"La ironía nos defiende del patetismo"
Regresa siempre de Alburquerque, la ciudad de Estados Unidos donde enseña y reside, con el otoño, su estación preferida por ser abrigo de la melancolía. Es cuando Ángel González (Oviedo, 1925) trae sus luces certeras como ayer, cuando clausuró el Congreso Internacional de la Lengua en Valladolid y leyó sus poemas ricos, irónicos, alegres, tristes, tan pegados al alma del ser humano. Ve más espacio para la desazón, pero no renuncia a sus luchas. Con el sabor intenso de un vino de la Ribera del Duero y su lucidez antifrenética, llena de calma amable, responde.
Pregunta. Más de medio siglo lleva en pie su generación del 50. ¿Han vencido?
Respuesta. Mi generación, que ha sido negada y atacada por la reacción ante una poesía realista y comprometida, ahora está bien reconocida.
P. De la poesía de la experiencia, que usted también reivindica, han dicho algunos que es una tontería de etiqueta, porque toda poesía viene de la experiencia. ¿Cómo lo ve?
R. Es que no es tan simple. La poesía de la experiencia implica una evaluación moral, no explícita, que se desprende de las palabras.
P. O sea, ¿una confesión con penitencia?
R. No, una meditación más que una confesión.
P. En la vuelta a las esencias se ha reivindicado el lenguaje como la misión del poeta. Usted le agrega más cosas: ironía. ¿Qué es la ironía, un arma o un consuelo?
R. Es una posibilidad del lenguaje. La ironía se observa al hablar, en el habla hay ritmo también, los españoles hablamos en octosílabos, por ejemplo. En la poesía, la ironía se utiliza como un énfasis esencial para la comunicación. El tono irónico intensifica los poemas. Permite, además, expresar cosas sin decirlas, exige complicidad del lector. Además, es saludable para evitar el patetismo y marcar distancias con uno mismo.
P. También usted es poeta de la melancolía. ¿No es más necesaria la esperanza en estos tiempos?
R. No hay mucho espacio para eso. ¿Qué le vas a hacer? No podemos deformar la realidad, hay que ser fiel a lo que se vive. Aunque siempre hay un atisbo junto al poso de la amargura.
P. Llega usted de Alburquerque, en Estados Unidos. La que está cayendo desde allí con Bush. ¿Cómo lo llevan los amigos de la belleza como usted?
R. Mal. Además, le siguen apoyando. Son muy patriotas y poco críticos con ellos mismos, aunque hay una minoría inconformista y valiosa. Con Bush vamos a la catástrofe, su política agresiva no se puede sostener. Todo empeora y lo van a pagar caro.
P. Habrá que usar nuevas armas de la imaginación. Y tecnología. ¿Escribe versos por e-mail?
R. Pocos. El e-mail tiene, como todo, sus ventajas y sus inconvenientes. A veces recibo poemas que me llenan de alegría y otras veces me llegan cosas que no quiero ni ver.
Babelia
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