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Crónica:LA CRÓNICA
Crónica
Texto informativo con interpretación

La difícil sucesión de Arzalluz

Soledad Gallego-Díaz

La lucha interna por el control del Partido Nacionalista Vasco (PNV) está despertando gran interés en los otros partidos políticos, no sólo en los de ámbito autonómico, sino también nacional. El plan Ibarretxe, cuyo texto articulado se presenta oficialmente el próximo sábado en el Parlamento Vasco, ha abierto una dinámica complicada y poco previsible, y muchos creen que hay cosas que pueden terminar dependiendo de quien maneje los hilos del PNV en los próximos meses y de la fuerza real que pueda desplegar dentro de su partido, y en circunstancias muy difíciles, el sucesor de Xabier Arzalluz.

Dentro del PNV, algunos dirigentes identificados con el sector más moderado reconocen que, aunque apoyan el plan Ibarretxe, temen que los ritmos se puedan convertir en un problema, no sólo para el Gobierno de Madrid y para los partidos nacionales, sino también para ellos mismos, si aboca finalmente a una confrontación directa con el Gobierno central. "Nosotros también estamos preocupados. No somos locos", asegura un conocido abogado nacionalista.

Los moderados temen tanto que el sector frentista se haga con el control del partido como que gane alguien sin autoridad para hacerles frente en momentos difíciles

"Todos sabemos que sin necesidad de recurrir al artículo 155 de la Constitución, que permite suspender la autonomía en determinados casos, los Gobiernos centrales tienen en su mano poderosos instrumentos económicos y políticos con que responder a las medidas unilaterales de autogobierno que se puedan ir tomando en Vitoria, en virtud del plan", añade.

No son pocos los que comentan en privado, dentro del PNV y en medios próximos a los nacionalistas, qué sucederá si el PP gana las elecciones generales de 2004 por mayoría absoluta. El PNV, con un plan Ibarretxe aprobado en el Parlamento vasco y bloqueado en el Tribunal Constitucional, se puede encontrar metido en un callejón de difícil salida, agitado al mismo tiempo por una dinámica que él mismo ha puesto en marcha pero que no puede conducir ni controlar en solitario.

Si ese escenario pesimista se concreta, tendrá una enorme importancia quien esté al frente del PNV. El diputado socialista Ramón Jáuregui asegura que, sea quien sea el sucesor de Arzalluz, "estará en el plan Ibarretxe, porque es una apuesta estratégica muy potente" de todos ellos. Pero el propio Joseba Egibar, uno de los candidatos a suceder a Arzalluz, explicó esta misma semana con bastante sinceridad que la línea política de su partido no será la misma si lo dirige él mismo o el otro candidato, Josu Jon Imaz.

Autoridad moral

Nadie duda de que el liderazgo del nacionalismo vasco está en estos momentos en manos del lehendakari Juan José Ibarretxe, pero la peculiar estructura del PNV (obligada bicefalia entre dirigentes del partido y del Gobierno) hace que la persona que ejerza la presidencia del Euskadi Buru Batzar pueda tener un papel muy importante.

"Si el escenario termina siendo la confrontación entre el Gobierno de Madrid y el del Euskadi, la importancia de quien maneje el partido será fundamental", reconoce un ex dirigente del ala moderada. Dentro de esta clave habría que interpretar las recientes declaraciones del ministro de Fomento, Francisco Álvarez Cascos, según las cuales Xabier Arzalluz no es el peor interlocutor posible.

Arzalluz, en efecto, tiene autoridad moral dentro del PNV como para controlar ese posible encontronazo y evitar que los sectores más radicales presionen a Ibarretxe. Si el lehendakari decidiera "reducir las marchas", Arzalluz tiene fuerza suficiente como para lograr que todo su partido se acomode a ese ritmo. No está nada claro que su sucesor tenga esa capacidad, bien porque sea él mismo representante del ala más partidaria de desarrollar una política frentista con los nacionalistas de Batasuna, caso de Joseba Egibar, bien porque no tenga la suficiente autoridad como para controlar todo el proceso, como podría ser el caso de Imaz, teórico partidario de buscar acuerdos con fuerzas políticas vascas no nacionalistas.

La iniciativa de permitir que Arzalluz siga en la dirección del partido un año más puede no solucionar el problema: "Si Arzalluz prolonga por un año, el beneficiado sería Egibar, porque necesita tiempo para afianzarse. No se ve qué interés pueda tener Imaz en esperar más", advierte un ex dirigente peneuvista. En esta clave interpreta el papel que está desempeñando en toda la batalla el diario Deia, órgano oficioso del PNV, que ha dado ya sorprendentemente por retirado a Xabier Arzalluz, lo que provocó su airado desmentido. "Eso hubiera sido inconcebible en Deia y en el PNV hace sólo unos meses", asegura el ex diputado nacionalista.

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