La última oportunidad
Recientemente hemos oído y leído toda clase de opiniones contrarias a la nueva Ley de Ordenación Urbanística de Andalucía, en las que se censura al legislador por invadir la autonomía municipal e incluso por impedir su legítimo desarrollo.
Sorprenden estas severas opiniones, ante una ley que representa la última oportunidad para la segunda franja costera de las zonas turísticas de Andalucía y para aquellos pocos lugares del litoral que todavía no han sido arrasados por la masificación y la "ordenación territorial" a golpe de maletín.
¿Cuáles han sido, en los algo más de cien años que tiene de historia la industria turística, sus destinos más rentables? Son ciudades como París y Londres, espacios como la Región Alpina, que se extiende por cinco países. Después de un siglo, siguen siendo la apuesta inteligente, la opción más ética y el modelo económicamente perfecto, pues nunca han dejado de generar riqueza y empleo sobre una base extraordinariamente sólida de conservación y consolidación de sus patrimonios culturales, sociales y naturales, celosamente custodiados por el entramado institucional y legal de diferentes administraciones, que impide la penetración de actuaciones contrarias al bien común.
En el otro extremo están los capítulos más escandalosos de ese siglo de historia del turismo, ubicados en gran parte en costas españolas e italianas, en las que la ignorancia, la codicia y también la corrupción, han conseguido devastar y convertir en "tierra quemada turística" lugares que poseían todos los ingredientes para alcanzar ese envidiable "status" de destino turístico de alta rentabilidad económica y social. Situación ésta, la de la "tierra quemada", muy unida a la porosidad de muchas administraciones locales y a su escasa capacidad de defensa ante las actuaciones de minorías, cuyos intereses, siempre inconfesables, prevalecerían sobre el bien común. Tanto en las costas italianas como en las españolas, se dan casos en los que la delincuencia urbanística y sus agentes y avalistas no sólo influyen o controlan las decisiones del gobierno local, sino que el grupo mafioso es el mismo gobierno local.
Según el profesor Francisco J. Laporta, catedrático de Filosofía del Derecho de la Universidad Autónoma de Madrid, "la gran corrupción encuentra su ambiente más propicio cuando importantes decisiones económicas se toman en régimen de monopolio de poder, con amplia discrecionalidad y sin controles ante los que responder".
Y es axiomático que ese monopolio administrativo, esa amplísima discrecionalidad, en tantas ocasiones sin criterios legales ni éticos, sin controles institucionales, sean los grandes culpables de la situación de pérdida patrimonial de muchos municipios turísticos. Y que además éstos se hayan convertido en meras aglomeraciones urbanas, muy degradadas, donde las cifras macroeconómicas señalan que los ingresos netos por turismo son inferiores a los gastos imputables a la prestación de servicios como tal municipio turístico.
Aunque sea con más de 30 años de retraso, demos la bienvenida a esta flamante Ley de Ordenación Urbanística de Andalucía. ¿Nos permitirá ésta terminar con el caos en el ordenamiento territorial actual, con la falta de infraestructuras, con los vertidos al mar, con la ausencia de un ciclo integral del agua? ¿Nos liberaremos alguna vez del imperio de los señores de la "tierra quemada", de la "lupara" del cemento?.
Se dice que no existe peor latrocinio que el que tiene por víctimas a aquellas generaciones que aún no han nacido. Por eso Naciones Unidas, en la declaración de Estocolmo de 1972, nos recordaba que la sociedad "tiene el deber solemne de proteger y mejorar el medio ambiente para las generaciones presentes y futuras" equiparando el derecho a vivir en un entorno de calidad a los otros derechos humanos básicos.
Rafael de la Fuente Milanés es concejal independiente del PP en Marbella y director de empresas turísticas.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.