Comer, beber, traicionar
Cuenta En la ciudad, un título tan neutro como efectivo, las vidas de una docena de personajes que se entrecruzan se vinculan con lazos de amistad -y frecuentemente, también de traición: casi nadie dice realmente lo que piensa, ni hace lo que siente en esta película astuta, inteligente y hasta enigmática-; comen, beben, parecen divertirse y, sin embargo, algo hay en sus comportamientos que crea una extraña desazón. Son tipos normales, clase media sin apuros económicos, pero también sin demasiadas alegrías presupuestarias: un arquitecto, la dependienta de una librería, una figurinista teatral, una fotógrafa, un músico, una alumna adolescente de éste; una gestora cultural, un profesor de filosofía, un controlador aéreo...
EN LA CIUDAD
Dirección: Cesc Gay. Intérpretes: Mónica López, Eduard Fernández, María Pujalte, Alex Brendemühl, Vicenta Ndongo, Chisco Amado, Leonor Watling. Género: comedia dramática, España, 2003. Duración: 110 minutos.
Lo que hace que sus vidas más o menos grises, parecidas a las de millones de seres humanos, alcancen a penetrar en el ánimo del espectador, lleguen incluso a conmoverles, no es otra cosa que el fruto de la maestría con que un guión sabiamente escrito y mejor dosificado va entrelazando, enredando y desenredando sus existencias. Narrada con una elegancia y una puesta en escena que está mucho más allá de los estándares habituales en el cine español -no cabe duda de que Gay es un atento espectador del mejor cine de autor europeo: Krámpack, su película anterior, ya daba sobradas muestras de ello-, En la ciudad destaca por su primorosa construcción, su sutileza; por la calmosa eficacia de sus diálogos.
Cierto, como ocurre en muchas películas corales, desde las de Alan Rudolph y Robert Altman hasta las de Todd Solondz, Neil LaBute y los centenares de imitadores menores que les han salido, no todos los personajes tienen el mismo espesor, ni alrededor de ellos fructifica el mismo interés: es cuestión de economía narrativa lo que hace que siempre haya unos que se elevan por encima de otros. Aquí también, y los más sólidos son también aquéllos que tienen más trasfondo, más secreto: Sofía, con quien se luce a modo María Pujalte; Sara, a quien una espléndida Mónica López dota de una magnética capacidad de doblez y misterio, y Mario, un Eduard Fernández al que le basta una sola escena, la del encuentro con el amante de su mujer, para demostrar por qué es sencillamente uno de los mejores actores del cine español.
Babelia
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