Señas de identidad

Adaptación mexicana de la novela homónima de Rosa Montero, llena de los retruécanos a que ya propendía la novela original, con una lectura entre políticamente simple y dramáticamente barroca (lo es su trama, que da vueltas sobre sí misma constantemente), La hija del caníbal es, ante todo, la forzada búsqueda que emprende una mujer madura no tanto de su esposo secuestrado cuanto de sí misma y de su lugar en el mundo.

Antonio Serrano intenta mantener el pulso sobre una materia narrativa arisca, y da la impresión de que ésta le viene grande, sobre todo en lo que tiene de metadiscurso, de reflexión sobre la protagonista y su capacidad de fabular y presentarse siempre bajo otro prisma (un recurso fácil en la novela, pero endiablado en el cine).

Se deja ver, pero a condición de no pedirle ni de lejos lo mismo que al libro; y, en todo caso, es siempre un gusto reencontrarse con Cecilia Roth, que hace aquí uno de los trabajos más solventes que hemos visto en tiempo: sobre ella, sencillamente, reposa toda la verosimilitud de la historia.