"Licenciatura e ingeniería no son igual"

"Yo me imaginaba entre tubos de destilación y esto es otra cosa". Carol González Tardiz de Petiville empezó a estudiar la licenciatura en Química tras un año en la Universidad Politécnica de Valencia cursando estudios de Arquitectura. "No me fue bien", explica, y dado que, además del dibujo, la física y la química eran otras de sus asignaturas preferidas se decidió por entrar en la Universidad Jaume I de Castellón. Trabaja desde hace seis meses en una multinacional dedicada a las fritas, esmaltes y colores para productos cerámicos, lo que le ha permitido independizarse. No ha acabado la carrera pero pretende sacar la asignatura y media que le queda en pocos meses.

En Castellón, las titulaciones de química tienen, socialmente, su destino laboral fijado en el sector azulejero. Sin embargo, Carol González (Castellón, 1977) lo manifiesta clarísimamente. "La licenciatura no es lo mismo que la Ingeniería Química. La licenciatura no está, en absoluto, enfocada hacia el trabajo en el sector cerámico. En ingeniería, es distinto", afirma. La primera vez que se dio cuenta de esta diferencia fue cuando llegó a realizar el "practicum", obligatorio en la Jaume I, a la empresa en la que actualmente trabaja. "Me tenían que explicar cada cosa que tenía que hacer", recuerda. "Me están formando", asegura. "Yo entré pensando que sabía mucho, y sé, pero no me sirve", ratifica. Así, Carol ha visto como personas procedentes, por ejemplo, de módulos específicos de Formación Profesional, han llegado incluso más preparadas que ella. "Supongo que dentro de unos años el título de licenciada me servirá para reclamar unas condiciones", dice.

Por su formación y familia, Carol habla inglés y francés como si fuera nativa, pero no los utiliza para nada. "Me veo con capacidades que no desarrollo y que puedo perder con el tiempo", se lamenta, reflejando la situación de otros titulados superiores pertenecientes a las generaciones mejor formadas de la historia de España. Quizá por ello no descarta presentarse a unas oposiciones o dedicarse a la investigación "donde creo que podría aplicar mejor mis conocimientos". Ese panorama, según cuenta, se acerca más al paisaje de un laboratorio entre tubos y probetas que siempre ha imaginado y que concuerda con ese algo de "alquimista o brujo" que, según reconoce, tienen los químicos. "Quizá lo tenía idealizado" y "es lo que nos enseñan en la universidad". De hecho, en el pasado, la visión de su vida profesional pasaba por la investigación pero le entraron las prisas. "Para eso había que seguir estudiando y yo quería ponerme a trabajar cuanto antes".

Carol considera que, pese al tiempo que durante la carrera pasan en el laboratorio, la Licenciatura de Química debería contener más práctica para la resolución de problemas que luego aparecen en la vida laboral. "En lugar de tanta teoría debería dirigirse algo más a lo que es el trabajo en las empresas", señala. "Es una carrera dura pero muy apasionante y muy amena y, en ningún momento, puedes bajar la guardia porque mientras das clase por la mañana, por la tarde tienes prácticas en el laboratorio y, semanalmente, has de presentar memorias de estas prácticas".