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Reportaje:EL NUEVO GOBIERNO DE CATALUÑA

"Toneladas de buena fe"

Maragall dedica su primera visita a una escuela pública con un 35% de hijos de inmigrantes

Enric Company

Después de los dos días de grandes debates políticos, y de emociones no menos grandes, Pasqual Maragall se sumergió ayer en lo que más le preocupa: el mundo de los barrios populares de Cataluña donde se concentran los problemas. El ya nuevo presidente de la Generalitat dedicó una hora de su primer día después de la investidura parlamentaria para escuchar cómo los maestros de las tres escuelas públicas y el parvulario de Canovelles, en el cinturón industrial de Barcelona, le contaban los problemas de la enseñanza, que en buena medida son también problemas sociales.

Una nube de niños y niñas se lanzó sobre el Audi negro con que Maragall llegó poco después de las 17.00 a la escuela pública Congost, donde le esperaban, expectantes y gratamente sorprendidos, el profesorado, los alumnos, los padres y las madres, y los abuelos que habían ido a recogerles, además del alcalde y los concejales.

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Los niños querían que les firmara un autógrafo, y alguno lo consiguió. Pero tan contentos como ellos, estaban las maestras y maestros de las tres escuelas de esta localidad de la segunda corona de Barcelona.

La elección de Canovelles no fue casual. El 12% de sus 24.000 habitantes son inmigrantes del extranjero. El profesorado explicó a Maragall en los 50 minutos que duró la reunión con él, que entre los 400 alumnos del colegio Congost hay un 35% niños de "otras etnias", incluida la gitana. El alcalde, Francesc Martos, dijo que muchos han nacido ya en Cataluña, pero en familias de 22 nacionalidades distintas. En los otros dos colegios públicos de esta ciudad estos porcentajes son del 10% y el 24%.

También le contaron, según explicó tras la reunión una de las maestras, que después de comenzar el curso han llegado a sus aulas 54 nuevos alumnos de familias inmigradas. Son niños que hablan los idiomas más dispares, y ni palabra de catalán o castellano. "Van llegando alumnos durante todo el curso, pero las plantillas no se aumentan", dijeron.

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Maragall, que iba acompañado de su esposa, Diana Garrigosa, se dedicó sobre todo a escuchar, como había prometido durante la campaña electoral. También había proclamado que su primera visita como presidente sería a una escuela pública. Y lo hizo, en un gesto cargado de significado, por escuela y por pública, tras una campaña en la que Jordi Pujol reconoció haber beneficiado, incluso con trampas legales, al sector concertado y en la que los colegios privados religiosos han expresado su temor a perder el trato preferente logrado de los Gobiernos de CiU.

A la salida, el presidente electo lanzó un mensaje que lo mismo valía para la enseñanza y la inmigración como para todo lo que le espera. "Los problemas no se solucionan hablando, pero sin hablar no se resuelven", afirmó. Su experiencia como gobernante le aconseja no hacerse ilusiones y confiar sobre todo en el trabajo. No basta la buena fe, dijo, que de todas formas es también necesaria. Por esto, aseguró que el nuevo Gobierno catalán "pondrá toneladas de buena fe y estudio" para mejorar las escuelas. Con el objetivo de que los niños de Cataluña "puedan tener la escuela que soñaron sus padres" y puedan recordarla como la mejor.

Pasqual Maragall, durante la visita al colegio Congost de Canovelles, en la tarde de ayer.
Pasqual Maragall, durante la visita al colegio Congost de Canovelles, en la tarde de ayer.JOAN SÁNCHEZ

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