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Reportaje:REPORTAJE

'Super K', contra el poder económico 'gallego'

Las partes acordaron una tregua y el caudaloso río desbordado de advertencias, acusaciones y amenazas mutuas entre funcionarios del Gobierno y ejecutivos españoles retoma el cauce de la negociación. A partir de este lunes comenzarán a reunirse para revisar los contratos y las metas comprometidas. Las empresas concesionarias de servicios públicos participadas por capitales españoles, que temían ser elegidas como chivo expiatorio del derrumbe económico por el Gobierno del presidente Néstor Kirchner, han comprobado en los hechos que el asunto no era sólo con ellas.

El tornado K levantó todo y a todos por el aire. Si ahora, a dos días de cumplir sus primeros seis meses en el poder, se hiciera el recuento sumario de los enemigos a los que el jefe del Estado argentino apuntó desde el principio, cuando se declaró dispuesto a "abrir todos los frentes que fueran necesarios", al pie de la extensa lista habría que incluir la leyenda: "... y siguen las firmas".

Quienes ya habían tratado con él cuando era gobernador dicen que es un negociador de los del tipo "duro en el comienzo", pero con el que se establecen relaciones serias y duraderas
En los noventa, España se convirtió en el primer inversor extranjero en Argentina, pero Kirchner es de los que piensan que las inversiones no corrieron ningún riesgo

En la última semana, Kirchner se cargó lo que quedaba de buena relación con el presidente uruguayo, Jorge Batlle, filmado el año pasado por una cámara imprudente en el momento de acusar a los argentinos de ser "todos unos ladrones". Batlle se había comprometido personalmente con Kirchner a reanudar la investigación por la desaparición de la hija del poeta argentino Juan Gelman a manos de militares uruguayos en los setenta, pero luego ordenó archivar el expediente. De inmediato, Kirchner dijo que se volcaría en el apoyo del opositor Frente Amplio en las presidenciales uruguayas. El canciller argentino, Rafael Bielsa, justificó la decisión: "Es igualmente duro haber pronosticado que Menem iba a ser el próximo presidente argentino; el que a hierro mata, a hierro muere".

Diálogo con Ana Palacio

¿El presidente argentino es o se hace el duro? Los portavoces tratan de apuntalar precisamente la imagen de super K, pero a veces acaban todos convertidos en personajes de cómic. Esta semana, Rafael Bielsa se vio obligado finalmente a desmentir la supuesta réplica que el presidente habría enjaretado a la ministra española Ana Palacio durante una reunión en la Casa Rosada y en presencia del rey Juan Carlos. Bielsa aclaró: "Yo estaba en esa reunión y en ningún momento se bordeó ni la dureza, ni el exabrupto, ni nada por el estilo". Pero el entredicho había sido contado antes a la prensa argentina por portavoces del presidente. Según ellos, "Kirchner interrumpió a la ministra española cuando intentaba reclamar en nombre de las empresas españolas y le dijo: 'Ni que me lo pida usted, ni Aznar, ni el Rey de España, voy a cambiar de opinión'. Es más, el propio Kirchner se encargo por la noche de añadir: 'La canciller estuvo un poquito dura... pero el Rey jugó bien".

Para Bielsa, la prensa "cometió demasías" al señalar en los últimos días desencuentros y descortesías del Gobierno argentino con el español. En su empeño por valorar cada gesto amistoso, el canciller argentino le dio importancia a la conversación improvisada que Kirchner y Aznar mantuvieron en el autobús que les trasladaba durante la Cumbre Iberoamericana realizada en Bolivia. En los noventa, España, con 40.000 millones de dólares, se convirtió en el primer inversor extranjero en Argentina, pero Kirchner es de los que piensan que las inversiones no corrieron ningún riesgo y retornaron rápidamente convertidas en fabulosos beneficios.

De todos modos hay otras pruebas de las reacciones intempestivas de Kirchner. Cuando ya estaba listo el acuerdo con el Fondo Monetario se negó a aceptar nuevas condiciones, postergó el anunció y se dedicó a revisar y corregir los términos, "línea por línea". Un ejecutivo español cuenta esta historia: "Se decidió que yo no fuera a la audiencia de los representantes del sector eléctrico porque era español. El resto eran argentinos y estaba previsto que, en algún momento, le hicieran saber eso, que ellos también eran argentinos y daban trabajo a argentinos. Cuando se lo dijeron, Kirchner les recordó a cada uno a qué empresa extranjera pertenecían y les dijo: 'Ustedes son argentinos, pero representan a empresas que luego a través de sus embajadas y de sus gobiernos me mandan a presionar por los del Fondo Monetario".

