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Crítica:CRÍTICAS
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Enredos del corazón

Que la comedia británica goza de buena salud lo demuestran películas como Cuatro bodas y un funeral, Notting Hill, El diario de Briget Jones, títulos en los que se hace evidente -más en los dos últimos que en el primero- la permeabilidad del género hacia las fórmulas y la presencia de intérpretes estadounidenses, pero sin olvidar en todo caso las especificidades de un humor "a la inglesa", con guiños claramente dirigidos al mercado propio. Algunos de los responsables de estos títulos están también detrás de este Love actually, un filme que regresa a las certezas y hallazgos de aquellos -una estructura coral, como en Cuatro bodas..., que posibilita la creación de un elenco de campanillas, la recreación de caracteres y actitudes que abarcan múltiples posibilidades; el amor y los encuentros entre personajes que actúan como argamasa que sustenta conceptual y narrativamente todo el edificio-, pero que, a diferencia de los otros, presenta una característica que lo hace inmediatamente sospechoso: la búsqueda a cualquier precio de la adhesión sentimental del respetable.

LOVE ACTUALLY

Dirección: Richard Curtis. Intérpretes: Hugh Grant, Alan Rickman, Colin Firth, Emma Thompson, Laura Linney, Liam Neeson, Keira Knightley, Lucía Moniz. Género: comedia. Reino Unido, 2003. Duración: 135 minutos.

Dirigido por el guionista de los tres filmes anteriores, Richard Curtis, que hace aquí su debú en la realización -y su trabajo en este rubro no es en absoluto despreciable-, sustentado por un elenco competente, en el que abundan los grandes intérpretes en estado de gracia -lo están, ante todo, Emma Thompson, Alan Rickman y Liam Neeson, y también en su renqueante, patoso registro, Hugh Grant, aunque lo suyo esté reservado, como ocurre con los actores que repiten siempre un mismo personaje, reservado a sus incondicionales-, Love actually se pretende, nada menos, la radiografía del amor (heterosexual, hay que aclarar) en nuestros días. Ambiciones, como se ve, no le faltan.

Con situaciones archiconocidas (el jefe y la secretaria enamorada, la esposa que descubre la infidelidad de su cónyuge, el joven enamorado de la mujer de su mejor amigo, el niño que vive su despertar al amor), otras menos habituales (el escritor y su asistenta portuguesa) y otras decididamente abominables (lo es la del adolescente que ansía irse a EE UU para hartarse de follar; y a fe que lo hace: compensaciones falocráticas, con perdón), la película se aguanta fundamentalmente por dos soportes básicos: uno, su estructura coral, siempre propensa a la sorpresa y lo inesperado, el azar y sus consecuencias. Otro: porque da a cada espectador lo que éste quiere ver en la pantalla.

Porque ni la historia del follador es inocente, ni lo es la inverosímil peripecia del primer ministro soltero y enamorado. Guiños a un antiamericanismo elemental, guiños políticos a costa de Margareth Thatcher (a estas horas...), guiños a quien espera algún rasgo de realismo en las historias (el patito feo que encuentra al príncipe azul... y no lo puede disfrutar), guiños a quien cree, y es mayoría abrumadora entre los amantes del género, que el amor pasa por encima de cualquier contingencia (el desconocimiento de un idioma, por ejemplo): demasiados guiños como para no resultar obra del cálculo más artero.

Pero tendrá éxito; entre otras cosas, porque sabe conmover cuando se lo propone (la historia del padre y el niño, el extraordinario momento de Thompson descubriendo que su marido le es infiel), aunque se cargue por el camino cualquier asomo de verosimilitud. Y a la postre, hasta el espectador más exigente puede tener la tentación de pensar que no es mucho más idiota que el cine amoroso que nos viene del otro lado del océano.

Colin Firth y Lucía Moniz, en una imagen de <i>Love actually.</i>
Colin Firth y Lucía Moniz, en una imagen de Love actually.

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