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Reportaje:

Luna de miel, precios de hiel

Repsol YPF y Telefónica comienzan a negociar las nuevas tarifas con el Gobierno argentino

Alejandro Rebossio

No todas las empresas españolas mantienen una relación de divorcio con el Gobierno argentino. Pese a que todavía no han conseguido celebrar el matrimonio, algunas de ellas han logrado que el presidente, Néstor Kirchner, las mirara con cariño. Son Repsol YPF y Telefónica que, con promesas de inversión y discusiones fuera de los medios, han comenzado un diálogo maduro para negociar los contratos abortados en enero de 2002, en plena devaluación y crisis institucional de Argentina.

El valor del gas ha reducido a mínimos las inversiones en exploración, pero Repsol mantendrá su esfuerzo en torno a 660 millones de euros
Telefónica ha aportado 450.000 euros al recién creado fondo de financiación para proveedores locales del sector de las telecomunicaciones

A diferencia de las eléctricas, Repsol YPF y las empresas de telecomunicaciones han evitado un enfrentamiento público y de amenazas mutuas con un Gobierno que se ha distinguido de los anteriores por su discurso abiertamente contrario a las políticas neoliberales de la década pasada. El ministro de Planificación Federal y mano derecha de Kirchner, Julio de Vido, patagónico como el presidente, ha llegado a poner a esas compañías como ejemplo de cómo deben comportarse las privatizadas y concesionarias del Estado que están negociando la actualización de las tarifass congeladas hace 22 meses.

Desde el principio de su mandato, en mayo pasado, Kirchner prometió que antes de un aumento de tarifas debía revisarse el cumplimiento de todos los contratos, desde los años noventa en adelante. Sin embargo, ese análisis ha supuesto un escaso diálogo entre el Gobierno y las compañías, según fuentes diplomáticas europeas en Buenos Aires.

En julio pasado comenzó a abrirse un canal. El Ejecutivo convocó a las empresas de telecomunicaciones a formar un fondo para financiar a proveedores locales de esa industria. Con timidez, las empresas reaccionaron y terminaron aportando una cifra mucho menos ambiciosa de lo previsto, pero que satisfizo a un jefe de Estado preocupado por el regreso de las inversiones al país. Telefónica aportó 1,5 millones de pesos (450.000 euros), según fuentes del sector. La misma suma suministró Telecom Argentina, controlada por Telecom Italia y el grupo local Werthein, que acaba de comprar su parte a France Télécom. Las dos operadoras se comprometieron a entregar, cada una, otros tres millones de pesos (900.000 euros) el año próximo. El objetivo del Gobierno consiste en alcanzar, con las aportaciones de otros competidores, unos 15 millones de pesos (4,5 millones de euros). El ministro De Vido declaró que éste era el esquema de trabajo que pretendía con las privatizadas: "Primero hablemos de inversión y después, de tarifas". En este caso no le importó al Gobierno el pasado de Telefónica y Telecom, cuestionadas en los noventa por los fuertes aumentos de las tarifas locales.

Las telefónicas también reclaman que se fijen nuevas reglas de juego, incluidas las de los precios, para superar la incertidumbre que viven desde el año pasado, pero las millonarias inversiones que hicieron cuando se desreguló el sector, en 2000, les ha llevado a contar con una oferta aún mayor que la demanda. No es el caso de las eléctricas. Sin embargo, las telefónicas siguen invirtiendo en redes, exportación de software o centros de llamadas para atender clientes del exterior, aprovechando el abaratamiento de la mano de obra que supuso la devaluación. Kirchner se entusiasmó y organizó el mes pasado una conferencia en la Casa Rosada con los presidentes de cuatro empresas, Telecom, Nextel, Bell South y CTI, para recordar sus programas de inversión por un total de 345 millones de euros. Directivos de Telefónica asistieron a aquel acto, pero mantuvieron el silencio hasta que el pasado miércoles el presidente del grupo, César Alierta, le anunció en Buenos Aires a Kirchner un programa de inversión de 516 millones para mejorar las redes de telefonía fija y móvil en los próximos cuatro años.

Otro ejemplo

Repsol YPF constituye el otro ejemplo. La empresa se queja de dos medidas establecidas en 2002: los impuestos a la exportación, que mejoró su competitividad por la devaluación del peso, y la congelación del precio del gas en boca de pozo, que antes equivalía a 1,35 dólares por millón de BTU (unidad de medida del combustible) y ahora está en 0,48. El valor del gas ha reducido a mínimos la inversión en exploración. Repsol YPF es la excepción. "Esta empresa mantendrá e incrementará sus inversiones en el país en torno de los 2.200 millones de pesos (660 millones de euros), a través de la exploración y producción de nuevas áreas de hidrocarburos, ante las perspectivas de un crecimiento cercano al 7% del PIB (en 2003)", anunció el vicepresidente de Repsol YPF, Ramón Blanco, después de visitar a Kirchner el mes pasado.

"A nosotros no nos gustan las polémicas en los periódicos para establecer presión", expuso Blanco. Tampoco a Kirchner, que suele irritarse ante esas situaciones. "Este es el camino. Los servicios se prestan con inversiones y no con declaraciones rimbombantes en los medios", sentenció De Vido, que acompañaba a Blanco.

En la compañía aseguran que se necesitan las inversiones de sus competidoras para evitar la escasez de gas, y eso depende del aumento de precios. Kirchner prometió esta semana a las asociaciones de consumidores, que hasta marzo no habrá incrementos porque antes deben negociarse los contratos en su totalidad.

Los productores de gas ya han negociado precios actualizados con las grandes industrias exportadoras y esperan que antes de marzo puedan comenzar a elevárselos a las distribuidoras, lo que al final de cuentas terminaría repercutiendo en las tarifas.

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