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Aznar reafirma en Argel su apoyo al plan sobre el Sáhara que rechaza Marruecos

El 'plan Baker' "no está muerto", sostiene el presidente del Gobierno español

"No hay nada muerto, ningún plan muerto". A dos semanas de la trascendental reunión con Marruecos que debería normalizar las relaciones bilaterales más críticas de su Gobierno, José María Aznar había optado por dejar en segundo plano el problema del Sáhara durante la primera cumbre en Argel, que inaugura una nueva era y eleva al máximo nivel el diálogo con el otro vecino del Magreb. Pero la insistencia de los informadores le llevó a reafirmar que el plan Baker sigue vivo, pese al rechazo de Marruecos, y que España, como Argelia, lo sigue apoyando.

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"España sigue trabajando incansablemente en la búsqueda de una solución aceptable para las partes y respetuosa de la legalidad internacional", había dicho en el discurso que pronunció durante la cena del miércoles ante su anfitrión argelino, Abdelaziz Buteflika. La fórmula, abierta a cualquier salida del conflicto y compatible con la posición que el Gobierno español ha mantenido, recoge también el límite de compromiso que Aznar asumió espontáneamente ayer en la rueda de prensa que cerró la cumbre. Buteflika, que no participa en conferencias de prensa en su país, había reiterado en la cena su apoyo explícito al plan Baker.

El comunicado final de la cumbre dejó sentado ayer que también Aznar sostiene esa posición, ya que "las dos partes han reafirmado su adhesión a una solución justa y definitiva del conflicto del Sáhara Occidental en el marco de la resolución 1.495 del Consejo de Seguridad de la ONU". Pero fue la pregunta de si el plan Baker debe considerarse muerto la que llevó al jefe del Gobierno a romper su mutismo -"ya he dicho todo lo que tenía que decir sobre este asunto", repitió varias veces- y a entrar en precisiones que pueden avivar la susceptibilidad marroquí. Rabat no había fijado ayer todavía una sede cierta para la gran cumbre que España y Marruecos tienen prevista el 8 de diciembre.

Al margen de los comentarios sobre el principal conflicto de la región, la primera cumbre hispano-argelina ha servido para repasar los intereses comunes, desde la construcción del gaseoducto Orán-Almería hasta la inmigración ilegal, pasando por el control del terrorismo islámico, aunque el comunicado final no da cuenta de ningún resultado concreto.

También sirvió para confirmar una sintonía básica en los temas internacionales, que ni siquiera excluye Irak. Aznar aseguró que tiene el apoyo de Argelia para que la ONU elabore la lista de organizaciones terroristas que él propuso hace meses y que hasta ahora ha logrado pocos respaldos.

Pero Buteflika no comparte la misma definición de terrorismo, porque no admite el calificativo para los grupos palestinos. Aznar quitó importancia a esta diferencia. "No se trata de empezar agotando todas las organizaciones que puedan estar ahí, pero las que están no puede haber duda de que son". Y lanzó un velada alusión a Francia o Alemania: "Ya que hay tanta gente que se llena de placer todos los días con el papel central que debe tener la ONU, vamos a ver si con los hechos son capaces de impulsar un papel concreto".

José María Aznar y Abdelaziz Buteflika, antes de la reunión que mantuvieron ayer en Argel.
José María Aznar y Abdelaziz Buteflika, antes de la reunión que mantuvieron ayer en Argel.EFE

Autonomía y autodeterminación

"No hay nada muerto, ningún plan muerto", aseguró ayer Aznar en Argel, antes de recordar una cita que Buteflika le había comentado. Es de Henri Poincaré, presidente de la República francesa entre 1912 y 1913, y en la versión de Aznar dice: "Normalmente, los muertos están muertos, menos en política, donde, a veces, o incluso a menudo, los muertos resucitan". Y prosiguió: "Por tanto, yo no daría por muerto ningún plan. Simplemente, diría que es bueno que las partes hagan esfuerzos para intentar un acuerdo y una solución definitiva en este problema".

El Consejo de Seguridad de la ONU respaldó el pasado julio el plan Baker mediante la resolución 1.495, con el voto favorable de España y la abstención de Francia. El Polisario, que opera desde Argelia, aceptó la invitación al diálogo. Marruecos, con al apoyo de Francia, la rechaza porque no admite la autodeterminación de un territorio que considera propio. El hecho es que en los cuatro meses trascurridos no ha habido diálogo alguno. El Consejo de Seguridad volverá a tratar el problema en enero, cuando Argelia se habrá incorporado como miembro rotatorio.

El plan de James Baker, tercera versión del resultado de los desvelos que el ex secretario de Estado de EE UU asume desde hace más de una década por cuenta del secretario general de la ONU, prevé que la ex colonia española, ocupada por Marruecos en 1975, siga en esa situación, pero con una amplia autonomía, durante cuatro o cinco años más. Al cabo de ese plazo, se convocará un referéndum de autodeterminación.

Las elecciones autonómicas se realizarían con el censo español de 1974, que favorece al independentista Frente Polisario, pero en el referéndum de autodeterminación votarían todos los residentes desde 1999, lo que da gran ventaja a las tesis de Marruecos.

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