La batalla de los Pecos
EE UU y la Unión Europea pugnan por los mercados de Rusia y el resto de los países de la antigua Europa del Este
La guerra de Irak ha servido también para poner en evidencia otra guerra más sorda entre Estados Unidos y los principales países de la Unión Europea por el control económico y estratégico de dos mercados de 145 y 75 millones de personas. Rusia y los países de la Europa central y oriental (Pecos), respectivamente, se han convertido en dos nuevos campos de una batalla económica.
Las multinacionales petrolíferas norteamericanas tratan de controlar las compañías titulares de los principales oleoductos de Rusia
En el concierto económico internacional, junto al despegue real iniciado por China y la recuperación de los principales países del este asiático, se acelera también en estos momentos el papel de dos zonas de gran trascendencia futura: Rusia y los países de la antigua Europa soviética. Un papel que la guerra de Irak ha potenciado también indirectamente al poner en evidencia las diferencias entre Estados Unidos y los principales países europeos.
Entre ambos se ha declarado también una nueva guerra sorda por ocupar posiciones estratégicas en las economías de estas zonas de próximo despegue.
En su último informe sobre las economías europeas, el grupo inversor Litexco destaca que los países de la llamada Nueva Europa se han posicionado rápidamente al lado de los norteamericanos y se ha puesto sobre la mesa la ambición tanto de Estados Unidos como de la Unión Europea de obtener el control económico y comercial sobre este nuevo mercado de 75 millones de habitantes que desde el derrumbe del muro de Berlín se ha ido incorporando al sistema de libre mercado. Por su parte, Rusia, con 145 millones de personas y con fuertes reservas energéticas y de recursos naturales, es otro de los nuevos mercados de la antigua zona de economía planificada que es apetecible para conquistar económicamente.
La batalla de Moscú
"Estados Unidos, a la vista de las actuaciones que se observan en los últimos años, no parecen querer perder la batalla comercial en Rusia y, con ello, repetir el resultado negativo obtenido con los países de la nueva Europa, económicamente dominados con comodidad por las empresas europeas", puntualizan.
Todo parece indicar que, de momento, la Unión Europea ha ganado la batalla de los pecos (países de la Europa central y oriental), a juzgar por las inversiones y los intercambios comerciales de los últimos años, pero todo indica también que Estados Unidos no se resigna a repetir este resultado en Rusia y mucho menos si se tiene en cuenta el papel de estas zonas para posteriores desplazamientos a otros mercados como los antiguos miembros más alejados de la ex Unión Soviética e incluso los de Oriente Próximo cuando se normalice la situación.
Estados Unidos se acerca rápidamente en inversiones directas y mantiene una distancia mucho mayor en las relaciones comerciales. Rusia vendió a la UE por valor de 40.000 millones de euros , un 37% de sus exportaciones, y sus compras a estos países han sido de 18.300 millones de euros, el 39% de sus importaciones. Estas mismas magnitudes suponen en el caso norteamericano el 8,5% de las compras rusas en el exterior -cuatro millones de euros- y el 2,8% de las ventas, 3.000 millones.
En el informe de Litexco se destaca también el crecimiento económico registrado el año pasado en el área geográfica de los antiguos países del Este por encima de la media de los 15 países de la Unión Europea. En concreto, el aumento ha sido del 4,2%, a pesar del lastre que ha supuesto Polonia, que creció únicamente un 1,3% por estar atravesando "una coyuntural recesión por contagio de sus vecinos occidentales". Junto con la República Checa, con un crecimiento del 2%, son los dos únicos países de los 10 candidatos a su incorporación a la UE el próximo mes de mayo que han crecido en 2002 por debajo del 3%. La media sube al 4,5% de crecimiento si se descuentan estos dos aspirantes.
En cuanto a las razones de este despegue y el atractivo que suponen para los empresarios que estudian las posibilidades de su implantación por aquellos lares, son varios los factores que destacan los expertos: unos costes salariales un 40% por debajo de la media de los países de la Unión Europea, una formación profesional y técnica de sus trabajadores muy competitiva, una amplia y generosa política de incentivos fiscales y laborales que han aprobado sus Gobiernos para atraer inversiones extranjeras.
Entidades e instituciones internacionales han apoyado con subvenciones y líneas de cofinanciación este acelerón de unas economías centralizadas hasta no hace mucho tiempo que se hallan ahora inmersas en una carrera de incentivos fiscales para atraer a inversores de cualquier tamaño. Los atractivos son tantos que, a pesar del fuerte incremento de las inversiones foráneas durantes los últimos años en estas zonas, los niveles alcanzados pueden considerarse incluso bajos. Pero es que la realidad es algo más dura que las ofertas publicitarias y, aunque se ha avanzado considerablemente, la corrupción, burocracia excesiva, inseguridad jurídica... siguen frenando su desarrollo.
Son los propios inversores extranjeros los que fuerzan la lucha contra esos lastres económicos, hasta el punto de que en la mayoría de los pecos ya se ha conseguido implantar unas normativas con las que se trata de asegurar un importante nivel de garantías jurídicas para los inversores. Algo en lo que se encuentran bastante más atrasados en Rusia, donde las mafias incluso mantienen un importante peso específico en la evolución de las implantaciones extranjeras. María Isabel Pardos, miembro del consejo de dirección de Litexco, reconoce los esfuerzos que realiza en este sentido el actual presidente de Rusia, Vladimir Putin, que, "aunque no ha limpiado todavía la casa, sí que le ha dado confianza al capital, al Fondo Monetario Internacional. Quiere convertir Rusia en una potencia económica y sabe que para eso tiene que eliminar la mafia y la corrupción".
