La economía argentina da un respiro a Kirchner
La reactivación de la industria y la agricultura despeja el horizonte político del presidente peronista
Después de cuatro años de recesión que acarreó una profunda crisis social, Argentina se recupera de las heridas. Los más optimistas -el Gobierno y sus partidarios- anuncian que el país ha entrado en la senda de la reactivación. Los escépticos consideran que la euforia se agotará pronto si no hay una clara expansión de la inversión, que está por llegar. En este escenario económico, el presidente Néstor Kirchner (peronista) tiene el horizonte político más despejado cuando acaba de concluir un largo proceso electoral de seis meses para renovar el Congreso nacional y las Cámaras provinciales. El oficialista Partido Justicialista (PJ) dominará claramente el Parlamento, que se constituirá formalmente el próximo 10 de diciembre.
La soja se ha convertido en la estrella del comercio exterior con una cosecha récord
"Debemos reinvertir en Argentina por una cuestión de supervivencia nacional"
"El debate es entre los partidarios de la política actual y los del neoliberalismo", opina el editorialista económico Julio Nudler. Los primeros sostienen que Argentina va bien y presentan cifras elocuentes: el consumo, la recaudación, la actividad en varios sectores industriales (textil, metalmecánica, materiales para construcción) y en la agricultura, las importaciones de bienes de capital y el PIB han aumentado en los últimos seis meses. Los críticos reprochan al presidente Kirchner que no haya logrado crear un clima de confianza entre los inversores y empresarios. La falta de un acuerdo con los acreedores externos (negociación de la deuda) y con las empresas de servicios públicos privatizados que reclaman un aumento de tarifas son dos de los principales escollos.
En sus primeros meses al frente del Gobierno, el presidente ha navegado con el viento a favor en la economía, que ya empezaba a repuntar. Y ha tenido algunos éxitos estratégicos como en la negociación con el Fondo Monetario Internacional (FMI). El acuerdo firmado en septiembre pasado permite refinanciar vencimientos de deuda hasta septiembre de 2006 por un monto de 21.610 millones de dólares. "El Gobierno todavía no ha sido puesto a prueba. ¿Qué pasaría si se derrumbara el precio internacional de los bienes de exportación?", pregunta Nudler.
Pese a la mejoría del clima económico, la situación está repleta de anomalías. La mayor de todas es que en Argentina el sistema bancario no cumple el papel que le corresponde desde el colapso que generó la salida de la convertibilidad entre el peso y el dólar. El crédito al sector privado representa el 9% del PIB, un porcentaje irrisorio. Antes de la crisis rondaba el 30%. Muchos empresarios han puesto a buen recaudo grandes sumas de dinero en el exterior, lo que les permite tener una capacidad de autofinanciamiento sin recurrir al sistema financiero. Es histórica en Argentina la costumbre de trabajar con dinero en efectivo, como lo es la fuga de capitales, que en los últimos años adquirió un carácter masivo.
"La principal exportación de Argentina no ha sido ni la soja, ni el trigo, ni la carne. Ha sido el capital", dice el empresario Francisco de Narváez, que aspira a comprar por 280 millones de euros, "con capital argentino y mano de obra argentina", la empresa Disco, segunda cadena de supermercados del país. De Narváez financió a Carlos Menem en la última campaña electoral, pero hoy prefiere olvidar el pasado y ponerse a disposición de Kirchner. Un signo de los nuevos tiempos. "Tenemos que recuperar la confianza en nosotros mismos", dice. "Los primeros que debemos reinvertir en Argentina somos los argentinos, por una cuestión de supervivencia nacional. Si creemos en nuestro país, invirtamos". Otro ejemplo: Chrystian Colombo, jefe del último Gabinete del ex presidente Fernando de la Rúa y socio de un fondo de inversión local, está a punto de cerrar la compra de la empresa Havanna, fabricante de alfajores.
Al hablar de reactivación económica, las miradas apuntan al campo, donde la soja es la estrella del comercio exterior, hasta el punto de que se habla de la sojadependencia. Esta oleaginosa representa más del 50% de la producción agrícola total del país, y la última cosecha alcanzó la cifra récord de 34,8 millones de toneladas. Argentina es el tercer productor de soja del mundo y el primero en exportación de harina y aceite de soja.
"La reactivación ha sido muy grande, y no sólo para el comprador de lanas, sino también en otros rubros", comenta con satisfacción Jorge Mendeoros, ganadero y comprador de lanas en la provincia de Chubut. Cuenta que "el uno a uno era matador", al referirse a la paridad existente entre el peso y el dólar en la década de los noventa. "La historia cambió". El lote de 10.000 kilos de lana daba entre 14.000 pesos (4.600 dólares) y 15.000 pesos (5.000 dólares); ahora productores como Mendeoros ganan cuatro veces más. Pero no todo es optimismo en el campo argentino. En la provincia de Jujuy, en el extremo noroccidental limítrofe con Bolivia, la propietaria de una planta tabacalera no ve la reactivación por ninguna parte. "Aquí los políticos no han cambiado. Intercambian los roles, pero todos siguen siendo los mismos", dice Ida Fermina Montenovi, empresaria en San Salvador de Jujuy.
Argentina vuelve a ser un destino atractivo para el turismo por la devaluación del peso, que beneficia a los viajeros extranjeros e impide a muchos argentinos salir al exterior. El Gobierno de la ciudad de Buenos Aires espera más de un millón y medio de visitantes este verano, y los empresarios hoteleros y gastronómicos han invertido 235 millones de dólares en obras y mejoras, lo que tiene su efecto en el aumento de la construcción.
"Yo creo que este Gobierno ha hecho avances respecto de los militares, la policía, los derechos humanos. Pero en la economía ha hecho poco o nada. No hay una política impositiva, ni con los aumentos salariales, ni en relación a las pequeñas y medianas empresas, ni con la industria ni con las privatizadas. No ha hecho nada con el sistema financiero", dice Horacio Rovelli, de 50 años, economista de la Central de Trabajadores Argentinos (CTA). "La economía argentina sigue en muy pocas manos. Sesenta y tres empresas concentran el 70% de las exportaciones, y ese porcentaje lo conforman grupos económicos poderosos", añade Rovelli.
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