Muchos hospitales operan las hemorroides sin haber agotado antes los tratamientos no cruentos
Se estima que el 50% de la población mayor de 50 años sufre hemorroides, un trastorno que habitualmente no reviste gravedad, pero que, si no se trata adecuadamente, puede provocar otros problemas (anemia, trombosis o prolapso de la hemorroide), enmascarar tumores de colon y recto (benignos o malignos) o ser un suplicio para toda la vida. Los numerosos tratamientos existentes, los intereses económicos que envuelven esta dolencia, así como los protocolos de determinados centros hospitalarios dan lugar a que se generalicen los tratamientos y, en ocasiones, se opte por la cirugía sin haber intentado previamente otras medidas menos agresivas.
"Uno de los primeros errores de los que se parte en este trastorno es del propio concepto de hemorroides, que muchas veces se define como una dilatación venosa de la región anal, cuando en realidad es un conjunto de estructuras anatómicas compuestas por venas, pero también por mucosa, submucosa, tejido elástico, tejido conjuntivo, arterias y fístulas arteriovenosas que surgen en la parte distal del canal anal y que, por diversos factores, entre los que destacan el estreñimiento, el esfuerzo y los malos hábitos en la defecación, aumentan de tamaño hasta llegar a exteriorizarse a través del ano", explica Javier Cerdán, jefe de sección de Cirugía del hospital Clínico de Madrid y presidente de la Asociación Española de Coloproctología.
En el tratamiento de las hemorroides se establecen cuatro fases. En las dos primeras (grado I, aquellas hemorroides que sólo se identifican mediante endoscopia, y grado II, cuando se exteriorizan con los esfuerzos pero se reintroducen espontáneamente) se administra una serie de medidas higiénico-dietéticas que consisten en beber mucha agua, mantener una dieta rica en fibra, un buen ritmo intestinal, buen hábito defecatorio y evitar las comidas ricas en especias, picantes, alcohol y café. Junto con estas pautas se pueden utilizar algunas pomadas tópicas (siempre por recomendación médica), de las que no se debe abusar ni convertir en un tratamiento fundamental.
Si los síntomas persisten, debe recurrirse al tratamiento instrumental, que incluye, entre otras técnicas, inyecciones esclerosantes y coagulación por infrarrojos.
En la fase III (cuando la hemorroide se puede reintroducir en el ano, mediante maniobras manuales efectuadas por el afectado), y la fase IV (cuando permanecen exteriorizadas de forma permanente), se requiere tratamiento quirúrgico, aunque en algunos casos puede emplearse terapia instrumental".
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