El Estado compra para el Prado un cuadro de Velázquez por 23 millones
La obra 'El barbero del Papa' se adquirió a un particular en el mercado internacional
El cuadro El barbero del Papa, de Velázquez, una de las escasas obras del pintor en manos privadas, ha sido comprado por el Estado en el mercado internacional por 23 millones de euros y será depositado en el Museo del Prado. La intención del Prado de adquirir el cuadro desde su presencia en el museo en la antológica de Velázquez de 1990 se pudo concretar al habilitar el Estado un presupuesto extraordinario. La obra, fechada en 1650, cuando pinta los retratos de Juan de Pareja y del papa Inocencio X, fue aprobada por la comisión permanente del patronato.
La tela de Velázquez, que nunca se conservó en España, se presenta como una recuperación del patrimonio artístico y es la segunda adquisición del pintor en la historia del museo tras la incorporación de las colecciones reales. En el año 2000, el Ministerio de Cultura compró por 4.000 millones de pesetas (24 millones de euros) La condesa de Chinchón, de Goya, un retrato de la esposa de Manuel Godoy pintado en 1800 que pertenecía a la familia Rúspoli Morenés.
El barbero del Papa, que Palomino identificó como monseñor Miguel Angelo, se considera una obra maestra pintada durante el segundo viaje de Velázquez a Italia, entre los años 1649 y 1651, un periodo que no está representado en el Prado, donde se expondrá al público en próximas fechas. El cuadro formó parte de la antológica de Velázquez en el Prado, que fue vista por medio millón de personas en 1990.
En la ficha del catálogo aparece como última procedencia la de una colección particular de Nueva York, y ha sido comprado a través de los anticuarios Wildenstein & Co., que también figuran en la historia del cuadro que comienza en 1909 con la exposición en las Grafton Galleries de Londres. Se incorpora al catálogo razonado de August L. Mayer en 1936, siendo su propietario el británico sir Edmund Davi; a su muerte, en 1939, se vendió en subasta en Christie's de Londres y pasó después por varias colecciones particulares extranjeras. El historiador Julián Gállego, autor del catálogo, dice que "se trata de un admirable trozo de pintura en la cual, gracias a la elegancia distante de los largos pinceles de Velázquez, una fisionomía vulgar adquiere visos de nobleza y una sutil expresión de afable y resignada melancolía". Añade que Velázquez "logra una obra maestra en su austeridad, paradójicamente luminosa en sus atmósferas tenebristas".
En la antológica de Velázquez, El barbero del Papa se encontró con el retrato de Juan de Pareja, del Metropolitan de Nueva York, y más tarde el museo pudo exhibir en solitario el retrato del papa Inocencio X, de la Galería Doria Pamphilj, de Roma, los ejemplos más conocidos de la producción del pintor sevillano en su segundo viaje a Italia. Desde el catálogo de Mayer, la pintura se considera uno de los cuadros autógrafos de Velázquez. Ya en 1963, José López-Rey lo fechó en 1650 y lo calificó como "obra extraordinaria" por lo sutil de su descripción psicológica. José Gudiol, en 1973, consideraba que "una pintura de tal calidad" era obra indudable de ese artista, y en 1986, Jonathan Brown recordaba que no existen datos que avalen seriamente su identificación con el barbero del Papa, si bien creía plausible que sea obra del periodo romano.
El estado general de conservación del cuadro, según el informe de los servicios técnicos del Museo del Prado, es excelente. En el examen se ha detectado que no hay pérdidas significativas ni alteraciones de la capa pictórica, que se conserva bastante íntegra. En la técnica del pintor, las capas superficiales tenían mucha importancia a la hora de unificar toda la pintura y dar sentido al cuadro, y teniendo en cuenta también el magnífico estado de conservación de las obras del pintor que se encuentran en la colección del museo. El Prado expone a un Velázquez en todos los géneros y temas, pero sobre todo retratos, a partir de establecerse en Madrid en 1623, por su condición de pintor del rey Felipe IV y de su entorno cortesano.
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