Adel Smith, agitador islámico
El hombre que promueve el pleito del crucifijo es famoso por la crudeza de sus polémicas
Adel Smith es un genio de la autopromoción, un regalo del cielo para la ultraderecha cristiana y un dolor de cabeza para muchos musulmanes italianos. Smith, hijo de padre escocés y madre egipcia, convertido a la fe islámica ya en la madurez (tiene 43 años) y llegado a Italia desde Albania, es un personaje célebre desde que, en 2001, pidió a un juez que fueran destruidos unos frescos de la catedral de Bolonia porque, siguiendo las descripciones de Dante en La Divina Comedia, mostraban a Mahoma en el infierno.
Aquello fue sólo una presentación en sociedad. Los programas de televisión y radio empezaron a disputárselo y él no defraudó: la presencia de Smith suponía audiencia, aunque fuera una audiencia irritada.
Adel Smith no es tonto y mide sus palabras para que sean técnicamente correctas. Una muestra de su oratoria, en el programa de RAI1 Porta a Porta: "Sin querer ofender a nadie, a un niño que pregunta se le puede decir que [el crucifijo] representa el cadáver de un hombre desnudo clavado en un trozo de madera utilizado por los romanos para castigar a los peores criminales... para quien ve esa cosa por primera vez, no resulta agradable contemplar un cadáver en miniatura".
En otras ocasiones se ha referido al Papa como "ese señor extracomunitario", ha hecho referencias a los "contactos físicos que supongo existen" entre sacerdotes y monjas y a la necesidad de evitar que el islam se "contamine de cristianismo", además de elogiar las "reflexiones intelectuales" de Osama Bin Laden. Con él, el espectáculo está garantizado: durante un programa en directo de la televisión local de Verona fue agredido por un grupo de ultraderechistas que asaltaron la emisora; en otro programa fue él quien agredió a un interlocutor.
Todo le sirve en su peculiar campaña. Incluidos sus dos hijos, de seis y tres años, a los que envía a la escuela con un Corán cosido a la espalda y a los que utilizó como argumento en su pleito contra el parvulario de Ófena. Un pleito que, en realidad, tiene cierta base: hay casi 400.000 musulmanes en Italia que pagan impuestos; en las escuelas que ayudan a financiar se exhiben los símbolos cristianos sin que se permitan los islámicos.
La agitación de Smith entró en el ámbito político a principios de este año, cuando creó un supuesto partido llamado Unión de los Musulmanes de Italia, por el momento no registrado. La auténtica Unión de las Comunidades y Organizaciones Islámicas de Italia le denunció públicamente en junio del año pasado, llamándole provocador y subrayando su falta de representatividad, pero sin gran efecto: Adel Smith es sistemáticamente presentado por los medios de comunicación como "líder de los musulmanes italianos".
Desde esa posición teórica copia al pie de la letra las tácticas de la Liga Norte, el partido xenófobo de Umberto Bossi: provocación, agitación y uso de los tribunales como recurso propagandístico. La Padania, el diario de la Liga Norte, publicó esta semana la dirección y número de teléfono de la residencia particular de Smith, e invitó a los "patriotas" a que le demostraran su rechazo. El supuesto líder islámico se mostró casi satisfecho: era un poco más de escándalo, un poco más de publicidad, un poco más de tensión.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.