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LECTURA

La amarga decepción del IRA

Por qué ha matado el IRA? ¿Cuáles han sido los resultados y las consecuencias de su violencia? Este libro, basado en la más amplia muestra de entrevistas a activistas del IRA jamás realizada, responde a estas preguntas desvelando el secreto mundo de una de las más sanguinarias organizaciones terroristas de nuestro tiempo. Tras un exhaustivo estudio de fuentes bibliográficas y, especialmente, a través de inéditas entrevistas personales con los hombres y mujeres que han formado parte del grupo terrorista irlandés, el autor analiza las motivaciones de éstos y el fracaso de la lucha armada. En opinión de Henry Patterson, eminente historiador y politólogo de la Universidad del Ulster, Matar por Irlanda "desafía magistralmente las interpretaciones dominantes en la literatura académica y popular sobre el terrorismo nacionalista norirlandés, y será uno de los más importantes e influyentes trabajos sobre el IRA, una obra necesaria que expone lecciones fundamentales para la resolución de un conflicto considerado referente de otros procesos de paz y de violencia política".

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Como el IRA ha reconocido al evaluar el proceso de paz, las causas que habrían motivado y justificado el recurso a la lucha armada y su perpetuación durante años todavía permanecen. A pesar de ello, la violencia ha dejado de ser la respuesta a una supuesta opresión y negación de los derechos del pueblo irlandés que los propios republicanos aseguran que aún persisten. De ahí que sea necesario preguntarse si la motivación fundamental de los activistas del IRA era realmente la existencia de esas violaciones o si, en cambio, estos hipotéticos agravios encubrían otros motivos más poderosos relacionados con factores psicológicos y sociales, entre ellos el fanatismo. Por tanto, esta obra persigue explicar por qué y para qué ha matado el IRA, y con qué consecuencias y resultados. Su finalidad es entender el IRA como fenómeno político y como movimiento social, pero a la vez como el grupo terrorista que sin duda es, pues si se prescinde de semejante componente, resulta imposible lograr esa comprensión.

En consecuencia, he analizado el funcionamiento interno del movimiento republicano utilizando e interrelacionando variables políticas y psicosociales de las que con frecuencia se ha prescindido en el estudio de esta organización. Sorprendentemente, hasta ahora ha sido habitual ignorar las circunstancias en las que se desenvuelven los integrantes de una colectividad como el IRA, habiéndose tendido a simplificar las verdaderas motivaciones e intereses de sus miembros y dirigentes. De ese modo se han construido narrativas explicativas que atribuían una continuidad a las motivaciones del IRA interpretándolas tan sólo o sobre todo como el resultado de una respuesta completamente normal, inevitable y racional frente a las acciones del Estado británico. Al hacerlo, no sólo se eludía que los agravios están sujetos a distintas interpretaciones provocando diferentes respuestas, sino que se prescindía además de factores esenciales para el discernimiento de tan compleja materia de estudio, entre ellos las condiciones en las que se ha producido el reclutamiento de jóvenes en las filas del IRA, sus procesos de socialización y aprendizaje de la violencia, el autoritarismo que impera en un grupo clandestino como éste, la dinámica grupal que domina sus comportamientos y los mecanismos de desindividuación y manipulación que hacen posible el acatamiento de las decisiones jerárquicas en las que descansa su supervivencia. La lógica dificultad de acceder a fuentes que contribuyan a arrojar algo de luz sobre el secreto mundo de una organización terrorista puede explicar semejantes deficiencias. Sin embargo, sus consecuencias son decisivas, pues han condicionado y distorsionado el conocimiento de este grupo.

En contra de lo que de manera genérica se ha aceptado, es posible demostrar que muchos de los jóvenes que ingresaron en el IRA no lo hicieron siguiendo una verdadera motivación política que descansara en una ideología elaborada y convenientemente analizada, siendo los factores emocionales fuertes condicionantes de sus conductas que facilitarían la manipulación y una politización de enorme precariedad. Esta decisión determinante en sus vidas se tomó en la mayoría de los casos en estados de inmadurez que favorecían el error. A menudo, esa opción se escogió sin atender a la consideración de criterios que hubiesen enriquecido su elección. Los procedimientos puestos en práctica con posterioridad al reclutamiento reforzaron opiniones apenas contrastadas, logrando un reconfortante resultado: el aval de que la violencia perpetrada respondía a una necesidad política y no a un impulso criminal. Esta lógica no sólo exigía que estos voluntarios recurrieran a la lucha armada, sino que además les compelía necesariamente a un éxito elusivo, pues en su ausencia, los sacrificios realizados resultaban ser en vano. De esa forma se estigmatizaba la renuncia a una lucha armada que sólo podría abandonarse tras la victoria. Aunque ésta no ha llegado y aunque la presencia británica permanece, el IRA ha cesado. Esta actitud no sólo pone en duda la solidez de los argumentos tradicionales con los que tan a menudo se ha explicado la trayectoria del IRA, sino que también permite establecer muy importantes conclusiones sobre su eficacia o, más bien, ineficacia.

