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"Tarde o temprano, el presidente va a caer"

Una madre desesperada que acaba de encontrar el cuerpo sin vida de su hijo, llora inconsolable ante la puerta de la morgue. "Quién me va a ayudar ahora, era el único que quedaba", dice entre sollozos y rodeada por otros miembros de la familia Huanca.

Los enfrentamientos han causado medio centenar de muertos entre el sábado y el lunes, de acuerdo a las cifras entregadas por los hospitales de La Paz y El Alto. Las escenas de dolor se mezclan con la indignación. Algunos deudos tuvieron que luchar contra la irracionalidad de bloqueadores que se negaban a dar paso a las carrozas fúnebres hacia el cementerio.

"No hay donde comprar un pan, no hay donde avanzar, somos viejos y también hay niños que necesitan comer", dijo Luis, un vecino del residencial barrio paceño de Sopocachi, que aprovechó la calma de las primeras horas para buscar alimentos, que no encontró. Otras amas de casa más jovenes corrieron hacia los mercados y tiendas con puertas entreabiertas y vendedores sigilosos que vaciaban sus estanterías.

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"Hemos jurado y rejurado que vamos a sacar del Palacio a Gonzalo Sánchez de Lozada por toda esta masacre, este derramamiento de sangre aimara que tanto nos duele", dijo por teléfono desde la clandestinidad el secretario ejecutivo de la Confederación Sindical Única de Trabajadores Campesinos de Bolivia, Felipe Quispe.

Gobierno transitorio

"Han amenazado con matarme, estoy ahora escondido para continuar en la lucha hasta constituir un Gobierno transitorio y convocar a elecciones", señaló, para asegurar: "No interesa el reconocimiento internacional y hasta pueden bloquearnos como a Fidel Castro, pero Bolivia es autosuficiente y no tenemos temor. Lo importante es que vamos a ser firmes y tarde o temprano Sánchez de Lozada va a caer".

En Cochabamba, Evo Morales denunció la presencia del ministro de Hacienda en las unidades militares del Ejército "para pagar a las Fuerzas Armadas y que sigan matando al pueblo". En ese momento se produjo un tumulto y poco después el allanamiento policial de la sede sindical de los cocaleros. Cinco personas, dos ancianas entre ellas, resultaron heridas por balines.

Los productores de coca detuvieron a dos supuestos campesinos con armas escondidas en unas bolsas, que resultaron ser agentes policiales infiltrados. Morales y sus colaboradores están convencidos de que fue un intento de eliminar físicamente al principal adversario del Gobierno, que se niega a cualquier diálogo y exige la renuncia del presidente boliviano.

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