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Reportaje:

La importancia del 'guanxi'

España mantiene sólo una presencia testimonial en un mercado que considera difícil

"Aquí lo importante es desarrollar relaciones, lo que se conoce como guanxi". Andrés Cosmen, presidente de Alsa China y del comite bilateral de Cooperación Empresarial, sabe bien de lo que habla. Su empresa de transporte de pasajeros por carretera fue la primera española en instalarse allí, en 1984, y ha ido creciendo siguiendo el ritmo del país, que hace 19 años sólo contaba con 300 kilómetros de autopistas y ahora tiene más de 20.000. Fueron pioneros en ver la oportunidad que suponía el desarrollo de las infraestructuras y abrieron camino a otros como Telvent -sistemas de control de tráfico y autopistas-, Indra -peaje en autopistas, billetaje automático en el metro, aeropuertos y simuladores de vuelo- o Aguas de Barcelona, dedicada a la inspección técnica de vehículos.

Según el Club de Exportadores, falta el 'efecto arrastre' de las grandes empresas para que más compañías españolas inviertan en el país

El guanxi y "pasar un proceso de achinamiento", como dice Lluís Ballel, director general de Cola Cao en China, son dos de las condiciones necesarias para invertir allí, según las empresas españolas. Que son pocas, poco más de 100, y con una inversión directa el año pasado de 5,2 millones de euros, el 0,01% del total dela inversión española.

"Es casi una presencia testimonial", dice Balbino Prieto, presidente del Club de Exportadores, y eso por multitud de razones. La internacionalización de la empresa española, tampoco muy importante, ha elegido América Latina como destino prioritario, con el arrastre de los grandes bancos, ninguno de ellos con licencia en China. Pero además, hay un obvio problema de distancia, de idioma y de cultura. "Y una falta de imagen tecnológica de España", que sólo algunas firmas, como la propia Indra o Técnicas Reunidas, logran difuminar.

La pesada burocracia es una continua queja de los empresarios. "A veces", dice Cosmen, "tienes que negociar un contrato durante dos años, y luego tardas otros dos en lograr las autorizaciones". "Puedes tardar un 50% más de tiempo en negociar un proyecto", comenta Manuel Valencia, vicepresidente de Técnicas Reunidas, "pero tienes la seguridad de que, una vez firmado, es inamovible".

Diversificar riesgos

¿Por qué van las empresas españolas allí? Valencia cita, entre otras razones, la diversificación de riesgos -"no se puede estar sólo en América Latina"- Cola Cao vio que era un mercado en desarrollo interesante, y casi todas citan el potencial del mercado a lo que MCC añade la ventaja de los bajos costes de producción allí. Algo en lo que los empresarios coinciden en señalar para los obreros sin cualificación, pero no para los técnicos. "En mano de obra especializada", dice Cosmen, "hay poca diferencia con España".

¿Por qué no van más? Prieto señala que más del 90% del tejido empresarial español está formado por pymes que necesitan el arrastre de las grandes para invertir en el exterior. "Y ahora ese arrastre apenas existe".

Lo que sí cree que hay son oportunidades. Fundamentalmente en el sector de banca y seguros, ingeniería, distribución, industria agroalimentaria y turismo.

El apoyo que la Administración española ha prestado al comercio con China -hasta 2004 hay un Plan Marco Asia-Pacífico- , no se ha visto correspondido, de momento, con un mayor impulso de la presencia exterior allí, ni ha atajado el fuerte déficit comercial que España tiene con ese país, al que exporta al año unos 650 millones de euros, según el Club de Exportadores, y del que importa 5.000 millones de euros.

Pero es que además de los problemas de gestión que indican los empresarios, China tiene otros por resolver. Antonio Buillón, subdirector general del Ministerio de Asuntos Exteriores, cita la reforma bancaria -"hay una parte de deuda incobrable"-, la reforma fiscal y la de las empresas públicas.

En espera de turistas

La entrada de China en la OMC, y sobre todo los acuerdos recientemente alcanzados con la Unión Europea, han puesto el turismo del país en el punto de mira como país emisor y receptor. En este sentido, mientras asociaciones como el Club de Exportadores -alentados por la estimación de que 100 millones de chinos viajaran al extranjero en 2020- animan a las empresas españolas a estudiar detenidamente el mercado, otros, que prefieren guardar el anonimato, creen exagerado este cálculo. "Y desde luego", afirman, "antes que por España pasarán por París o Roma".

Lo cierto es que las pocas experiencias españolas en China no han dejado buen sabor de boca. El grupo Barceló firmó en Shanghai, un contrato para gestionar un hotel de propiedad pública durante 10 años. Y lo que empezó de muy buenas maneras -"a los tres o cuatro meses las pérdidas se habían convertido en beneficios", dice el portavoz- terminó poco tiempo después en los tribunales. Por razones que Barceló aún dice ignorar, los propietarios denunciaron el contrato. Lo que el grupo mallorquín quiso convertir en cabeza de puente para su expansión en la región terminó con un arbitraje y el cobro de una fuerte indemnización, y acabó con las ganas del grupo de seguir en la zona.

Sol Meliá dice estar interesada en China, pero a medio plazo. Ha tenido negociaciones -"todas muy difíciles"- y de momento sin resultados.

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