La arquitectura de playa revisa su historia
Un congreso y una exposición analizan en Valencia la evolución de las edificaciones para turistas
El desprestigio de la arquitectura turística ha sido, en general, merecido. Pero, como indica el arquitecto César Portela en la introducción del catálogo de la exposición La arquitectura del sol, "pese al desastroso y masivo resultado de esta arquitectura para turistas, existen algunos ejemplos, pocos pero significativos, que demuestran que hubiera sido posible lograr algo bien diferente". El turismo, tal como lo conocemos, es un invento del siglo XX que en su origen supone la democratización del viaje y del veraneo que durante siglos fue sólo privilegio de aristócratas y burgueses. Tras la Segunda Guerra Mundial, la conquista de las vacaciones pagadas para las clases trabajadoras y el desarrollo del transporte permitieron el nacimiento de una nueva industria que en España floreció de forma inusitada gracias a su clima y a la permisividad urbanística del régimen.
Antes de todo ello, en los años veinte y treinta, ya hubo numerosas iniciativas de promoción turística. En su ponencia en el congreso de arquitectura y turismo de la Fundación Docomomo Ibérico, el arquitecto Víctor Pérez Escolano explicó algunos de sus mejores ejemplos arquitectónicos, como las piscinas urbanas -entre las que destaca Las Arenas de Valencia y el Club Naútico de San Sebastián-, la red de albergues de carretera y experimentos como la Ciudad del Reposo, proyecto de 1932 del grupo GATEPAC liderado por Josep Lluís Sert en Gavá y Castelldefells (Barcelona), que no llegó a construirse.
De acuerdo con los postulados del Movimiento Moderno, estos proyectos tenían un carácter progresista y social. "Era una vanguardia muy bien intencionada, que se preocupaba, por ejemplo, del derecho de los obreros a las vacaciones", comenta la arquitecta Carmen Jordá, miembro del comité científico del congreso, centrado, como el Docomomo, en el periodo que abarca de 1925 a 1965. La defunción del Movimiento Moderno, explica, significa el advenimiento de la llamada posmodernidad, concepto que surge precisamente en el campo de la arquitectura en coincidencia en el tiempo con la eclosión del turismo de masas, que trae consigo una nueva arquitectura. Se produce entonces un fenómeno de retorno al pasado, que, añade, "se tiñe de nostalgia" y que impone la figuración en detrimento de la abstracción, lo que conlleva una "banalización" de la arquitectura.
Con todo, no faltaron en las ponencias análisis de obras realizadas en los años sesenta y setenta que son claras muestras de la arquitectura moderna. En Mallorca, por ejemplo, dos de las piezas más destacadas son el hotel de Mar, en Illetes (1962-1964), de Josep Maria Coderch, y la Ciudad Blanca de Alcúdia (1962-1963), de Francisco Javier Sáenz de Oiza. Aproximadamente por las mismas fechas se construía el hotel Pez Espada de Torremolinos (1959-1960), de Juan Jaúregui, y en Alicante daba comienzo su peculiar construcción en vertical con ejemplos brillantes como la torre de apartamentos Vistamar, en la Albufereta (1963-1966), de Juan Guardiola, un arquitecto que realizó numerosos rascacielos en la provincia y que en este caso se inspiró en la torre Pirelli de Gio Ponti.
Tras el denso congreso se publicarán las actas y, sobre todo, comenzará el inventario de la arquitectura turística que a juicio del Docomomo vale la pena conservar. Mientras tanto, se le ha adelantado la exposición La arquitectura del sol, y especialmente su imprescindible catálogo, que abarca todo el siglo XX, por lo que puede incluir las últimas realizaciones, como el famoso hotel Bali de Benidorm (1989-2000), de Escario, Candel, Luelmo y Sanchís, que ostenta el título del edificio más alto de España. Abundan las obras de los años sesenta y setenta y después aparecen también numerosos proyectos públicos de los noventa destinados a minimizar o arreglar los daños de la masificación incontrolada. De los ochenta hay menos ejemplos, pese a ser una época de gran construcción. "No es una exposición de joyería, sino un muestrario del que se han seleccionado las obras de mayor calidad", aclara el arquitecto Juan Calduch, uno de los coordinadores del catálogo, para quien "la arquitectura turística es un claro reflejo de lo que somos".
Del objeto al paisaje
El congreso del Docomomo se ha estructurado de forma cronológica en cuatro sesiones. En la primera se analizaron los inicios de la arquitectura del ocio entre 1925 y mediados de los años treinta. La segunda sesión arrancaba en los años cincuenta, un momento en que los regionalismos sustituyeron el estilo internacional que poco a poco volvió a retomarse contaminado por la arquitectura popular. La tercera abordó de lleno la eclosión del turismo de masas en los años sesenta y el desarrollo de nuevos tipos de edificios turísticos como fueron los apartamentos de playa, que en algunos casos aplicaron los esquemas de las viviendas mínimas del Movimiento Moderno adaptándolas a un uso estacional. Finalmente, la última sesión se centró en la transformación del paisaje, el gran tema de nuestros días, con un análisis de la relación entre la arquitectura y el territorio, y también la manera en que las nuevas urbanizaciones turísticas intentan crear su propio paisaje creando micromundos temáticos en el que nada existe fuera del hotel.
Babelia
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