_
_
_
_
OPINIÓN DEL LECTOR
Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Limpieza "en seco"

Comienza el fin de semana: Madrid ha sido tomada por la policía. Decenas -quizás centenares- de agentes uniformados, armados y guarnecidos con perros, adiestrados en rastreo y detención -esperemos que también en no deyección-, se han apoderado de las calles.

Coyunturalmente, buscan vasos y botellas llenas de bebidas alcohólicas -también las de baja graduación- para identificar y multar a sus portadores.

Varios pretextos fueron argüidos para justificar la ley antibotellón. Uno: la protección de los menores de edad. No procede, hace demasiado que mis amigos y yo dejamos de serlo. Dos: la protección de los derechos de los vecinos. No procede, puesto que afortunadamente aún quedan lugares en Madrid donde es posible mantener una conversación a cualquier hora sin molestar a nadie. Tres: la limpieza de la vía pública. No procede, ya que me considero una de esas excepciones que ni siquiera ensucia la calle cuando come pipas.

A pesar de las improcedencias, en este caso sí se aplicará toda la dureza e inflexibilidad de la ley. La autoridad -humana y canina- se aproxima a estos amigos que conversan plácidamente, sentados en un banco, a la luz de unas cervezas.

El fundamentalismo que profesan los agentes impide cualquier razonamiento. La aplicación de la ley será rigurosa. Uno: registro de los datos personales. Dos: vaciado de las cervezas en la acera. Tres: multa administrativa. Estupefacción: sé que en otros casos no se ensucia la calle con el líquido, sino que se requisa -sin recibo-, supongo que para su consumo autorizado. Así, una vez más, la incoherencia gana su partida estatal. La incapacidad de juicio de los agentes, aunque execrable, no me sorprende: son un cuerpo jerarquizado, obedecen órdenes.

Me aterroriza, sin embargo, el poder del Gobierno. Escudado tras sus infranqueables leyes, no cesa de imponer límites cada vez más restrictivos. Y se contradice, puesto que ensucia las calles que pretende preservar y atemoriza a los vecinos que debiera defender. Como aquella chica a la que vi huir con un vaso en la mano -despavorida y perseguida- de vuelta a casa.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_