¿Se pueden parar las pateras?
Cuando falta exactamente un mes para que una visita a Marruecos del presidente José María Aznar selle la normalización hispano-marroquí, iniciada en enero pasado tras 15 meses de larga crisis diplomática, el contencioso sobre la inmigración se ha convertido en el principal escollo para una plena reconciliación.
En octubre ha llegado a las costas andaluzas y canarias una avalancha sin precedentes de pateras en otoño. Hace dos semanas tuvo lugar la mayor tragedia de la inmigración clandestina cuando zozobró una zodiac con 50 pasajeros a bordo. En el naufragio, a 200 metros de la costa gaditana, murieron, presumiblemente, 45 marroquíes. Hubo cinco supervivientes.
Peor aún que esta oleada otoñal de inmigrantes es, desde el punto de vista del Ministerio del Interior español, la negativa de Rabat a readmitir a los subsaharianos que, procedentes de la costa de Marruecos, desembarcan en España. Además, los menores marroquíes, que han llegado a España en proporciones inusuales, son readmitidos por Rabat con cuentagotas, según denuncia Ignacio González, el delegado del Gobierno para la Extranjería.
El titular marroquí de Interior, Mustafá Sahel, se comprometió en abril a viajar a Madrid para resolver el diferendo sobre la devolución de subsaharianos, que perdura desde 1992, pero seis meses después aún no ha fijado una fecha para su desplazamiento. Si se llega a celebrar, la cumbre hispano-marroquí de diciembre quedará contaminada por el conflicto de la inmigración.
Polémica en auge
Cuando empieza a subir el tono de la polémica entre ambos lados del Estrecho, EL PAÍS ha entrevistado a un experto español, Pablo Pumares, y a otro marroquí, Mehdi Lahlou, a los que la Organización Internacional del Trabajo contrató como consultores para que analizasen juntos el fenómeno de la inmigración.
Pumares, madrileño, de 40 años, es profesor de geografía humana de la Universidad de Almería. Lahlou, nacido en Fez, de 51 años, es investigador del Instituto Nacional de Estadística (Insea) de Rabat.
Ninguno de los dos expertos utiliza el lenguaje aséptico y propagandístico de los políticos; critican sin tapujos la política de sus respectivos Gobiernos, pero, en última instancia, discrepan sobre si Marruecos alienta o no la emigración clandestina a España de sus ciudadanos y de los subsaharianos que transitan por su territorio.
Ambos coinciden, sin embargo, en que en el futuro los marroquíes seguirán marchándose a buen ritmo de su país y por todos los medios. También afirman al unísono que la emigración subsahariana no ha hecho más que empezar.
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