Aznar achaca el fiasco a que Francia ha cambiado de opinión sobre Niza
El presidente español afirma que desplegó "toda la voluntad positiva" de llegar a un acuerdo
"No se trata de señalar a ningún país". El presidente del Gobierno, José María Aznar, rechazó ayer dos veces la invitación que se le hacía a que indicara los culpables del fracaso en la Conferencia Intergubernamental (CIG) llamada a aprobar la Constitución europea. Pero al hilo de las preguntas, sí acabó dejando claro que Francia, por haber promovido primero el Tratado de Niza y luego su modificación, ha generado los problemas posteriores. "En Niza había que mantener a toda costa la paridad entre Francia y Alemania. Ahora es lo contrario", dijo.
También afirmó Aznar que España, en cualquier caso, no tiene nada que reprocharse en relación con lo ocurrido. "No piense nadie que España ha dicho o esto o nada, no. Sabemos bien que la construcción europea avanza a base de compromisos", comentó. "Desde el punto de vista español, se ha puesto sobre la mesa toda la voluntad de llegar a un acuerdo, pero los acuerdos requieren otras voluntades positivas al respecto", aseguró más adelante, e indicó que había hecho propuestas basadas en Niza, en ese mismo sistema de decisión pero modificado, en cláusulas de aplazamiento del acuerdo sobre el sistema de voto y "en buscar fórmulas que nos permitan encontrar otras soluciones".
Tras alabar la actuación como presidente de la UE de su colega italiano, Silvio Berlusconi, aun reconociendo que en días atrás se había quejado porque no presentaba ninguna fórmula de compromiso, el presidente del Gobierno reiteró: "Si no se ha podido llegar a un acuerdo, no será porque han faltado esfuerzos de Italia ni de España". No citó a Polonia, su único aliado en esta batalla, pero desde una posición mucho más inflexible.
Aznar pudo mostrarse ante la prensa razonablemente tranquilo, al término de un encuentro en el que las dificultades insalvables fueron planteadas por el primer ministro polaco, Leszek Miller. En su entrevista final con Berlusconi, el español había dejado sobre la mesa la propuesta de mantener el sistema de Niza dando 31 votos a Alemania, dos más de los pactados hace tres años, con el compromiso añadido de pasar en 2009 a una doble mayoría definida por mayoría cualificada, y no por unanimidad como se está haciendo ahora. Pero añadió Aznar que estaba dispuesto a estudiar "cualquier otra oferta" en la que pudiera sentirse "confortable".
Aunque un portavoz alemán se apresuró a decir que su país rechazaba cualquier posibilidad basada en Niza en cuanto Berlusconi puso en circulación esta propuesta, fuentes diplomáticas españolas estiman que habría terminado siendo aceptada si Francia no hubiera planteado cuestiones de principio y Polonia no hubiera bloqueado el avance del diálogo al no admitir más alternativa que una aplazamiento sin condiciones. "No resulta fácil conjugar algunas visiones que no son coincidentes", reconoció Aznar en su rueda de prensa, antes de recordar que él ya dijo que "reabrir Niza traería muchas complicaciones, porque llegar a un acuerdo entre 25 países siempre es muy complicado".
Fue al ser preguntado si no compartía la opinión expuesta la víspera por el presidente francés, Jacques Chirac, el artífice del acuerdo de Niza, de que hay que modificar aquel Tratado cerrado hace tres años porque "las cosas han cambiado", cuando Aznar respondió: "Yo no sé qué es lo que ha cambiado. Habrá cambiado probablemente la opinión de Francia, y yo respeto que haya cambiado, pero pregúntele usted a quien corresponda por qué ha cambiado". "Alemania tenía en 2000 los mismos 82 millones de habitantes que tiene ahora", añadió, en referencia a que el nuevo sistema de voto que defiende Chirac incluye unos criterios de población que dan a los alemanes más poder en la UE que a los franceses.
Sin dramatizar
Aznar no comparte tampoco la opinión franco-alemana de que el desacuerdo es preferible a un mal acuerdo, "entre otras cosas porque ¿quién define lo que es un buen y un mal acuerdo?", dijo. Pese a ello, se negó a mostrarse decepcionado y retomó su discurso desdramatizador de los días anteriores a esta cumbre. "La CIG prosigue, no estamos ante un hecho nuevo, sino que, como en las cinco conferencias anteriores, se vuelve a plantear que es necesario más tiempo. Espero y deseo que los trabajos concluyan en un futuro próximo", afirmó, tras apuntar a un horizonte probablemente posterior a marzo y asegurar que "la voluntad de España no va a faltar" y que el próximo Gobierno español "mantendrá una línea coherente" con la del actual.
También quiso alejar el fantasma de una Europa dividida por las dos velocidades. "No quiero pensar ni creo que pueda estar en el espíritu de nadie tomar decisiones que puedan dividir a Europa", dijo.
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