obligaciones: la de todos y cada uno de los funcionarios, de no mostrar sus propias creencias u opiniones durante el servicio, y la de los usuarios, de no recusar a un funcionario o agente del servicio público en función de convicciones religiosas.
La llamada general al orden tiene que ver con los incidentes registrados en algunos hospitales, donde las mujeres musulmanes rechazan ser atendidas por médicos o enfermeros varones. Chirac hizo referencia específica a ello: "En el hospital, nada puede justificar que un paciente rehúse, por principio, hacerse tratar por un médico del otro sexo. Es preciso que una ley consagre esta regla para todos los enfermos que se dirigen al servicio público".
La neutralidad y el laicismo del servicio público se verá reafirmada con un nuevo texto normativo. Chirac lo llamó "Código del laicismo" y especificó que se entregará a todos los funcionarios públicos el día de su incorporación al trabajo. La denominación utilizada apunta a una norma con el mismo rango legal que la de los códigos civil o penal, destinada a reunificar disposiciones dispersas o, tal vez, a introducir cambios en el sistema de funcionamiento del sector público.
Hay cinco millones de personas implicadas en el servicio al Estado, a las otras administraciones (principalmente locales) y a las empresas y servicios públicos. Esta columna vertebral de la República es la parte de la población activa donde los sindicatos conservan mayor fuerza.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.