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Tribuna:LA CAPTURA DE SADAM | La resistencia
Tribuna
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Las implicaciones de la captura de Sadam

La captura de Sadam Husein es la noticia más importante en Irak desde la caída de Bagdad el 9 de abril. Marca un nuevo comienzo para el pueblo iraquí y también para la Administración Bush. Es poco probable que esta detención suponga una mejora drástica de la inseguridad en un futuro inmediato. El asesinato el domingo de 17 agentes de la nueva policía iraquí es un trágico recordatorio.

La prioridad de la Autoridad Civil Provisional (CPA) dirigida por el estadounidense Paul Bremer es interrogar al prisionero para obtener información sobre la insurrección: identificar a sus líderes, infraestructuras, fuentes de financiación y refugios. No se sabe si Sadam era solo una fuente de inspiración para los insurrectos o los dirigía activamente.

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La transición política de Irak depende de un entorno más seguro, que sólo puede ser garantizado por unos servicios secretos eficaces, que ha sido el principal obstáculo en la lucha contra los insurrectos. La captura de Sadam permite pensar que la situación está mejorando. Es probable que el resultado de la batalla cambie a largo plazo si hay mejores servicios de espionaje, una moral más alta en la coalición, una rebelión desmotivada y sin líderes, y en último término, unos civiles menos temerosos y revitalizados. Es más probable que el pueblo coopere ahora con la CPA y que participe en la reconstrucción de su país. El éxito final en Irak depende en última instancia de esto.

Sin embargo, la realidad nos hace ver que el abanico de oportunidades que se presentan es limitado y que el recién adquirido sentimiento de esperanza puede tener una corta duración si ese mismo pueblo no percibe una mejora sustancial en su vida cotidiana. Debe haber una mayor participación de la comunidad suní, que es la principal fuente de apoyo de la rebelión. Fomentar un nuevo liderazgo de base popular entre los suníes es esencial. Han de sentir que están representados e involucrados en el nuevo Irak.

Desde el verano se ha producido un lento desgaste de la credibilidad de Estados Unidos, sobre todo en Irak. La captura de Sadam fomenta una nueva dinámica y permite a la Administración Bush retomar la iniciativa política. Desde el punto de vista interno, sus beneficios políticos son evidentes. Hasta ahora, la posición de ventaja de Howard Dean como figura visible de los demócratas se debía a su postura sobre Irak. La caída de Sadam puede despojarle de esa ventaja y estrechar las diferencias con los otros precandidatos demócratas.

Dos asuntos determinarán las elecciones de EE UU en noviembre: Irak y la economía. Los indicadores apuntan ya a una recuperación en 2004. Si la captura de Sadam viene acompañada ahora de una mejoría en la seguridad y de una transición política satisfactoria, George W. Bush tendrá garantizado un segundo mandato.

La detención de Sadam ofrece un nuevo impulso para tender un puente entre las posiciones a cada lado del Atlántico y de mejorar las relaciones entre tres organismos clave: Naciones Unidas, OTAN y Unión Europea. La detención puede fomentar una mayor cooperación en el Consejo de Seguridad de la ONU, sobre todo entre EE UU y Francia; dar un mayor vigor a las discusiones sobre una presencia oficial y significativa de la OTAN en Irak; y establecer un entorno de negociación más positivo en la siguiente ronda de debates en la UE sobre la Constitución Europea. Las divergencias sobre Irak fueron parcialmente responsables de la atmósfera enrarecida en la fallida cumbre de la UE en Bruselas, sobre todo entre Francia y Alemania (opuestos a la guerra) y España y Polonia (dos miembros activos de la coalición).

A todos aquellos en Oriente Próximo que desean reformas y el final de los Gobiernos represores, la caída de Sadam Husein les trae esperanzas. Las imágenes de un cautivo cansado y desaliñado han hecho añicos el mito del Sadam invencible. Aunque los habitantes de Oriente Próximo estén muy satisfechos de ver el final de Sadam, muchos se sienten humillados por el hecho de que uno de los suyos fuera capturado con tanta facilidad como una rata en su agujero por las fuerzas estadounidenses. Un muerte valerosa en plena batalla, como la de sus hijos Uday y Qusay, hubiera sido preferible para el orgullo árabe. La captura de Sadam también puede revitalizar el proceso de paz en Oriente Próximo, al igual que la caída de Bagdad sirvió de catalizador de la Hoja de Ruta (hoy en un callejón sin salida). El año 2004 puede representar un nuevo impulso para la paz.

Cómo, cuándo y dónde será juzgado Sadam Husein tendrá implicaciones para el futuro de Irak y de Oriente Próximo. Existen varias opciones. Para los partidarios de la Corte Penal Internacional, un juicio en La Haya sería lo mejor. Sadam representa la quintaesencia del criminal de guerra internacional. Existen pruebas abrumadoras contra él, entre las que se incluyen las guerras contra Irán y Kuwait, la utilización de armamento químico contra los kurdos en 1988 y las casi 300.000 personas que han sido asesinadas a lo largo de sus décadas en el poder. Según los cálculos más conservadores, las fuerzas de Sadam asesinaron a unas 50.000 personas durante la sublevación chií tras la guerra del Golfo de 1991. Pero un juicio en La Haya es poco probable debido al rechazo de Washington a esa Corte Penal Internacional.

Otra opción es un juicio tipo Nüremberg, es decir, un tribunal internacional establecido en suelo iraquí. Éste sería autorizado por el Consejo de Seguridad que ya creó tribunales específicos para Ruanda y Yugoslavia, aunque esos tribunales existan fuera de las zonas de conflicto. Dicho tribunal ad hoc estaría formado por jueces internacionalmente reconocidos de todas partes del mundo, incluyendo Oriente Próximo.

Lo más probable es un juicio conducido por el tribunal especial creado por el Consejo de Gobierno iraquí a principios de diciembre. La legitimidad de esta instancia debe de que consolidarse en los próximos meses, a medida que se avance la transición política y culmine con la transferencia de poder a un Gobierno local programada para el 1 de julio de 2004. Además, tiene que obtener algún tipo de reconocimiento internacional para revestirle de una mayor legitimidad.

Los iraquíes desean un sistema político abierto y estable, pero ante todo es un pueblo sediento de justicia. La exigencia del pueblo iraquí de que el juicio a Sadam Husein sea en Irak resultará abrumadora. Políticamente es la vía más factible, pero no debe de ponerse en riesgo la legalidad del proceso judicial. Ese juicio ha de ser abierto, transparente, televisado y conducido de acuerdo con las normas legales reconocidas internacionalmente. La presencia de observadores garantizará un juicio justo. El proceso a Sadam Husein y sus secuaces, como Tarek Aziz y Alí el Químico entre otros, ha de sentar un precedente para Irak y para Oriente Medio de que el Estado de derecho prevalecerá.

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