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Reportaje:

La última morada del republicano Bartolomé Nieto

Un jubilado lleva tres años rastreando la historia de su padre, fusilado en 1940. Sus restos reposan en algún lugar de la Almudena

José Antonio Nieto lleva tres años haciendo un puzzle de mil piezas con sólo dos de ellas: una foto vieja en blanco y negro en la que aparecen su padre y sus tíos y una carta de su padre desde Valencia, fechada el 26 de noviembre de 1936. En abril de 2000, este jubilado de 65 años encontró la carta en un baúl familiar. En ella, su padre, Bartolomé Nieto Jiménez, republicano, pide a los suyos que acudan a la capital levantina ante los continuos bombardeos que sufre Madrid por esas fechas. Hoy, 20 de noviembre, 67 años después de aquella carta y 28 después de morir Franco, José Antonio ha iniciado un camino lleno de dificultades para seguir la pista a su pasado.

"Cuando encontré la carta me puse a llorar como una niña. Yo apenas conocía detalles de la vida de mi padre y sus hermanos, salvo que la mayoría de ellos habían muerto en la Guerra Civil. Se me revolvió todo y empecé a investigar", cuenta. Su periplo le ha llevado hasta el osario del cementerio de la Almudena, el lugar donde reposan los restos de su padre y los de otros cientos de personas cuyos cadáveres nunca han sido reclamados, una explanada donde crece la hierba y a la que los familiares no pueden acceder.

"¿Cómo iba a reclamar el cadáver si no sabía dónde estaba? Y ahora que lo sé no puedo verlo"
"He enviado cartas a todo el mundo, hasta al Ministerio del Interior, pero no me hacen caso"
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Homenaje a los fusilados en O'Donnell

Los primeros documentos que José Antonio descubre salen del Archivo Histórico de Salamanca y le dan detalles acerca de la vida militar de su padre, que con 22 años luchó en el frente de Guadarrama y pasó luego a formar parte de la policía republicana en Madrid. Esos datos le hacen continuar una investigación "llena de obstáculos". "Que te den los documentos que pides depende mucho de la persona que esté al cargo en ese momento", afirma José Antonio, que ha removido Roma con Santiago, enfrentándose en muchas ocasiones a la Administración, para rastrear la historia de su familia. "He enviado cartas a todo el mundo, hasta al Ministerio del Interior, pero no me hacen caso", protesta.

Tras pasar por hemerotecas, archivos y cementerios, encuentra las nuevas piezas de este rompecabezas en el Archivo General de la Administración. Fotocopia 43 documentos referidos a su padre, y se entera así de que el régimen franquista calificaba en 1939 a Bartolomé Nieto como un "sujeto peligrosísimo para la seguridad,concurriendo en él todas las circunstancias que hacen de él un ser despreciable, lleno de los más bajos y perversos instintos humanos". En esas fechas, Bartolomé ha sido detenido por republicano y es enviado a varias prisiones hasta recalar en la madrileña cárcel-convento de las Comendadoras.

Su hijo no descansa y prosigue sus pesquisas. Compra libros sobre la Guerra Civil, se apunta a un cursillo de internet. "Todo con tal tener más posibilidades de averiguar más cosas". Más documentos: José Antonio descubre que Bartolomé intentó suicidarse en la cárcel cortándose las venas y recupera cartas enviadas por su padre a su familia, todas ellas con el sello de "censurada". "Me dices en tu carta que te vas a poner a criar", le escribe Bartolomé a su mujer, "¿merece la pena lo que vas a hacer con lo que vas a ganar? Espera a que se resuelva mi situación, pues de esto dependerá el rumbo de nuestras vidas y las de los niños". La situación de Bartolomé nunca mejora. Es fusilado junto con nueve personas más el 31 de agosto del año 1940 en la tapia de O'Donnell del antiguo cementerio del Este, hoy cementerio de la Almudena.

José Antonio descubre que su padre fue enterrado en una fosa del cuartel 53, pero en los mapas de la Almudena esta zona ni siquiera figura. La explicación que dan los responsables del cementerio es que la fosa en la que estaba enterrado el padre de José Antonio fue eliminada durante la ampliación del cementerio. Antes de esa ampliación, en 1950, las autoridades del cementerio sacaron el cadáver y lo enviaron al osario. "¿Cómo iba a reclamar yo el cadáver si no sabía dónde estaba? Y ahora que lo sé no puedo ir a verlo", se lamenta el hijo.

La investigación de José Antonio le lleva además a averiguar la suerte que corrieron sus tíos, algunos de ellos fallecidos también en la guerra. Pese a que sus averiguaciones le suponen más de un sobresalto, José Antonio no descansa y sigue buscando nuevos datos que puedan ocultarse entre los cientos de legajos que descansan en los archivos.

Ayer, se enteró de que varias fundaciones están preparando un homenaje a las 2.663 personas que fueron fusiladas en la tapia de O'Donnell. El homenaje consiste en colocar en la tapia cada uno de los nombres de las personas que fueron fusiladas allí. El listado de todas esas personas está disponible en un libro escrito por Mirta Núñez y Antonio Rojas, titulado Consejo de Guerra. Los fusilamientos en el Madrid de la posguerra. 1939-1945. El nombre del padre de José Antonio, Bartolomé Nieto Jiménez, está en ese listado.

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