En busca del tiempo vivido
El irlandés Jim Sheridan -artista amigo del riesgo, sólido realizador de En el nombre del padre, El boxeador y Mi pie izquierdo y productor de Domingo sangriento- emigró en su juventud a Nueva York, arrastrando a su familia y en busca de dar salida a su vocación teatral en los escenarios de Broadway. Ahora, en su elegante y hermosa elegía En América, evoca, tal vez para alejarse de ellos, aquellos años -a los que añade recuerdos de su niñez, como el terrible silencio que inundó su casa paterna tras la muerte de su hermano Frank- y estruja su memoria y la de su hija Naomi para combinar la aventura íntima con recuerdos de vida y muerte en su Manhattan.
El resultado es un magnífico filme lírico atravesado p or vivísimos saltos del humor al pathos, del gozo al dolor. Es un relato intimista muy ágil y conmovedor, noble y libre, en el que el cuarteto protagonista creado por la extraordinaria Samantha Morton, Paddy Considine -que da a la actriz una réplica a su altura- y las asombrosas niñas Sarah (once años) y Emma Bolger (siete años), nos secuestra con una inteligente y refinada aplicación a la vida de las leyes del melodrama, alcanzando momentos de gran elevación dramática e intensidad sentimental, como la escena en que Samantha Morton, siempre contenida, hace estallar el dolor que su sonrisa esconde, y la escena en que Considine pierde todo su dinero en una barraca de feria, que define de manera exacta la figura de perdedor ingénito que hay dentro de todo artista, y el idilio de la maravillosa Sarah Bolger con el enigmático ángel negro que borda Djimon Hounsou en la fiesta de Halloween, y la despedida posterior de éste a la otra niña, Emma Bolger. Y otros prodigios.
EN AMÉRICA
Dirección: Jim Sheridan. Guión: Jim, Naomi y Kirsten Sheridan. Fotografía: Declan Quinn. Intérpretes: Samantha Morton, Paddy Considine, Djimon Hounsou, Sara Bolger, Emma Bolger. Género: drama. Irlanda, 2003. Duración: 107 minutos.
La rala, escasa trama argumental es densificada por Sheridan con la buena argucia del tomavistas de la niña mayor como fuente de rememoraciones, de flash backs realistas, y por un agudo instinto para la pincelada fugaz, toques de ambiente que poco a poco crean un paisaje urbano de Manhattan distinto a todos los vistos, inédito. Maravilloso escenario para una honda historia viva y vivida.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.