En este sentido resulta bastante significativo el hecho de que haya cambiado de signo por primera vez el flujo de capitales. El dinero ingresado en su economía ha sido superior al que ha salido fuera. Por primera vez en su historia reciente, la entrada de capitales ha empezado a superar la evasión. Según los datos de Litexco, en el segundo trimestre de este año la entrada se ha incrementado en un 150%, alcanzando un saldo positivo de 2.000 millones de euros, contra un saldo negativo de un millón en el primer trimestre.
La Unión Europea fue en 2002 el primer inversor de la Federación Rusa, con cerca de 1.900 millones de euros, lejos de los poco más de seiscientos millones invertidos por empresas norteamericanas. Es destacable también el que un solo país, Holanda, haya acaparado el 27% de las inversiones europeas en 2002, con 500 millones de euros. Pero estas cifras pueden resultar engañosas, y, si se analizan las inversiones directas netas en Rusia durante los últimos ocho años, -véase cuadro adjunto- las diferencias no son tan drásticas. El balance de la batalla económica entre Estados Unidos y la Unión Europea por dominar el mercado ruso se presenta mucho más equilibrado. En ese periodo las empresas europeas invirtieron 11.119 millones de euros, el 39%, frente a 9.538 de las norteamericanas, que suponen el 33,5%.
Reservas energéticas
Hay que destacar de cualquier manera el importante papel que desempeñan las reservas energéticas -gas y petróleo-, que, junto a los recursos naturales -metales-, suponen el 70% de las exportaciones totales. La reciente detención de Mijaíl Jodorovski, presidente de la compañía Yukos, pone de relieve la trascendencia de este capítulo para la Administración rusa. Este valor añadido del país ha sido un condicionante, según Litexco, de la política exterior del Gobierno del presidente Putin, que, consciente de esta plusvalía nacional, ha puesto en marcha simultáneamente el diálogo energético con el Gobierno federal de Estados Unidos y con la Unión Europea.
Sin embargo, en este terreno sí que parece clara la victoria norteamericana. Las multinacionales petroleras se han lanzado sin recato sobre este sector y tratan de controlar las compañías responsables de los principales oleoductos que se están construyendo. Según María Isabel Prados, en la titularidad de las mismas "al final casi siempre aparece una sociedad de Delaware o Nueva Jersey".
Mientras tanto, las petroleras europeas parecen asistir impávidas a esta conquista norteamericana, y únicamente British Petroleum es la excepción que confirma la regla, con un importante acuerdo con la rusa TNK que le supondrá una inversión de 6.750 millones de dólares.
Finalmente será en torno a una decena de corredores repartidos por el área de influencia rusa los que distribuyan esta fuente energética desde Siberia hasta Oriente Próximo. Y, una vez que entre en pleno rendimiento, la industria energética rusa cambiará sin duda el reparto actual de poderes entre los principales implicados. Arabia Saudí será sin duda uno de los más afectados.
La riqueza energética de Rusia le va a permitir, según Prados, mantener su independencia: "Nunca será candidata a ingresar en la UE, será sólo un Estado asociado". Además, a diferencia de la Unión Europea, mantendrá el único Ejército capaz de oponerse al de Estados Unidos.
En este sentido, la unión Europea con su próxima ampliación a 25 miembros, agravará sus servidumbres actuales de gran paquidermo que no ha hecho las reformas estructurales necesarias antes de abrir la puerta a los nuevos socios
Otra de las diferencias más significativas en el planteamiento de los países europeos y Estados Unidos a la hora de abordar las inversiones en Rusia es el mayor pragmatismo de los norteamericanos. No se andan con rodeos. En las inversiones empresariales netas la diferencia entre ambos no llega a los 2.000 millones de euros, mientras que, si se comparan las inversiones totales, la distancia se eleva a más de 25.000 millones. En el periodo 1995-2002 estas inversiones ascendieron, según Litexco, a 86.723 millones de euros, de los que 41.774 millones corresponden a países de la Unión Europea y 16.336 a EE UU. Lo que supone que el 48,2% les ha llegado desde Europa y el 18,9% desde Norteamérica.
Esta diferencia respecto a las inversiones netas se encuentra, por un lado, en las aportaciones de los Gobiernos occidentales, y, por otro, en la compra de valores, acciones, créditos gubernamentales con la garantía del Estado y las transferencias internacionales de recursos interempresariales. Es decir, lo que han aportado los Gobiernos y el dinero repatriado fundamentalmente desde Chipre y Suiza.
De la isla mediterránea vecina han llegado a Rusia en los ocho últimos años nada menos que 9.271 millones de euros, cifra superada únicamente por Alemania y el Reino Unido. Y desde la Confederación Helvética, 6.929 millones de euros, lo que supone un 8% de las inversiones totales.
La situación económica en Rusia, a pesar de las incertidumbres que se mantienen, ha cambiado notablemente en la última década, y para este año mantienen una previsión de crecimiento del 6% del PIB, y es precisamente la confianza en el proceso de reformas de Vladímir Putin la que protagoniza la llegada de capitales desde fuera de sus fronteras. Desde los bancos chipriotas han llegado más de 3.500 millones de euros para inversiones empresariales desde 1995, y el 53% de los recursos totales procedentes de este país lo ha hecho en los ultimos tres años, convirtiéndose en el tercer país inversor, detrás de la UE y Estados Unidos.
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