"Vamos hacia un desabastecimiento energético"

Por primera vez, un ejecutivo español responde a las acusaciones de algunos funcionarios argentinos. José María Hidalgo, de 55 años, licenciado en Economía y Administración, nacido en la comarca de El Bierzo (León), habla en nombre de Endesa, concesionaria de la distribuidora Edesur, que abastece a 2,1 millones de clientes en el área metropolitana de Buenos Aires, pero seguramente representa el sentir de la mayoría de los grupos que se hicieron cargo de los servicios públicos en los noventa. Edesur y el Ejecutivo argentino sostienen un pulso por la subida de las tarifas.

Pregunta. ¿Por qué han decidido ahora contestar a las acusaciones de algunos funcionarios del Gobierno?

Respuesta. Es que hemos estado sometidos a una durísima presión del Gobierno de transición y ahora hemos soportado acusaciones injustas del actual.

P. ¿Como cuáles?

R. Siempre dijeron, por ejemplo, que nos quedamos con las joyas de la abuela, pero no eran ni joyas ni de la abuela. Tras la privatización eléctrica se han hecho importantes inversiones para mejorar la calidad.

P. ¿Ha informado usted al Gobierno sobre el riesgo de apagones el próximo verano?

R. Sí, por eso creo que las reacciones destempladas están fuera de lugar en un momento en que nosotros estamos diciendo que va a haber problemas y que deben hacer algo.

P. Eso suena a amenaza.

R. De ningún modo. Simplemente es una llamada de atención al Gobierno sobre un hecho que tiene muchas probabilidades de que se produzca, que no debiera obviar diciendo a la opinión pública que si vuelve a haber un apagón las multas van a ser terribles.

P. ¿Cuál es el riesgo de apagones?

R. La red de transporte nacional está llegando al límite de su capacidad. Desde 1998 no hay ningún proyecto de inversión en generación de energía. Este país debería incrementar su producción con 800 megavatios todos los años, lo que supone una inversión de 500 millones de dólares anuales. Llevamos un retraso de cuatro años. Estamos en rumbo de colisión porque vamos a entrar en una zona de desabastecimiento, o potencial o efectivo. Sin inversiones no habrá oferta.

P. ¿Por qué el Ejecutivo, autorizado por ley del Congreso, no aumenta las tarifas de gas y electricidad que antes intentó subir dos veces por decreto?

R. No lo sé. Lo que llama la atención es que la parte técnica del Gobierno, los secretarios de Energía, comprenden perfectamente la situación, pero no se toman decisiones.

P. El Ejecutivo dice que han recuperado los beneficios y con eso por ahora les sobra.

R. Este año tenemos ingresos estimados en menos de 600 millones de pesos, con un resultado positivo de 13 millones. Eso no es rentabilidad. Con la pesificación han resultado unas tarifas ridículas de energía, pero las del aceite, la leche y los alimentos de la cesta de la compra básica de las franjas más pobres de la sociedad han aumentado al doble.

P. ¿Es necesario revisar los contratos de concesión antes de aumentar las tarifas?

R. En los contratos no hay nada que objetar. Tal vez habría que adaptar algunas exigencias, porque, con las tarifas más baratas del mundo, los requerimientos de calidad son más elevados que en Europa.

P. ¿Aceptan ustedes la necesidad de una tarifa social?

R. La hemos propuesto nosotros porque creemos que deben pagar más los grandes consumidores. No hablamos ni de porcentajes ni de límites, hablamos de darle la tarifa social a quien realmente la necesite.

P. ¿Hay conciencia en el Gobierno y la sociedad argentina de cómo se despilfarra energía?

R. No, porque no hay programas de ahorro. Como es tan barata nadie se molesta en apagar la llave de la luz. Y el primer consumidor es el Estado. Las dependencias oficiales no han dejado de crecer en su consumo desde el inicio de la crisis.

P. Ahora que les quedan 84 años de concesión, ¿cómo cree que seguirá esto?

R. Quiero ser optimista. La racionalidad se tendrá que imponer, pues, como decía Perón, "la única verdad es la realidad". Y la realidad se acaba imponiendo.