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Denuncia por la muerte de un infartado tras esperar 80 minutos a una UVI móvil

La Asociación de Víctimas de Negligencias Sanitarias apela a Aguirre

Un hombre de 67 años con un infarto en el salón de casa. Al menos 12 llamadas al Servicio de Emergencias 112 y al 061 suplicando el envío de un médico y una ambulancia, y más de 80 minutos de espera y angustia. Ésta es la triste historia de la muerte de Lucio Francisco Martínez Villasol, peluquero jubilado de Astorga (León). Ocurrió el 21 de septiembre de 2001 en la calle de Nicolasa Gómez (Ciudad Lineal). La Asociación de Víctimas de Negligencias Sanitarias (Avinesa) denunciará el caso ante la UE y la familia ante el Tribunal Superior de Justicia de Madrid. Un informe de la inspección médica de Sanidad admite que el "retraso [en la asistencia] es injustificado" y que la familia debería ser indemnizada.

Martínez se había trasladado a Madrid en septiembre de 2001 para la boda de una sobrina. Se alojó en casa de su hijo, José Francisco, de 41 años. "Han pasado más de dos años y aún me enciendo cuando lo recuerdo", explica. Jubilado desde hacía dos años, Lucio había trabajado en Astorga durante toda la vida para que sus cinco hijos pudieran sacar una carrera en Madrid. El mayor, José Francisco, es ingeniero aeronáutico.

Tras la comida, Lucio empezó a sentirse mal. Vomitó y empezó a sudar. Le dolía mucho el pecho. "Al principio pensamos que sería algo de los nervios. No nos dimos cuenta de lo que ocurría hasta mucho más tarde", explica su hijo. Éste llamó al 061 para avisar de lo que ocurría. "Aquí empezó a ir todo mal. No había forma de que me cogieran el teléfono. Llamé varias veces, hasta que opté por llamar al 112", explica. El 112 transfirió la llamada al 061 a las 18.06. Tras explicar lo que le ocurría a su padre, José Francisco se dispuso a esperar la llegada del médico.

Casi media hora después, volvió a llamar al 061, según la transcripción de las llamadas del Servicio de Urgencias Médicas de Madrid (Summa). Estaba visiblemente más nervioso. "Lo de mi padre parecía mucho peor. Nos dijeron que la ambulancia ya iba para allá. Nos empezamos a asustar", recuerda. El 061 aún no había decidido movilizar una ambulancia, aunque envió a un médico.

"Mi marido está mal"

A las 18.49 es la esposa del fallecido la que llama al 061. Notablemente nerviosa, grita: "¡Mi marido está mal, está mal! Le duele mucho el pecho". Las conversaciones entre la familia y los operadores del 061 suben de tono. Los telefonistas exigen tranquilidad y siguen diciendo que el médico está de camino.

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Cuatro minutos después, la esposa del fallecido vuelve a llamar. Lucio empeora por momentos y la familia ya sospecha que ha sufrido un infarto y que ha entrado en parada cardiorrespiratoria. "Se nos estaba muriendo y nosotros no podíamos hacer nada", explica el hijo. La esposa de Lucio exige a la telefonista que llegue ya el médico. No puede contener los gritos ni los sollozos y se le escapa incluso alguna palabra malsonante. Cuando ya está a punto de colgar, llega el médico. "Yo ya no me lo podía creer. Llegó con un maletín, pero sin ningún equipo para reanimar a mi padre", denuncia ahora José Francisco. Éste vuelve a llamar a las 18.57. Se exaspera ante las preguntas rutinarias de los operadores (dirección, número de teléfono, nombre del padre...) y exige a gritos una UVI móvil.

