Turquía declara la guerra al integrismo tras la ola de atentados
Dos de los terroristas suicidas proceden de grupos que combatieron a la guerrilla kurda
Dos de los cuatro terroristas suicidas que sembraron de cadáveres dos sinagogas, el Consulado británico y un banco internacional de Estambul eran originarios de Bingol, un feudo del islamismo más fanático en el corazón del Kurdistán turco. Después de comprobar su identidad con análisis de ADN, la policía turca se ha encontrado con viejos conocidos: militantes del grupo integrista suní Hezbolá (sin relación con los chiíes libaneses del mismo nombre).
El Hezbolá turco alcanzó notoriedad, durante los años ochenta y noventa del siglo XX, por su encarnizada lucha en el sureste de Anatolia contra el movimiento independentista kurdo, al que acusaba de "impío", y por la impunidad de sus acciones, supuestamente coordinadas por los servicios secretos de Ankara y oficialmente ignoradas por jueces y policías. Los atentados del 15 y el 20 de noviembre, que se cobraron 55 vidas y más de 750 heridos, han devuelto un macabro protagonismo a un grupúsculo que se creía ya desmantelado. Como reconoce el experto turco Yuksel Soylemez en el semanario Probe, "Turquía es un territorio fértil para una miríada de tarikats que predican que el paraíso espera tras un ataque suicida".
La policía ha detenido a decenas de integristas islámicos en las últimas dos semanas en relación con los ataques terroristas. Al menos 21 de ellos han sido formalmente acusados de haber participado en los atentados. El principal sospechoso de ser el cerebro de la explosión que destruyó la sinagoga de Beth Israel no ha sido identificado por las autoridades, pero los medios de comunicación han facilitado el nombre de Yusuf Polat. Fue capturado el pasado martes en un puesto fronterizo cuando intentaba huir a Irán con documentos falsos, según France Presse.
Del mismo modo que, gracias a la CIA, brigadistas islámicos como Osama Bin Laden recibieron instrucción militar junto con los muyahidin afganos para luchar contra las fuerzas de ocupación soviética, la Organización Nacional de Inteligencia (MIT) turca, según recientes informaciones de la prensa turca, estuvo detrás de operaciones de guerra sucia contra miles de separatistas vinculados a la guerrilla del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK).
Tras el golpe militar de 1980, el régimen turco dio alas a los movimientos radicales islamistas, en un intento de frenar la expansión del independentismo entre los más de 12 millones de kurdos. Desde que, en 1984, el PKK se alzó en armas contra el poder central de Ankara hasta la detención del líder de la guerrilla kurda, Abdalá Ocalan, en 1999, más de 30.000 personas murieron en Turquía en una guerra civil no declarada.
Para los investigadores turcos, el jordano Abu Mussab al Zarkaui ha sido el cerebro de los ataques en Estambul. El diario turco Hurriyet asegura que este comandante de Al Qaeda es también el actual jefe de Hezbolá en el sureste de Anatolia, así como de la organización integrista Bayyat el Imam (Unión de los Clérigos). Estados Unidos ha puesto a su cabeza un precio de cinco millones de dólares.
La biografía de los kamikazes que sembraron el terror en Estambul está marcada por su paso por las milicias islámicas que combatieron en Chechenia o Bosnia, auténticas "brigadas internacionales" del integrismo que representan el núcleo original de la nebulosa de Al Qaeda. Una red que ha extendido sus ataques desde Bali hasta Estambul. La policía turca se ha incautado de dos decenas de ordenadores en un cibercafé de Bingol dirigido por familiares de Azad Ekinci, uno de los suicidas, que pudieron ser utilizados por los terroristas.
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