_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Experimentando con cachorros

Desmontada con el tipo único la barricada fiscal, sólo la educación permite establecer diferencias entre derecha e izquierda. Es por ello por lo que las leyes educativas han sido en los últimos años el principal argumento para el debate ideológico aunque en él se colaran astracanadas propias de estos tiempos, como la de aquel dirigente del PP que casó el sentido de la superación con los ganadores de la Operación Triunfo o la de la socialista que afirmó con rotundidad y escaso conocimiento histórico que la reválida era franquista.

El PP restó crédito a su Ley Orgánica de Calidad de la Educación (LOCE) metiendo por la puerta trasera y sin avisar la catequesis obligatoria, pero eso no le quita valor a este precepto que las comunidades autónomas -que son de las que dependen la educación- tienen la obligación de cumplir.

En una reunión habida el mes pasado en Zaragoza, los consejeros de Educación de las ocho comunidades gobernadas por el PSOE se pusieron de acuerdo en cómo cumplirían algunos preceptos de la LOCE, como el que obliga a pasar por exámenes de recuperación a los alumnos que no hayan superado el curso. Insólitamente, los consejeros decidieron celebrar estos exámenes entre el 23 y el 30 de junio, una semana después de que acabaran las clases.

¿Qué milagro puede obrar para que un alumno que no diera el nivel el 20 de junio lo alcance prodigiosamente una semana después? Reconozco que quizá soy un producto de la educación franquista -no es mi culpa-, pero ¿no sería más razonable celebrar esos exámenes de recuperación en septiembre, ya que así los alumnos tendrían tiempo para mejorar sus conocimientos durante el verano?

La consejera de Educación andaluza, Cándida Martínez, daba tres razones para explicar por qué ella y sus siete homólogos han tomado esta decisión. Es malo dar más de una razón, como saben bien quienes a veces llegan tarde a casa: aunque sea verdad, no tiene sentido excusarse diciendo "había un coche tapando mi plaza de aparcamiento, no me funcionaba el motor de arranque y se me pinchó una rueda". Tres razones flojas se convierten en tres excusas inverosímiles.

Los tres argumentos de la consejera para hacer los exámenes de recuperación una semana después de la finalización del curso son que esa prueba no es realmente un examen, sino un elemento más de la evaluación continua y que puede sustituirse con un trabajo; que las aulas y profesores estarían ocupados en septiembre con la apertura del curso, y que -y esto es lo más curioso- sería contrario al principio de gratuidad de la enseñanza, porque los niños con dinero podrían recibir clases particulares.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

Es obvio que las diferencias económicas y, sobre todo, culturales benefician o perjudican -según el caso- el rendimiento escolar. Pero es algo inevitable, al menos que se aísle a los niños de sus familias. En fin, dejémoslo aquí: no quisiera dar malas ideas a nadie.

Si los consejeros socialistas se equivocan es algo que no podremos saber hasta que pase un tiempo y se vean las consecuencias. Entretanto, más valdría reflexionar sobre el hecho de que la Pedagogía sea la única ciencia a la que se le permite experimentar con cachorros de la especie humana y obrar en consecuencia.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_