Quienes ya habían tratado con él cuando era gobernador de Santa Cruz dicen que es un negociador de los del tipo "duro en el comienzo", pero con el que se establecen relaciones serias y duraderas. Los ejecutivos de Repsol coinciden en que Kirchner "no se deja presionar" y "mantiene sus posiciones hasta el límite". Pero destacan también que "si da su palabra o firma algo, luego cumple". Kirchner parece tener una réplica guardada desde hace tiempo para responder a cada uno según corresponda, y se anima a meterse allí donde nadie antes entró. Destituyó a la cúpula de las Fuerzas Armadas, promovió la remoción del Supremo y exigió al gobernador de la provincia de Buenos Aires una "profunda depuración" de la policía, declaración por la que recibió amenazas contra sus hijos.

Cuando Aznar reclamó por los beneficios y la seguridad jurídica que deberían tener las empresas españolas en Argentina, Kirchner contestó: "Nosotros vamos a tratar de que esa rentabilidad no dañe la calidad del servicio que merecen los argentinos porque la rentabilidad social y la rentabilidad de justicia y dignidad para nosotros es mucho más importante". Durante la visita oficial de los Reyes de España a Buenos Aires, don Juan Carlos leyó un discurso en el que recordaba: "Desde hace más de una década, importantes empresas españolas han invertido en Argentina con esfuerzo sostenido y sin parangón, y han convertido a España en el segundo inversor extranjero en este país (...); no se trata de inversiones pasajeras, sino de carácter estratégico y con vocación de permanencia, desean contribuir a los esfuerzos del Gobierno y de la sociedad, fortaleciendo su economía, reduciendo el desempleo y creando riqueza en un marco de desarrollo solidario. Estoy convencido de que el compromiso de las empresas españolas con el presente y futuro en Argentina fortalecerá la cooperación entre nuestras economías".

A su turno, Kirchner reconoció las "pruebas de solidaridad" que Argentina recibió de España, pero no se privó de decir también que, "seguramente, España no olvidará la solidaridad de Argentina en su momento". Todas las fuentes consultadas en el Ejecutivo argentino resaltan que a Kirchner le cuesta olvidar el apoyo incondicional y la ayuda financiera que la mayoría de las empresas españolas ofreció a Menem antes de las elecciones, a quien seguían llamando y presentando como "presidente" desde que finalizó su mandato en 1999. Durante la campaña electoral, Menem se desplazaba en un avión cedido por Aerolíneas Argentinas, la línea de bandera que pertenece al grupo español Marsans.

Kirchner tiene información y memoria. Puede llegar a decirle a cada uno qué dijo o hizo en los últimos años. Y a todos les recuerda: "El problema es que ustedes querían poner de nuevo al gerente y ahora se encuentran con que deben tratar con un presidente".

Don Juan Carlos, con el presidente Néstor Kirchner, durante la visita del Rey a Argentina.
Don Juan Carlos, con el presidente Néstor Kirchner, durante la visita del Rey a Argentina.AP

En el principio estaba el fin

EL ABOGADO Alberto González Arzac, subdirector del Instituto de Derecho Político del Colegio Público de Abogados de Buenos Aires, fue inspector general de Justicia de la Nación entre 1989 y 1990, cuando el Gobierno de Carlos Menem comenzó la privatización indiscriminada de las empresas del Estado. Entonces denunció en sus dictámenes que los pliegos de concesión de las dos primeras empresas liquidadas, la Nacional de Teléfonos y Aerolíneas Argentinas, "ni siquiera cumplían con los requisitos exigidos por la Ley de Reforma del Estado que el Congreso había aprobado poco antes". A su juicio, las "empresas fueron absurdamente subvaluadas y eran un verdadero regalo para quienes supuestamente iban a invertir en ellas". Finalmente, González Arzac renunció a su cargo. Las demandas se trabaron en el camino de jueces designados por el Gobierno, y el Tribunal Supremo decidió, al fin, hacerse cargo per saltum de todas los expedientes abiertos que circulaban en tribunales inferiores para cerrarlos de una vez.

Catorce años más tarde, González Arzac es uno de los tantos ciudadanos argentinos que "al fin" se siente "reivindicado" por la actitud del presidente Néstor Kirchner y sus declaraciones, en especial cuando les recordó a las empresas españolas que a ellas "les fue mejor que a los argentinos porque enviaban remesas de ganancias extraordinarias en dólares", amparadas en la paridad uno a uno del peso con el dólar que imponía la Ley de Convertibilidad desde fines de 1991.

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