Las prolongadas horas de conversaciones y el tratamiento analítico de las mismas constituyen una novedosa aportación al contener consistentes y devastadoras críticas a la naturaleza represiva y autoritaria del IRA, así como a la lucha armada. (...) El acceso directo a estos republicanos, algunos de los cuales han continuado sometidos a la disciplina de esta organización hasta muy recientemente, ha permitido salvar la opacidad tradicional en torno a tan sensible objeto de estudio, desvelando inequívocamente el fracaso del que la lucha armada ha sido responsable.

Éstos son algunos de los testimonios de los miembros del IRA recogidos en Matar por Irlanda:

Testimonios de terroristas

"En nuestra sociedad deberíamos interrogarnos sobre lo que acaba de ocurrir, deberíamos investigarlo. Somos uno de los pocos países en el mundo que habiendo pasado por una lucha armada durante treinta años, tiene muy poca o ninguna jodida investigación sobre lo que sucedió, por qué sucedió, cuáles son las lecciones que hay que extraer de ello y cómo informamos a la gente para no repetir esta mierda de nuevo. Simplemente no hay investigaciones, la gente simplemente quiere cerrarlo, cerrarlo y pasar a otra cosa sin investigarlo. A mediados de los noventa solía decirles a representantes del Gobierno irlandés y de la Iglesia en Irlanda que lo más decepcionante para mí al salir de la cárcel, en relación con la comunidad republicana y el nacionalismo en Irlanda, era el fracaso por parte del nacionalismo irlandés para investigar el efecto completo de la lucha armada y hacer público a la gente de Irlanda su completo y absoluto fracaso, el daño que ha hecho a toda la comunidad, la búsqueda de la nación, cómo la ha dañado completa y absolutamente, el daño que ha hecho a las relaciones entre el pueblo irlandés, los protestantes y los católicos. Y mi peor temor es que las lecciones que deberían aprenderse simplemente se pierden al pasar el tiempo".

"Recuerdo cuando me arrestaron en 1974 y RUC me estaba llevando desde Donegal Pass a Town Hall Street, donde iban a presentar la acusación. Un miembro del RUC me dijo: '¿Por qué eres republicano?'. Yo le dije: 'Para unir a Irlanda'. Yo le estaba gruñendo. Me dijo: 'Chaval, ¿por qué quieres unir Irlanda?'. Simplemente paré de hablar, y me di cuenta entonces de que paré de hablar porque no sabía por qué quería una Irlanda unida, pero iba a ponerme testarudo con él".

"Fue una pérdida absoluta, una perdida total de mi juventud (...). Perdí toda mi juventud en la cárcel. (...) Un amigo mío fue condenado a cadena perpetua cuando tenía 18 años y salió con 35 o 36 años. Me avergüenzo de ello porque sé cómo yo acabé en la cárcel y cómo en esa época yo era mayor, un par de años mayor que él, y tengo que asumir la responsabilidad por su encarcelamiento. (...) Se arruinó su vida. Soy responsable de un montón de cosas que ocurrieron, y cuando miro atrás me digo: 'Pero ¿por qué lo hice?".

"En Irlanda todo es: 'Mira lo que nos ha ocurrido a nosotros a lo largo de los años, mira lo que los británicos nos han hecho a lo largo de la historia'. Es simplemente victimismo, mero victimismo: 'Nosotros tenemos razón y todos los demás están equivocados'. Y creo que debemos parar, especialmente los republicanos; debemos dejar de decir esas cosas. Aunque decimos que lamentamos cosas que se hicieron en el pasado, nunca decimos qué cosas, y lo hacemos con una especie de declaración genérica y blanda. Creo que tenemos que ser honestos con nosotros mismos al igual que con quienes defienden algo diferente entre nosotros".

"(...) Pasé por un periodo muy intenso de autoanálisis desde 1995 en adelante. Implicó rabia, amargura, resentimiento, todo tipo de emociones que te puedas imaginar, porque tuve que examinar mi implicación personal [en el IRA] así como cosas en las que había tomado parte y cosas que había hecho. (...) No sé si la mayoría de los republicanos llegarán a hacer ese autoanálisis, no te puedo decir. Creo que algunos sí que lo han hecho y creo que es lamentable que no sea de dominio público. (...) Pero a lo mejor llega un día en el que se sientan y consideran con seriedad y honestidad el camino andado. Porque, personalmente, cuando yo miro el camino recorrido, en especial en el contexto de la prisión, aunque a mí me encarceló el Estado británico por mi resistencia contra el Estado británico, el trato que recibí por parte de la gente que deberías considerar como camaradas fue mucho peor que el trato que me dieron los screws

