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La coalición rojiverde de Alemania, dividida por la venta de una fábrica de plutonio a China

La venta de una fábrica de plutonio desmantelada a China ha desencadenado en Alemania un serio conflicto en la coalición de Gobierno entre socialdemócratas (SPD) y el partido ecopacifista Los Verdes. La prensa alemana informa de un enfrentamiento a gritos entre los dos máximos dirigentes del Gobierno: el canciller Gerhard Schröder (SPD) y el ministro de Exteriores verde, Joschka Fischer. El grupo parlamentario de Los Verdes exige al Gobierno que haga lo posible para no autorizar el negocio atómico con China.

Hanau no era sólo la mayor fábrica de plutonio del mundo en su género, sino también un símbolo de la larga marcha de Los Verdes desde la oposición extraparlamentaria al poder en Berlín. Además, Hanau ha sido un negocio ruinoso, que refleja una política inviable del uso de la energía atómica.

Hanau fue la manzana de la discordia de la primera coalición SPD-Verdes en el Estado federado de Hesse en 1987. El primer ministro Holger Börner destituyó al ministro de Medio Ambiente por la oposición de Los Verdes a la fábrica de plutonio de Hanau. El ministro destituido se llamaba Joschka Fischer. Cuatro años después se formó la misma coalición de Gobierno SPD-Verdes en Hesse. El renovado ministro de Medio Ambiente Fischer cerró, tres meses después de la toma de posesión, la fábrica, en la que se llevaban invertidos más de 700 millones de euros. Hanau pasó a dormir el sueño de los justos y a la propiedad de la multinacional alemana Siemens.

En el reciente viaje de Schröder a China, los anfitriones mostraron interés por comprar la fábrica de Hanau a precio de saldo: 50 millones de euros. Todo parece indicar que Schröder se apresuró al anunciar la venta. Con ello llegó el escándalo. Los dos pilares de Los Verdes son la defensa de la ecología y el pacifismo. La venta de una fábrica de plutonio atenta contra estos principios. Se comete la hipocresía de vender a los chinos una tecnología nuclear que Alemania no tolera. También se duda de hasta qué punto los chinos no pueden utilizar ese plutonio para producir armas nucleares.

Con el escándalo servido, dirigentes de Los Verdes empezaron a lanzar venablos, sapos y culebras contra la pretendida transacción. Fischer captó de inmediato la carga de profundidad que supone el negocio atómico con China para sus seguidores y la repercusión sobre la coalición de Gobierno. Sobre todo en unos días críticos en los que la coalición SPD-Verdes se juega la aprobación de las reformas con una minoría insignificante de diputados.

El Gobierno sostiene que se trata del negocio de una empresa privada con China y que no existe posibilidad legal de oponerse. Los Verdes proponen agotar todas las vías legales para impedir que China se haga con el plutonio, a pesar de las garantías de que se destinará a fines pacíficos.

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