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Reportaje:

Sam, tócala en inglés

La actriz Cristina Marsillach pone en marcha una experiencia para enseñar idiomas a través del teatro

Tal vez nunca hayan pensado que se pueda aprender inglés al tiempo que se interpreta el papel de Rick (más o menos como lo hizo Humphrey Bogart) en la película Casablanca hace ya más de 60 años.

Pero algo así es lo que hacen muchos actores cuando asumen el reto de ponerse delante de la cámara de una película que se rueda en un idioma que no es el suyo. Entre escena y escena, un profesor ayuda a estos actores a pronunciar las frases de los diálogos que luego tienen que interpretar, les explica ciertos giros gramaticales o les traduce algunas palabras del guión. Y así, sin darse cuenta y de la forma más fácil, van aprendiendo un idioma nuevo mientras ruedan una cinta extranjera.

De esto sabe mucho la actriz Cristina Marsillach, que ha participado en varias coproducciones internacionales. Y así lo cuenta: "Parte del inglés que sé lo aprendí en el colegio, pero otra gran parte lo adquirí actuando en películas en las que tenía que hablar inglés". Por ejemplo, actuó con Tom Hanks en Every time we say goodbye, 1986 (

"En este centro de interpretación se aprende inglés como cuando se hacen películas"

Mil veces adiós) y tuvo que demostrar sus dotes en la lengua de Shakespeare, recuerda la actriz.

Pero de esto hace ya muchos años. Desde entonces, Cristina Marsillach, hija del desaparecido actor Adolfo Marsillach, se ha mantenido alejada del cine. Sin embargo, hace algún tiempo, durante un largo viaje, la actriz se planteó la idea de regresar a los escenarios, después de haber trabajado en el mundo de la moda y las antigüedades.

"Quería volver, pero no para ser actriz y tener que estar pendiente todo el día del teléfono. Pensé entonces en una solución intermedia: crear una escuela de interpretación que fuese algo más, que enseñase inglés como yo lo había aprendido haciendo películas".

A partir de esta idea, la actriz puso en marcha en septiempre Marsillach Acting Academy, una academia híbrido entre escuela de teatro y escuela de inglés. El reto es claro, aprender divirtiéndose: "Mucha gente cuando se plantea meterse en una escuela para aprender otra lengua piensa: 'Qué rollo, qué latazo'. Este sistema, nada tradicional, es, en cambio, divertido y eficaz porque el teatro puede suponer un medio de comunicación tremendo para aprender un idioma", explica Marsillach. De hecho, este método ya se utiliza con gran éxito en Estados Unidos desde hace tiempo, cuenta la actriz.

Situada en una antigua fábrica de construcción en pleno barrio madrileño de Lavapiés, la academia de Cristina Marsillach se parece a una pequeña casa de muñecas después de una intensa remodelación. No hay pupitres, no hay aulas, no hay libros y en vez de todo eso hay un cálido escenario desde donde se imparten las lecciones.

"Las clases se dan encima del escenario porque pensamos que es la mejor forma de que los alumnos más tímidos le pierdan el respeto", asegura Cristina Marsillach.

Porque la idea es que los alumnos actúen y por eso las clases son auténticas clases de teatro. Por ejemplo, los alumnos dan vida, con guión en mano, al papel de Ernesto en la obra La importancia de llamarse

Ernesto, de Oscar Wilde, o el que hizo Ingrid Bergman o Bogart en la película Casablanca.

Otras veces ponen también en escena fábulas como La cigarra y la

hormiga, canciones como Yesterday, de The Beatles, o incluso trabalenguas en inglés. El caso es soltarse, perder el miedo a hacer el ridídulo mientras se adquieren técnicas teatrales, como cómo colocar la voz, moverse encima de un escenario, expresar sentimientos o establecer contacto con otros personajes.

Pero no todas las escenificaciones tienen guión, muchas son improvisadas. El profesor da instrucciones en inglés a sus alumnos y ellos tienen que asumir un papel: "Ahora estáis caminando nerviosos. Ahora por una playa. Ahora por una librería. Ahora por una iglesia. Y ahora estáis en la consulta de un doctor. Uno es el médico y los otros, los enfermos. Venga, inventad remedios caseros para curar enfermedades".

Como a los alumnos siempre les surgen dudas de vocabulario o de gramática, el profesor aprovecha la ocasión para repasar cuestiones lingüísticas o de pronunciación. Luego a los estudiantes les toca repasar las cuestiones lingüísitcas en casa.

Los profesores son nativos y expertos en técnicas teatrales. Los alumnos están divididos en las clases por niveles. No hay más de 12 estudiantes por clase y los hay de todas las edades (desde los cinco años). La matrícula cuesta 25 euros y el trimestre 207 euros, dos horas a la semana.

Un grupo de alumnos de la Marsillach Acting Academy de Madrid durante una clase.
Un grupo de alumnos de la Marsillach Acting Academy de Madrid durante una clase.RICARDO GUTIÉRREZ

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