_
_
_
_
_
Tribuna:
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Irán: evoluciones e inquietudes políticas internas

Recientemente, Irán se ha visto sometido a una creciente presión interna e internacional debido a tres aspectos: los cambios en el entorno estratégico del país como resultado de las operaciones llevadas a cabo por Estados Unidos en Afganistán y en Irak, sus progresos para la consecución de armas nucleares y la inquietud interna provocada por las protestas estudiantiles contra el régimen.

La cuestión de la inquietud interna quizá sea la que tenga mayores consecuencias a largo plazo en el país y podría asimismo influir en la posición exterior de Irán. A comienzos de junio de 2003, comenzó un mes de manifestaciones estudiantiles. Es cierto que, en alguna medida, las manifestaciones estaban alimentadas por la postura internacional y militar de Irán, pero en gran medida expresaban la insatisfacción con las realidades políticas y económicas dictadas por el régimen islámico.

La generación más joven, que compone la mayoría de la población iraní, no recuerda ni conoce realmente cómo se vivía en el periodo del sha. Desean cambiar la situación vigente que, desde su punto de vista, no ofrece esperanzas debido a las actuales dificultades económicas, a la elevada tasa de desempleo, que sigue creciendo entre las clases con estudios, y las frustraciones provocadas por la limitación de los derechos de expresión y de las libertades políticas. Esto se ve multiplicado por el hecho de que no esperan realmente que se produzca un cambio en un futuro próximo.

Un aspecto significativo de las manifestaciones de junio es que, por primera vez, no estaban dirigidas exclusivamente contra políticas estatales y contra la persona de Alí Jamenei, el líder espiritual radical, sino también contra el presidente Mohamed Jatamí, considerado uno de los líderes moderados más destacados. Las manifestaciones contra él expresaban la frustración por su incapacidad para avanzar en las reformas que los jóvenes reclaman.

Las manifestaciones terminaron en el transcurso de julio sin causar aparentemente un daño importante al régimen radical de Irán. Está claro que el país no está aún preparado para emprender reformas significativas y los estudiantes parecen bastante aislados en sus esfuerzos por provocar cambios. Al mismo tiempo, se puede suponer que los estudiantes cuentan al menos con la simpatía de círculos más amplios que no creen que haya llegado el momento de unirse al conjunto de manifestantes. Quizá sea necesario un liderazgo capaz de galvanizar y marcar la pauta para lograr unas manifestaciones más eficaces y amplias.

El verdadero significado de esta situación quizá se encuentre a largo plazo. Existe la posibilidad de que las presiones diplomáticas externas sobre Irán por proseguir su programa nuclear y por su continuado respaldo al terrorismo y a los movimientos terroristas, junto con la creciente insatisfacción interna causada por las dificultades económicas y la falta de libertades sociales y políticas, obliguen a realizar cambios en el país.

Únete a EL PAÍS para seguir toda la actualidad y leer sin límites.
Suscríbete

Quizá el uso de tales medios por parte del mundo exterior, unido a ciertas indicaciones sobre los beneficios potenciales derivados de un cambio de política y dirección, pudieran tener un mayor efecto en Irán que las amenazas directas e indirectas lanzadas por Estados Unidos, que ha indicado que el uso de medios militares contra Irán es una posibilidad clara. Tal vez el primer indicio que respalda esta opinión sea el reciente acuerdo por parte de Irán de aceptar la supervisión internacional de su programa nuclear, permitiendo visitas sorpresa de los inspectores.

Una combinación de métodos, tales como el diálogo político de Estados Unidos con Irán y el respaldo al movimiento de reforma en este país, podría ser la vía más beneficiosa para disminuir las amenazas procedentes del régimen iraní. Tal vez sirviera para provocar cierta moderación por parte de Irán, tanto a nivel interno como externo, y contribuyese a evitar un enfrentamiento que podría resultar desestabilizador en una región que intenta reconstruirse y estabilizarse después de las guerras de Afganistán e Irak.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_