[funcionarios de prisiones]. (...) Me han preguntado muchas veces si mereció la pena, y la forma en la que respondo es la siguiente: cuando sumas el sufrimiento, las muertes, los asesinatos, no. ¡Todo eso a cambio de menos de lo que ambicionabas conseguir! Cuando miras atrás y ves que en 1974 se había ofrecido ya todo eso, si la gente hubiese tenido la capacidad de decir: 'Vamos a trabajar sobre esto e intentar desarrollarlo', pero las circunstancias dictaron que no podía ser así. De modo que cuando comparas, no, realmente no pienso que haya merecido la pena".

Lección sencilla

"La respuesta más clara es que no necesitábamos una lucha armada para conseguir tres o cuatro miembros del Parlamento, y lo triste es que tuvimos que dejar la lucha armada para aprender una lección tan sencilla como es que la gente sólo votaría a personas con ideas similares a las del Sinn Fein si no había lucha armada, pero que con lucha armada no lo harían. (...) El otro punto es que entre 1969 y 1973, no habían intentado la política, así que, sin haber intentado nunca poner en marcha un movimiento político, ¿cómo pueden justificar que necesitábamos todos estos asesinatos, muertes, huelgas de hambre y enorme sufrimiento de todas las partes para conseguir que salieran elegidos cuatro miembros del Parlamento? ¡Joder! No puedes justificar que la lucha armada era necesaria porque nunca intentamos la otra vía".

"Algunas personas lamentan lo que han hecho y dicen: 'Ojalá pudiera dar marcha atrás y empezar de nuevo'. Pero no puedes hacerlo. (...) He aprendido, puesto que hubo un tiempo en el que yo mismo habría matado a todos los policías a los que les hubiese podido poner las manos encima. (...) Estabas tan enganchado en la guerra que perdías la humanidad, perdías por completo el sentido de la realidad, la compasión por la gente. (...) Mi pasión era Irlanda, y no pensaba que fuera a sobrevivir en la guerra porque no paraba de hacer cosas. (...) Pensaba: 'Haré lo que sea, no me importa'. Llegué a pensar: '¿Por qué tiene que morir la gente aquí [en Irlanda]? ¡Vayamos a Inglaterra y coloquemos bombas en campos de fútbol! ¡Que nos escuchen en Inglaterra!'. Y al mismo tiempo que decía cosas así, pensaba que era un buen tipo, un hombre considerado, pero mi visión estaba totalmente influenciada y lo veía todo con un filtro. Habría hecho cualquier cosa por conseguir ese objetivo político. Tienes esa idea romántica de la guerra en la que los soldados son gente de honor, pero en la guerra todo es sucio, no hay nada que te niegues a hacer porque tienes esa visión cerrada, únicamente ves el resultado final, no ves lo que hay en el medio, pierdes la compasión por las personas. Yo mismo sentía que era muy buena persona, bueno con los animales y cosas así, pero al mismo tiempo habría hecho cualquier cosa para conseguir ".

"Cuando dejé [la cárcel de] Long Kesh en 1976, se puede decir que estaba adoctrinado de tal manera, o me habían inculcado tantas ideas, que pensaba que la revolución estaba en marcha en el exterior de la prisión. Por supuesto, ése no era el caso, pero era joven y era un idealista, podría decirse que en cierta medida era un fanático. (...) El idealismo tiende a estar en el límite con el fanatismo, y algunas veces en ciertas situaciones es difícil distinguir entre el uno y el otro. Pero era un fanático en el sentido de que realmente estaba convencido (...). Realmente pensaba que podíamos conseguir nuestro objetivo, que era el establecimiento de una república socialista democrática de 32 condados. ¡Y estás hablando con alguien que jamás en su vida había estado en Dublín excepto en una ocasión! ¿Entiendes lo que quiero decir?... El realismo no está ahí cuando el idealismo predomina, especialmente cuando eres joven y fanático. (...) Teníamos esa visión de los veinte años que al verla ahora en perspectiva... Seguimos un proceso de, ¿cómo lo diría? Como de espabilarnos, de despertarnos y ver las realidades de las situaciones. Y te vas dejando el idealismo, la mentalidad idealista se va. Empiezas a ver la política real y a mirar a tu alrededor y te planteas: 'Pero vamos a ver un momento: hay [en Irlanda del Norte] un millón de unionistas con los que compartimos esta parte de la isla'. Y después de un tiempo nos dimos cuenta de que realmente el sur [de Irlanda] y la gente del sur no quieren saber nada de nosotros. Cuanto más al sur vas... ¡es como estar en Cuba o en cualquier otro lugar del mundo!".

