"Tenemos que inventar la realidad"
PREGUNTA. ¿Qué tanto influye y cómo se manifiesta la realidad mexicana en la nueva literatura?
RESPUESTA. Una característica esencial de la realidad mexicana tiene que ver con su profunda irrealidad: vivimos donde todo puede pasar, somos capaces de estirar el rango de lo probable a extremos que la ficción difícilmente admite, y ello suele empujar al narrador a guarecerse tras un devastador sentido de la ironía: instrumento esencial de supervivencia cuando se trata de entender aquello que es de suyo incomprensible. ¿De qué escribir allí donde el importe de un soborno policial se puede negociar a cara o cruz? ¿Cómo alcanzar tamaña irrealidad, impunemente?
1. Hemos visto caer, agonizar y dar coletazos al nacionalismo revolucionario: nefanda fuente de ficciones. Luego de algunos magnicidios insondables aunque espectaculares, nuestros políticos han cambiado las peroratas engoladas por los juegos veloces de palabras y la pose solemne ante la Historia por las suertes del comediante callejero. Nos ha marcado, cotidianamente, la proverbial perfidia de esos hombres públicos que por años solieron tratarnos peor que a mujeres públicas. Nos redime, de pronto -nos cicatriza-, la constante ansiedad de comenzar de cero, toda vez que no hallamos nada a nuestro gusto. Habitar un país por siempre inacabado: condición y destino de ficcionante.
2. La osadía, en principio. Con e-mail, Internet y narcos globalizados, era tarde para seguir mirando hacia la vieja imagen de nosotros mismos que hace tiempo dejó de representarnos. Escribir hoy en México, desde México, significa entregarse a saldar deudas con un lenguaje que de los años noventa para acá se ha revolucionado a galope. Entrando al siglo XXI, el narrador se topa con que a una realidad así jamás se la conoce, ni se la entiende, ni se la alcanza. Por eso hay que inventarla.
3. No entiendo de tendencias, pero como lector aprecio el sarcasmo letal de Enrique Serna, la filigrana culichi-western de Elmer Mendoza y el persistente acoso de una gavilla de apostadores -conspiradores, se dicen: Volpi, Padilla, Palou y otros- que hasta ahora no cesa de arriesgar. En todo caso me interesa la tendencia creciente a apostar por los lectores, venga de donde venga.
Xavier Velasco (México DF, 1959). Premio Alfaguara de Novela con Diablo guardián.
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