Francia destaca su alianza con Alemania en la futura UE
Dominique de Villepin cree que entre París y Berlín hay "acercamientos objetivos"
Entre Francia y Alemania hay "acercamientos objetivos" y "voluntad de unir nuestras voluntades". Así contestó ayer el ministro francés de Exteriores, Dominique de Villepin, a varias cuestiones sobre el interés suscitado por una información de Le Monde según la cual él mismo había evocado un proyecto de unión franco-alemana el 4 de noviembre y lo había calificado de "apuesta histórica" ante el restringido auditorio de un club de pensamiento.
El público de ayer, un poco más amplio -era el del Círculo de la Prensa Franco-Americana-, le permitió recalcar que había evocado esa hipótesis "en un ámbito de reflexión" y de argumentar sobre la existencia de "un proceso", en el que aseguró que él cree personalmente, para el progreso de Europa "a través del motor franco-alemán". Pero no fue más lejos en la precisión de los perfiles de ese proyecto, fuera de las iniciativas ya conocidas como las reuniones semestrales conjuntas que realizan los Consejos de Ministros francés y alemán, o la cumbre celebrada el 28 de octubre por los presidentes de las regiones francesas y de los Estados alemanes.
En todas las mentes con sensibilidad política han quedado clavadas las imágenes de los repetidos encuentros entre Chirac y Schröder, así como la sustitución de este último por el primero en un Consejo Europeo. Más importante aún: hay reuniones periódicas de coordinación entre los ministros de Economía de los dos países, que les ha permitido resistir, espalda contra espalda, todas las peleas con la Comisión Europea por su falta de respeto al Pacto de Estabilidad.
De Villepin se esforzó ayer en vender los aspectos positivos del motor franco-alemán, en el sentido de que este eje permite "el avance de Europa". La falta de precisiones sobre el proyecto alimenta la idea de que poner en circulación el concepto de la unión franco-alemana puede ser una táctica ante las crispaciones que se advierten en el seno de la UE, tanto las divisiones del pasado sobre Irak como las discusiones actuales por el reparto de poder en la Europa de 25 miembros.El pasado día 6, el propio Aznar, con el presidente francés a su lado y en presencia de decenas de periodistas, se chanceó de Chirac en estos términos: "A mí me gusta tanto Francia que estoy enamorado de Niza". Chirac acababa de asistir con Aznar a la firma del mayor acuerdo de colaboración policial y judicial hispano-francés alcanzado nunca: el presidente francés también acababa de apoyar a Aznar en el rechazo al plan Ibarretxe. Impertérrito, el jefe del Gobierno español se mantuvo en sus trece de que lo bueno es el consenso alcanzado por el Tratado de Niza y de que ese consenso no existe en torno al proyecto de Constitución europea.
El presidente francés tendrá ocasión de explorar cuáles son las intenciones del sucesor designado por Aznar, Mariano Rajoy, al que recibe hoy en El Elíseo. Al margen de que se produzca o no una clarificación, este tipo de dificultades franco-españolas desde luego no se producen con Alemania. Una parte de la clase política francesa y los círculos diplomáticos no descartan la hipótesis de que el proyecto de una Europa de 25 países pueda fracasar o complicarse en exceso, bien sea por la oposición española o polaca a perder peso específico en los órganos futuros de la UE, bien por los temores de los pequeños países a ser engullidos en el directorio de los grandes, o en función del diferente grado de intensidad en la deseada política común de defensa y seguridad. La reafirmación del motor franco-alemán es un modo de decir que los dos países más poblados de la UE, que son los más fuertes económicamente, no cejan en su proyecto para Europa.
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