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Columna
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Más crecimiento y más desequilibrios

Miguel Ángel Fernández Ordoñez

Las cifras de Contabilidad Nacional del tercer trimestre muestran los mismos rasgos de la evolución de la economía española durante el primer semestre pero con una intensidad aún mayor. En efecto, la tasa de crecimiento ha aumentado una décima -del 2,3% al 2,4%- pero ello ha sido a costa de aumentar los desequilibrios. En primer lugar ha aumentado el desequilibrio entre la demanda interna y externa. Para conseguir el aumento de una décima en el crecimiento, la demanda interna ha tenido que crecer tres décimas más, del 3,2% al 3,5%. La aportación negativa del sector exterior ha aumentado, pasando de detraer un 0,9% del PIB en el trimestre anterior a detraer un 1,1% el último trimestre.

Hay un desequilibrio también en el consumo, siendo el consumo público el que aumenta más que el consumo privado, como viene sucediendo los últimos años en contra de lo que proclama la propaganda de austeridad en el gasto público. Y se acentúa el desequilibrio dentro de la formación bruta de capital. La construcción, que crecía al 3,4% en el primer trimestre, pasó a crecer el 3,8% en el segundo y ha seguido acelerándose hasta alcanzar el 3,9% en el tercero. Por el contrario, la tasa de crecimiento de la inversión en bienes de equipo ha vuelto a descender.

Sólo hay un desequilibrio que se ha reducido, el de los precios, ya que el deflactor del PIB ha pasado de crecer el 4,1% a crecer un 4%. Un aumento de precios de nuestros productos y servicios del 4% sigue siendo altísimo y refleja que el peor de los desequilibrios -el diferencial de inflación- sigue erosionando nuestra competitividad, lo que ha contribuido a generar un espectacular y creciente déficit de la balanza de pagos.

Al margen del efecto expansivo que están teniendo unos tipos de interés reales negativos, este crecimiento desequilibrado está alimentado por el consumo público y las inversiones públicas fuera de presupuesto, o sea, por las elecciones. Como advertía el FMI la semana pasada, los desequilibrios aumentan la vulnerabilidad de la economía española y, aunque el riesgo no es todavía inminente, sus consecuencias serán cada vez más severas si esa tendencia continúa. Pues bien, como nos contó ayer el INE, los desequilibrios no sólo no disminuyen sino que se agravan.

En el corto plazo no hay problemas. Si se confirma la recuperación de la economía europea, la economía española podría entrar incluso en su periodo más dulce. Durante una primera fase -¿el año 2004?- el aumento de la demanda exterior ayudará al crecimiento y como el BCE tardará en aumentar los tipos de interés, nuestra demanda interna seguirá pujando con fuerza. El problema emergerá después, cuando empiecen a subir los intereses en un país como el nuestro que sigue por debajo de la media europea en cuanto a la renta per cápita pero que, en lo que se refiere al endeudamiento, no sólo nos hemos acercado a la media en los últimos años sino que nos hemos situado ya por encima.

El año que viene, un mes antes de las elecciones, el INE hará públicos los datos de crecimiento del último trimestre de 2003. Si la economía siguiera al mismo ritmo que está creciendo ahora -al 0,7% intertrimestral- la tasa anual subirá del 2,4% al 2,7 %. Esta noticia le podría ayudar a Rajoy a ganar las elecciones. Lo que no está claro es si, cuando descubra los desequilibrios que lo han hecho posible, se arrepentirá de haber sido elegido sucesor por quien le dejó ese artefacto de efectos retardados.

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