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PATÉ DE CAMPAÑA | ELECCIONES EN CATALUÑA
Columna
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La Santísima Trinidad contra Pujol

Francesc Valls

En estas elecciones, Convergència se asemeja al fin de los Estados Pontificios. Los partidos de la oposición hacen de vistosos bersaglieri atacantes, y Jordi Pujol, de Pío IX. Como Giovanni Maria Mastai, el presidente defiende con uñas y dientes el poder que ha mantenido durante 23 años de gobierno. Y no le importa dejar girones de salud en ello porque, como decía el pontífice antimodernista, "la dignidad de la Iglesia exige que ésta no pierda sus posesiones sin que se derrame alguna sangre".

Así que el pasado viernes Pujol visitó Viladecans -en territorio enemigo, el corazón del llamado cinturón rojo - con un resfriado de campeonato y tos de estribillo. Pero, sin pestañear, mitineó en el centro cultural Sant Joan. "Me vería capaz de dejarme la piel hasta el final del final, pero este país lo han de dirigir aquellos que tienen 15 o 20 años por delante... y no es que tenga ganas de dejarlo, sino que debo dejarlo". Y volvía: "No lo dejo porque esté cansado, hoy estoy resfriado, pero no cansado".

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Mucho está en juego y se trata de salvar los muebles. Pujol, entre dudas, sabe que aunque gane perderá, porque en el mejor de los casos su partido deberá compartir el pastel del poder con un recién llegado. Y el poder fa de mal repartir. "No es fácil gobernar entre varios, aquí no vale lo de tants caps tants barrets", dijo Pujol desde el escenario del casal. El ambiente era de contenida entrega. La edad imponía moderación gestual. Desde luego, nada de levantarse del asiento. Y ello a pesar de que el auditorio se había calentado con las habaneras del grupo Desplega Veles. Los temas Tavernera de bandera y Posa-li la sal i després remena. Tampoco tuvo el júbilo entusiasta que requería el himno a Convergència, ejecutado por el cuarteto habanero y cuya autoría recae en el militante Lluís Gascó. Solo media docena de banderas catalanas sobresalían por encima del patio de butacas en descanso unánime. Pujol ni siquiera fue interrumpido en su intervención.

Y no por soso, pues el presidente puso sal a riesgo de caer en la herejía y pecar de soberbia. Pujol incluso alardeó de ser invencible y comparó a sus enemigos políticos -por su número- con dos santísimas trinidades: "El PSC, Ciutadans pel Canvi y el PSOE son tres; igual que ICV-EUiA, que son Iniciativa, los Verdes e Izquierda Unida, como la Santísima Trinidad". Dios es uno y trino, pero Pujol lo tiene claro. Tres fa de mal repartir.

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