"El convencimiento de que no éramos un ejército de liberación nacional se produjo antes de 1986, que fue cuando salí de la cárcel. Había un convencimiento de que éramos una muy pequeña minoría. Es algo muy duro de admitir que después de todas las muertes y de todo el sufrimiento... Pero tenías que decirte a ti mismo: '¡Joder, tenemos que ser realistas! ¡A menos que seamos realistas, vamos a vivir en una utopía!".

"Si durante treinta años has llevado a cabo una lucha armada y no ha conseguido sus objetivos, entonces tienes dos opciones: o vas a tener que escalar [la violencia] a un nivel en el que el logro de tus objetivos se encuentre más cerca, o debes reconsiderarla, y creo que esto es lo que ha ocurrido. La lucha armada se mantuvo desde 1970 hasta 1994, y durante ese tiempo siempre hubo intentos de intensificarla, de involucrar a más gente, de instigar más ataques. Pienso que en 1990, a lo mejor incluso antes, estaba claro que el republicanismo irlandés era incapaz de escalar la [lucha armada]. Mi opinión es que el IRA podía haber continuado con la lucha armada al mismo nivel durante otros cien años, pero entonces te tienes que preguntar a ti mismo: '¿Se va a conseguir algo por el mero hecho de mantener la lucha armada?'. Si estás involucrado en la lucha armada, no es suficiente con mantener la guerra. Tiene que haber algún avance en la guerra, progreso, la perspectiva de victoria, y creo que en 1980 [sic] no existía. Y el IRA había intentado escalar la lucha armada y no fueron capaces de hacerlo".

Sin respuesta

"A mitad de los años ochenta había llegado realmente la hora de evaluar la situación y ver lo que se podía hacer: ¿intensificabas la violencia? ¿La llevabas en otra dirección? ¿O simplemente te retirabas hasta otro momento? (...) Porque no estábamos obteniendo la respuesta que inicialmente nos habíamos propuesto conseguir a principios de los setenta, y después de tantos años, quince años en el camino, esa respuesta no existía. Se debería haber debatido: '¿Debemos abandonarla ?'. Y haber reconsiderado toda la situación. (...) La lucha armada no estaba consiguiendo su objetivo, el objetivo de construir un movimiento de masas. Creo que cada vez era más evidente que a mediados de los años ochenta desde luego la primera exigencia de soberanía no se iba a conseguir con la continuación de la lucha armada. Había llegado el momento de repensarlo".

"Era como un tiovivo del que les era muy difícil bajarse. A pesar de que las negociaciones que han culminado en la situación actual tienen su origen en 1986 y 1987, todavía se seguía mandando a la gente a morir y a matar. (...) Entre 1984 y 1985, muchos de nosotros nos dimos cuenta de que habíamos llegado al límite con la lucha armada, y a partir de entonces, la violencia se convertía en más gratuita, violencia por el mero hecho de tener violencia. No estaba consiguiendo nada. (...) El problema es que no hubo honestidad".

"Nos estábamos dando cabezazos contra la pared sin llegar a ninguna parte [con la lucha armada]. En los años setenta ocurría lo mismo: la nueva arma iba a ser la gran salvadora. Entonces era el [fusil] armalite y después fue el lanzagranadas, y después el material ruso, el RPG, y después el Semtex, y después el M60, y después el misil tierra-aire. Todas estas innovaciones y armas iban a ser... Y luego fueron las grandes bombas en Londres. Pero al fin y al cabo no estaban logrando que la voluntad de los británicos cambiase y no importaba lo que les echases porque seguían firmes. Y sí, la pregunta surgió: ¿por qué están los británicos aquí? Estaban aquí por los unionistas. Porque al fin y al cabo no podían abandonarles, eran su gente y no les podían abandonar".

"No puedes hacer que con una bomba se arrodillen ante ti las instituciones financieras del sistema capitalista. Hitler no lo pudo hacer en la II Guerra Mundial con bastantes más bombas, así que el IRA no lo va a conseguir con una. Estos atentados parecen espectaculares porque se producen de vez en cuando. ¿Iban a suponer una diferencia cualitativa si hubiésemos seguido con ellos? Si fueras capaz de hacer una operación de ésas cada día, a lo mejor alguien podría sugerir que en cinco o seis años tendrían un impacto considerable. Desde un punto de vista logístico no era posible que sucediera algo así, e incluso si hubiese podido ocurrir en términos de logística, a veces lo que ocurre es que cuanto más daño infliges a las personas, más se resisten, en lugar de mostrarse más dóciles".

Un pistolero encapuchado del IRA real dispara al aire con una pistola durante el funeral de uno de sus colegas.
Un pistolero encapuchado del IRA real dispara al aire con una pistola durante el funeral de uno de sus colegas.REUTERS

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