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Vecinos de Camarles se manifiestan en Tortosa y exigen el cierre de la granja de primates

Medio Ambiente decomisó los animales sin moverlos y encargó la custodia a sus dueños

Vecinos de Camarles (Baix Ebre) se concentraron ayer por la mañana frente a la sede de la delegación de la Generalitat en las comarcas del Ebro, en Tortosa, para exigir al Gobierno catalán que haga efectivo el cierre y cese de funcionamiento de la granja de primates de la localidad, en cuyo interior pemanecen decomisados unos 300 monos macaco llegados de isla Mauricio para ser utilizados en experimentos de laboratorio. Los manifestantes depositaron en la sede del Gobierno catalán bolsas de basura y carteles en los que se leía "Salud sí, monos no".

Decomiso en depósito es la figura legal mediante la que el Departamento de Medio Ambiente de la Generalitat inmovilizó ayer por la mañana los 300 macacos destinados a la experimentación que, procedentes de isla Mauricio, se encuentran en una granja de Camarles construida por la empresa Société de Recherches Primatologiques, a la que, desde el pasado año, la población se ha opuesto con contundencia.

La asociación Paremos el Centro de Primates convocó una manifestación para ayer ante la delegación del Gobierno catalán en Tortosa por la postura ambigua mantenida por el Ejecutivo convergente, que, mientras que el pasado 17 de julio catalogó la controvertida granja como "núcleo zoológico", anteayer tuvo que inmovilizar los monos a petición del Ayuntamiento, que había ilegalizado la empresa al denegarle la licencia de actividades.

La inmovilización en la propia granja se realiza por la falta de un lugar adecuado para cobijar a los 300 macacos, que fueron trasladados por sorpresa el pasado jueves a Camarles. Mientras que los representantes de la empresa aseguran que disponen de todos los permisos en regla, el Ayuntamiento sostiene que la firma no dispone de la licencia de actividad, retirada en un pleno municipal después de meses de manifestaciones de la población contra la granja.

"No" unánime

Al "no" unánime del pueblo se sumaron entidades ecologistas de todo el mundo contrarias al maltrato a los animales y a la vivisección. Los portavoces de la asociación Paremos el Centro de Primates explican que sus movilizaciones no cesarán hasta que se cierre la granja. "No bastará con que se lleven de vuelta los 300 macacos", advirtió Tomàs Queral, que denunció que el Gobierno de la Generalitat "primero se lava las manos y luego, a un mes de las elecciones, actúa".

Queral explicó que el Departamento de Medio Ambiente, cuyo titular es Ramon Espadaler, de Unió Democràtica, catalogó la granja como "núcleo zoológico" tres días después de aprobada la ley de protección de los animales, que prohíbe expresamente la ubicación de estos centros de cría en Cataluña. Espadaler justificó el pasado viernes esta acción "porque la empresa había tramitado los papeles antes de la promulgación de la ley".

En Camarles, la oposición a la granja principalmente es por miedo a la posible transmisión de enfermedades con la llegada de los macacos. La cercanía de la granja a un parque natural como el delta del Ebro también ha sido causa de alarma en la zona por la posible propagación de enfermedades de los monos a animales de la fauna autóctona.

La aprensión es tal que los asistentes a las asambleas que se desarrollan periódicamente en Camarles se han mostrado dispuestos a sufragar la indemnización que reclama la empresa, de entre 1,2 y 1,8 millones de euros.

Los miembros de la plataforma local señalan, además, que existen irregularidades en la concesión de los permisos; por ejemplo, que la granja está situada en unos terrenos calificados como agropecuarios, "como si los monos fueran gallinas o cerdos", explica Tomàs Queral.

La empresa tiene previsto criar hasta 1.600 macacos procedentes de isla Mauricio, cuyo destino será aprovisionar a laboratorios químicos y de toxicología de toda Europa.

La compañía ha asegurado siempre que cumple con la normativa europea al respecto, que es imposible que los monos puedan ser portadores de alguna enfermedad puesto que, de ser así, no servirían para la investigación, y que nada más nacer en cautividad pasan a ser controlados mediante la incorporación de un chip.

El abogado de la empresa, Antoni Faura, resalta, además, que los monos vivirán en un espacio acondicionado como su hábitat natural y que en ningún momento, ni en la granja ni durante su transporte, padecerán malos tratos, de forma contraria a lo que sostienen los ecologistas.

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