Según la transcripción de las llamadas, es entonces cuando el 061 decide movilizar una UVI móvil. La operadora pregunta cuál puede estar libre y da instrucciones a la base de San Blas para que ésta se traslade a la calle de Nicolasa Gómez. A las 19.01, José Francisco vuelve a llamar. Ha visto a su padre prácticamente muerto, tumbado en el salón y recibiendo un masaje cardiaco al que no reacciona. La conversación ya se desarrolla entre gritos e insultos.

Tras colgar, según las transcripciones, la operadora del 061 llama al centro coordinador. Pregunta si ha salido la UVI móvil y le responden que sí. Avisa al centro coordinador que comuniquen a los sanitarios de la UVI móvil de que la familia está muy nerviosa y que estén preparados ante posibles agresiones. Añade que no duden en reclamar la presencia de la policía si lo creen necesario.

A las 19.02, el hijo vuelve a llamar. Más contenido, reclama la UVI: "Por favor, que ha sido un infarto de miocardio". Le responden que ya "está de camino". La operadora le pide un segundo, le mantiene en línea y vuelve a llamar al centro coordinador. Le responden que "la UVI va a tardar". La operadora vuelve a hablar con José Francisco. Está más confusa, titubea y le vuelve a decir que la "UVI está de camino". En la transcripción de las conversaciones se escucha a un operador de la central comentar a un compañero que la UVI ha salido ya desde la calle de Francisco Silvela (distrito de Salamanca). Mientras tanto, Luciano sigue en parada cardiorrespiratoria sobre la alfombra del salón.

Amenazas

José Francisco vuelve a llamar a las 19.06, a las 19.07, 19.10 y 19.11. La conversación ya está fuera de todo orden, con la UVI en alguna parte, y entre gritos e insultos mutuos. También se escuchan algunas amenazas de muerte.

Rafael Martín Bueno, el abogado que Avinesa ha puesto a disposición de la familia, dice: "Este caso es ejemplo perfecto de la pérdida de oportunidad en el tratamiento que habría podido salvar la vida del enfermo. Un infarto puede matar a una persona de forma fulminante, pero en este caso sospechamos que si el médico y la UVI no hubieran llegado mucho más de una hora tarde, Lucio habría tenido oportunidad de salvarse".

Martín Bueno presentó ante la Consejería de Sanidad una reclamación, que no ha sido atendida en el plazo de un año. Por eso, el letrado prepara una denuncia ante el Tribunal Superior de Justicia de Madrid. En la demanda acompañará un informe de la inspección médica de Sanidad que concluye que el "retraso [en la asistencia] es injustificado" y que la familia debería ser indemnizada.

Toñi del Moral, presidenta de Avinesa, califica el caso de "escalofriante ejemplo de sufrimiento, angustia y dolor por una negligente actuación de los servicios de emergencia". "Parece increíble que estas cosas pueden suceder. Nosotros ya hemos remitido una carta a la presidenta del Gobierno regional, Esperanza Aguirre, y estamos preparando un informe que elevaremos a la Unión Europea para denunciar la situación de las ambulancias y los servicios de urgencias en Madrid", declara Del Moral.

La muerte de Lucio tuvo un triste epílogo tres horas después. Su viuda sufrió una crisis nerviosa y su hijo tuvo que llamar al 061 de nuevo. La llamada se repite dos minutos después. La conversación es tensa. José Francisco le espeta a la operadora: "Mi madre necesita ahora un médico porque mi padre ha muerto de un infarto, por su culpa porque han venido dos horas tarde". Nuevos insultos.

Tras esta última comunicación, la operadora del 061 llama a la familia Martínez y deja grabado en el contestador automático el siguiente mensaje: "Llamo de urgencias. Sepa usted que todo esto ha quedado grabado y emprenderemos acciones legales. Buenas noches". Lucio yacía sin vida en aquellos momentos. Tras colgar, se oye a la operadora comentar a una compañera que "la UVI no ha llegado a ir" al domicilio.

Un portavoz de Sanidad declaró que la consejería esperará al proceso judicial para ofrecer su versión de lo ocurrido.

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