La profunda sabiduría de Tàpies se proyecta en sus últimos cuadros
El artista catalán fue investido ayer doctor 'honoris causa' en la Universidad Complutense
Hay una vieja historia china, contó Antoni Tàpies (Barcelona, 1923), que dice que "una pincelada debe expresar el mundo entero". Lo explicó el jueves en la galería Soledad Lorenzo, de Madrid, donde presentó algunas de las obras que ha realizado durante el último verano. "Lo que ocurre es que yo pongo la pincelada y sé de inmediato que tengo que rectificarla". El artista catalán fue investido ayer doctor honoris causa por la Universidad Complutense.
No había mucha gente el pasado jueves en la galería Soledad Lorenzo (Orfila, 4; www.soledadlorenzo.com), pero había mucho barullo. Cámaras de televisión y fotógrafos, un montón de flashes, ruido. Sentado delante de una de sus obras, Tàpies parecía encogerse para pasar inadvertido, con las manos entrelazadas, esperando que corriera el tiempo y que las preguntas empezaran.
Cuando se hizo el silencio, contestó con calma. Ahí, entre sus obras, que tienen una profundidad recóndita y que expresan, sin embargo, unos interrogantes tremendamente próximos (la cruz, el vacío, la mancha, la herida...), sus respuestas parecían píldoras que concentraban una vieja sabiduría, y que transmitían un antiguo acuerdo entre los hombres y lo desconocido.
Empezó hablando de las piezas que lo rodeaban, una selección del trabajo que hizo durante el último verano en su estudio que tiene en el Montseny, a una hora de viaje de Barcelona. "El paisaje, allí, tiene mucho que ver con el de los países nórdicos, y yo desde siempre me he sentido muy próximo al Norte, a la literatura noruega o a la de Dinamarca, por ejemplo. Tienen un sentido del mundo nebuloso y enigmático que poco tiene que ver con la visión clara y rotunda que tienen de las cosas los países latinos. Me siento muy próximo a ese misterio, creo que la realidad muchas veces es impenetrable".
Luego habló de los materiales diferentes con los que trabaja. Dijo: "Esta vez he intentado utilizarlos de forma distinta a la previsible". Y señala una de sus obras y comenta: "En vez de pintar sobre la tela, ahí la tela funciona como un sudario que envuelve la obra propiamente dicha".
¿Qué quiere decir su obra? Fue una pregunta que se le hizo varias veces, formulada de distintas maneras "Cuando trabajo soy muy instintivo, no analizo lo que hago (lo podría hacer, pero no creo que sea recomendable). A nadie se le ocurriría preguntar durante un concierto qué significa la sinfonía que está escuchando. Lo que ocurre es que la pintura sirvió durante mucho tiempo como documento. Retratos y cuadros históricos contaban cómo era el mundo de aquellos tiempos. Ahora esa función le corresponde hacerla a otras disciplinas, la fotografía por ejemplo, y entonces ya no hace falta contar cómo es el mundo y se pueden recorrer otros caminos".
El 13 de diciembre, Antoni Tàpies cumplirá ochenta años ("la edad te da ventajas e inconvenientes: están los problemas físicos, que te complican la vida, pero luego es verdad que se ven las cosas con más perspectiva, con más distancia") y muchas de las cuestiones que se le plantearon al artista catalán reclamaban un balance de su trabajo, una visión de cuanto había hecho. "He pasado mucho tiempo preocupado, incluso angustiado. No me han resultado fáciles las cosas. Siempre he pensado que me salían mal, que tenía que repetirlas". Fue entonces cuando se refirió a la pincelada de la que hablaban los chinos, ésa que tiene que expresarlo todo.
"Es algo temperamental", afirmó Tàpies cuando le comentaron cómo podía conservar intactos su curiosidad y su afán de buscar nuevos caminos. "Lo que he intentado es conocer cuanto me rodea lo más profundamente posible".
Píldora a píldora, Tàpies se fue retratando poco a poco. "Amo los materiales pobres y comparto la visión metafísica que dice que las cosas grandes y ampulosas expresan menos que las pequeñas y humildes". "Ocurren tantas cosas terribles que es inevitable que a todos nos preocupen. He vivido un tiempo de guerras y, sí, he firmado muchos manifiestos para que las cosas cambiaran, sobre todo durante la dictadura de Franco. Pero soy escéptico y dudo incluso de la posibilidad de encontrar un término medio frente al desorden de este mundo". "Tanto trastorno me ha hecho cogerle manía a la cultura occidental, y así he buscado respuestas a las grandes cuestiones en las filosofías de Oriente y del Extremo Oriente, en China y en la India. A ellas les debo saber que las cosas son oscuras y misteriosas". "Intento que las imágenes de mis obras lleguen a tocar algo en la conciencia de quienes las miran. No pretendo explicar nada, sólo propongo un camino que cada cual debe recorrer solo".
Mientras en la galería madrileña cuelgan sus nuevas obras, Tàpies fue investido ayer doctor honoris causa por la Universidad Complutense. El rector Carlos Berzosa evitó hacer grandes discursos y el artista catalán sólo dijo unas cuantas palabras. Madrid, así, ha celebrado por partida doble el próximo cumpleaños de Antoni Tàpies. Felicidades, pues.
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