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PATÉ DE CAMPAÑA | ELECCIONES EN CATALUÑA
Columna
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L. Ortiz en el Palacio Real... de Pedralbes

Francesc Valls

Mientras el príncipe Felipe y su prometida paseaban por el Pardo, otra L. Ortiz, en este caso Laia, acampaba con otros 12 jóvenes frente al Palacio Real de Pedralbes. El amor, la genealogía y la campaña electoral, sabiamente aliñadas por la Divina Providencia, provocaron la feliz casualidad, una coincidencia también horaria entre el paseo de los novios reales por los jardines del incomparable marco madrileño y la performance que organizaron los jóvenes de Iniciativa per Catalunya y Esquerra Unida i Alternativa junto al bosquecillo de Pedralbes.

Pero no hubo atisbo de revolución, ni siquiera de viejo revanchismo junto a la vieja finca de los Güell, en la que el Real Cuerpo de la Nobleza sufragó por suscripción el palacio de Pedralbes. Los jóvenes izquierdistas -unos más verdi que rojos y otros más roji que verdes- se quedaron respetuosamente junto a la verja exterior de los jardines. Todo muy ordenado. La performance retrotraía mentalmente a un piso con realquilados de los cincuenta. Nada de arenque ni cartilla de racionamiento, pero sí un infiernillo, un tendedero con ropa y, sobre todo, mucha gente en poco espacio. Eso sí, con el preceptivo permiso gubernativo y todos con estudios: incluso algunos con dos carreras.

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La instrucción evita barbaridades. Así que los jóvenes pidieron prestadas las sillas al bar de la Facultad de Biología y montaron su propia tienda de campaña tipo iglú... Nada había sido expropiado, ni siquiera momentáneamente intervenido para montar la performance de protesta. Con cruzar el Rubicón de clase de la Diagonal e instalarse en el lado montaña de la avenida ya era suficiente. No había que llamar la atención. Así que los jóvenes verdirrojos quisieron, antes que tener que montar el iglú, llevar una tienda casa tipo comanche, más funcional. Pero cuando la furgoneta la trasladaba desde Montmeló, la tienda casa se desmontó por la autopista de peaje. Lo contaban Isa y Laia, que junto a Bernat llevaban la voz cantante de la acción. Pero eso fue hasta que llegó su líder, Joan Saura, y dio texto a la performance: "Me parece estupendo que el Príncipe se emancipe, pero muchos jóvenes no se pueden montar la vida ni a los 23 ni a los 26 ni a los 35 años". El cabeza de lista de ICV-EUiA continuó su recorrido por ese presente con muchas licenciaturas firmadas pero con pocos pisos asequibles. Y también de sentencias que retrotraen a épocas en las que la división de poderes reales -el económico y todos los demás- era poco menos que una conspiración anarquista. Saura tachó de "ignorante del mundo de los trabajadores" al juez de la Audiencia de Barcelona que considera a Enrique Pociños culpable de haberse caído de un andamio y quedarse tetrapléjico.

Está visto que en la Cataluña del siglo XXI hay lastres del pasado y huecos de fachada por los que caen, por su culpa, los albañiles.

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