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CÁMARA OCULTA | NOTICIAS Y RODAJES
Columna
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Ponga una princesa en su vídeo

Al hilo de las constantes tertulias y programas especiales sobre la famosa boda real que se nos viene encima, en la televisión oficial están apareciendo como el que no quiere la cosa algunas peliculitas de cenicientas y de princesas. No podía ser de otro modo, dada la sensibilidad que caracteriza la programación cinematográfica de la Casa. Ya quedó clara cuando las protestas populares por la guerra de Irak, por ejemplo, en que se suprimió meticulosamente cualquier cinta que hablara siquiera lejanamente de un tema bélico. Pero ahora que somos todos tan felices, nos van colocando mensajitos, como ese caramelo empalagoso titulado Princesa por sorpresa que protagonizó Julie Andrews en un nuevo intento de resurgir tras la grave afección vocal que ha acabado dando al traste con su gran talento. Tuvo mala suerte doña Julie porque cuando se disponía a viajar por Europa para promocionar la película se incrustaron dos aviones en las Torres Gemelas y prefirió quedarse en casa. Europa le parecía peligrosa. Y es que, cuando menos se espera, la realidad se hace presente con tanta fuerza que acaba haciendo trizas los mejores cuentos de hadas.

Fue una pena que no viajara doña Julie, ya que las historias de bodas principescas se entienden mejor en este viejo continente. Baste ver cómo se promocionan ahora en algunos grandes almacenes los vídeos y DVD de las tres Sissi de Romy Schneider, en paquete-oferta con Los jóvenes años de una reina y La panadera y el emperador (ojo a esta última, que tiene título engañoso: la panadera anda en amores con un jovencito de su clase social y no, como pudiera parecer, con el viejo monarca). Igualmente se pueden encontrar fácilmente el musical Bodas reales (con un Fred Astaire prodigioso) y Vacaciones en Roma, probablemente el mejor cuentito sobre princesas traviesas que nunca se haya filmado... aunque no acabara en boda. La princesa (adorable Audrey Hepburn) no se casaba con el periodista plebeyo del que se había enamorado (eficaz Gregory Peck). Ante todo, sus deberes de Estado.

Moda

Las bodas están de moda. O sus consecuencias. Así lo muestra la divertida Crueldad intolerable, de Joel Coen, en la que se puede admirar a una espléndida (en todos los sentidos) Catherine Zeta-Jones, especializada en la película en bodas por dinero. Curiosamente, la misma Zeta-Jones ha estado de actualidad esta semana a consecuencia de su matrimonio con Michael Douglas. Recordarán que en la ceremonia de su boda se les infiltró una revista del corazón que no les había pagado la exclusiva, llegando a publicar tan preciadas fotos antes de que lo hiciera el medio que sí había soltado previamente una pasta gansa. La pareja ha venido soportando desde entonces "enormes sufrimientos por haber visto violada" su intimidad. Pero se les ha hecho justicia, y la revista intrusa les compensará con otro pastón. Final feliz.

Mientras tanto, la realidad, tan impertinente, se empeña en no desaparecer, emborronándonos tanta felicidad. Ahora, numerosos cineastas españoles están apoyando con entusiasmo el primer Festival Internacional de Cine del Sahara, que se celebrará en un desierto de salitre cercano a Tinduf, donde hace 27 años se instalaron los campamentos de refugiados que huían de la invasión marroquí. La mayoría de los saharauis que allí malviven nunca han visto una película en proyección, y serán estas españolas las que les descubran la grandeza del cine. En el campamento no hay agua potable ni electricidad, salvo por los generadores solares que hasta les permiten ver la tele, incluidas las películas de cuentos de hadas y finales felices. Los participantes en este insólito festival cinematográfico han recibido instrucciones precisas: vivirán en tiendas o en modestas casitas particulares, deberán llevar toallas húmedas y su propio papel higiénico... A ser posible, y como regalo, se aceptarán medicinas, alimentos en conserva, linternas, pilas, bolígrafos, mecheros, dulces... pura materia de supervivencia.

En esta época de bienaventuranzas de hadas, la realidad se empeña en abrirse machaconamente un hueco. Pero no importa: no se comenta en la tele, y santas pascuas.

Karlheinz Böhm y Romy Schneider, en la película <i>Sissi.</i>
Karlheinz Böhm y Romy Schneider, en la película Sissi.

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