El bolero de McTiernan
Multitud de reiteraciones con leves variaciones sobre una misma base. No por casualidad el Bolero de Ravel abre y cierra la trama de Basic, basada en las diferentes explicaciones de un grupo de testigos directamente implicados en un crimen. Siempre que a alguien le da por construir su película con este estilo narrativo, viene a la mente la inmensa Rashomon (Akira Kurosawa, 1950), pero comparar una obra de semejante enjundia con una bobada como Basic es casi una herejía, así que habrá que emparentarla con películas más terrenales, caso de Historia de un soldado (Norman Jewison, 1984) o Reglas de compromiso (William Friedkin, 2000), que además comparten con Basic el ambiente militar.
BASIC
Dirección: John McTiernan. Intérpretes: John Travolta, Connie Nielsen, Samuel L. Jackson. Género: intriga bélica. EE UU, 2003. Duración: 98 minutos.
John McTiernan, director del filme, fue ofertado hace años por una parte de la crítica como la gran esperanza blanca del nuevo cine de acción. Una afirmación exagerada, basada simplemente en una nimiedad para adolescentes como Depredador (1987), en un éxito sobrevalorado como La jungla de cristal (1988) y, eso sí, en la minusvalorada La caza del Octubre Rojo (1990), sin duda su mejor película. Pero los años han terminado por diluir a McTiernan como un azucarillo con estrepitosos fracasos como El guerrero nº 13 y vulgares remakes como El secreto de Thomas Crown (1999) y Rollerball (2002).
Mala racha
En Basic sigue atascado en su mala racha. Los que busquen en ella acción y descargas de adrenalina (como en la fascistoide Reglas de compromiso) sólo hallarán mil conversaciones sobre un mismo tema. Y los que ansíen una película de intriga construida con seriedad (caso de Historia de un soldado) se toparán con la ausencia de análisis en unos personajes vacíos, insulsos y al borde de la estupidez. Tanto que uno llega a convencerse de que es imposible que cualquiera de estos Rangers (comando de élite del Ejército americano) encuentre ni de casualidad el escondrijo de Sadam Husein o Bin Laden.
El muerto en este caso es el típico sargento execrable que maltrata física y psicológicamente a sus hombres, por lo que, en medio de unas maniobras, uno o varios de ellos deciden acabar con la tortura y freírlo a tiros. La película se convierte así en un interminable partido de pimpón con datos y más datos, nombres y más nombres, a base de flash-backs y más flash-backs con mínimas variaciones; tantos que, si uno no tira la toalla a mitad de la película, es porque está loco por saber quién demonios mató al instructor West. Pero ¿realmente interesa eso a alguien?
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.